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Chamanes

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      El tema de la recogida de huesos estaba difundido en el siglo XVIII entre los chamanes lapones (no’aidi), quienes creían que su dios Horogalles (el equivalente lapón a Thor) se encargaría de resucitarlos con un martillo. Cuando un animal  sacrificado era devuelto a la vida con golpes del martillo divino y resultaba cojo, se achacaba la culpa al carnicero que había efectuado un mal despiece en alguna de sus extremidades, o de que no se había tenido cuidado de rehacer el hueso que faltaba con una prótesis de madera. Ver Fenómenos religiosos de origen celta, en vías de disolución


El rey Arturo con un mazo (mosaico de la Catedral de Otranto, Italia, siglo XII)

    Los chamanes después de regresar a nuestro mundo del viaje a la tierra de los antepasados muertos, en busca del bienestar y de la providencia para su tribu, contaban que habían atravesado un largo túnel oscuro, de cuyas paredes salían monstruos  que querían impedir su llegada al Paraíso, al lugar luminoso donde habitaban los antepasados de la tribu.

      El chamán, nada más derrotar a los monstruos y brujos, conseguía arribar al final del túnel, donde habitaban los antepasados de la tribu en un Paraíso lleno de abundancia y felicidad. El chamán les contaba cosas de sus parientes vivos y les hacía peticiones para que no les faltara la comida y la fertilidad al clan durante el próximo año. Cuando regresaba a la tierra narraba sus aventuras  al resto del grupo sentados frente a una hoguera en las largas noches invernales. Según Carlo Ginzburg, estas narraciones son el origen de todas las narraciones posteriores de la humanidad que se basan en la narración de los viajes de los héroes (el propio chamán), las luchas contra el mal, las batallas entre brujos y hombres lobos  y a todas las obras de ficción que sirven al ser humano como arquetipos del comportamiento social admitido.


"San Jorge y el Dragón" (1456), óleo de Paolo Uccello, National Gallery, Londres)

      Seres mixtos con cabeza de animal encontramos entre los dioses “dimorfos” de Egipto, como Toth el sabio, escribano de los dioses, con cabeza de ibis o de cinocéfalo; Annubis el embalsamador, dios de los muertos con cabeza de perro; Horus, con cabeza de halcón; las esfinges, leones con cabezas de hombre o de carnero.


Muro e la tumba de la reina Nefertari, esposa de Rameses II

      El papiro de Anis (1300 a. C) describe la metamorfosis de los muertos que toman, sucesivamente, la forma de golondrina, halcón, serpiente, ave fénix, cocodrilo, garza, un loto…

     A juzgar por la cantidad de momias de animales encontradas en las tumbas, no cabe duda de que los egipcios creían en la inmortalidad de los gatos, de los cocodrilos y de los pájaros que se llevaban consigo en su viaje hacia el más allá. ¿Sería que todavía el hombre se acordaba del tiempo en que adoraban a los animales porque encarnaban a la divinidad?


Momias de peces. Museo Allard Pierson, Amsterdam

      Los mitos griegos también evocan las creencias chamánicas y los viajes alucinatorios hacia el más allá. Sus aventuras las protagonizan héroes –personajes que han estado en el mundo de los muertos, como los mismo chamanes-  y que son mitad divinos y mitad mortales. Se les representa de la forma más variada, dependiendo del ser divino con el que hayan mantenido relaciones: dioses, titanes…  De estos cruces “divinos” nacen quimeras medio humanas y medio divinas, o medio humanas y medio animales. En la mitología griega la teogamia (unión carnal entre dioses y humanos) está estrechamente relacionada con la zoofilia.


Gustave Moreau,  La quimera

      Las metamorfosis del chamán durante sus viajes alucinatorios se reflejan en la mitología griega en las transformaciones de los dioses. El mismo Zeus sufrió transformaciones animales que le facilitaban los encuentros sexuales: serpiente para violar a su madre, codorniz para copular con Leto, de toro para hacerlo con Europa, de cisne para seducir a Leda…


Relieve del periodo romano (copia de un original griego) del  50-100 a.C. (The British Museum)

    Los seres que nacen de estos encuentros con los personajes del más allá –dioses, los muertos…- suelen ser bastante extravagantes. Poseidón, en forma de caballo, copuló con Démeter y de sus amores nació Arión, el caballo salvaje. El hijo de Zeus, Dionisos, vivió su infancia bajo la forma de cabrito o cervatillo, y después se metamorseo en León, toro y pantera.  Pan tenía cuernos, barba, rabo y patas de chivo. De la unión de Pan con Eufeme , nodriza las Musas, nació Crotos, el Sagitario del Zodiaco, mitad hombre y mitad caballo.

     Lo que para Carlo Ginzburg serían representaciones de los chamanes y resultado del relato de sus alucinaciones, para Laura Bossi estas quimeras, estos monstruos objeto de la teratología, encarnan la unidad de los seres animados (Op. Cit, pag 34).


Evelyn de Morgan (1855-1919), Las sirenas del mar. Morgan Centre London

     Las sirenas griegas, en forma de arpías, pasaron a las regiones nórdicas como mujeres con cola de pez,  como podemos leer en los libros de Christian Andersen. Los centauros eran mitad hombres, mitad caballos.

     Ya en la antigüedad, Aristóteles y Lucrecioen su De rerum natura decían que no creían en quimeras, afirmando contundentemente que “un hombre engendra a un hombre” y lo mismo ocurre con cada especie animal.

      También el imaginario cristiano cree en las metamorfosis, quimeras y teogamias. Jesucristo se representa, ora como cordero, ora como pez. Los evangelistas llevan emblemas de animales. El Espíritu Santo, la hipóstasis divina, tiene forma de paloma.


El catecismo Ilustrado (París, 1910)

      Los ángeles son quimeras mitad humanos, mitad pájaros. Niké es una mujer alada. Los querubines tienen alas. El arcángel Camael, mitad demonio del infierno, se presenta con cuerpo de leopardo.

     Los ángeles caídos adoptan forman bestiales o extravagantes.  William Blake representa a Behemoth (“bestias” en hebreo) como un elefante con pies de oso y a Azazel como un demonio de siete cabezas de serpiente, catorce rostros y doce alas. Mefistófeles se aparece a Fausto bajo la forma de un perro negro.


Frescos de la capilla de San Brizio (catedral de Orvieto, 1499-1505). Los condenados de Luca Signorelli


      Las metamorfosis humanas son poco apreciadas por las víctimas, que suelen experimentar un dualismo al verse en un cuerpo extraño, al tiempo que se consideran seres humanos. Los humanos, como refleja Ovidioen su Metamorfosis, consideran las transformaciones de los mortales como obras maléficas de magos o brujos. Io es transformada en vaca, pero conserva su individualidad humana, pero cuando intenta hablar de su bestial garganta tan sólo salen mugidos que la horrorizan. Acteón, transformado en ciervo y devorado por sus propios perros cuando sorprende a Diana bañándose, conserva también la conciencia humana.

      Apuleyo describe en El asno de oro la metamorfosis del joven Lucio con picardía, pues aunque la diosa Isis lo ha transformado en asno, el joven no se encuentras incómodo en ese cuerpo, al que acaba sacándole provecho por sus talentos genéticos, muy apreciados por una bella mujer que está buscando un amante más ardiente que el común de los humanos.



      Según Laura Bossi, el tema de la metamorfosis por artes mágicas plantea la lucha entre el alma humana y el cuerpo animal (Op cit. pág 38)

    En nuestro afán por consignar los iconos emblemáticos de la metamorfosis, debemos nombrar a Homero y la Odisea, donde Circe transforma a sus amantes en cochinillos. También desde la Antigüedad está presente el tema de los Licántropos, término que procede del mítico rey de Arcadia, Licaón, transformado en lobo por Zeus por haber osado servirle de comida el cuerpo de un niño degollado. La metamorfosis del ser humano en bestia sanguinaria solía producirse en las noches de luna llena, al llegar el alba el licántropo recuperaba su forma humana.




 Cossiers, Jan,Júpiter y Licaón (1636 – 1638). Escuela Flamenca. Museo del Prado

      Carlo Ginzburg cita a los Licántropos de Livonia como aliados de Dios, como chamanes que luchan en batallas extáticas contra monstruos y brujos que quieren impedirles que lleguen al Paraíso donde están los bienaventurados antepasados que nos pueden proporcionar alimentos y fertilidad.

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