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La Diosa en la Edad del Bronce

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1. La Diosa Madre y su hijo-amante.

     La Edad del Bronce sucede al Calcolítico (cobre) y abarca el periodo comprendido entre el 3500 a.C. hasta el 1250 a.C. La aleación del cobre y estaño hizo que las herramientas fuesen más flexibles y duraderas, igual que las armas, abundantes en una época en la que fueron frecuentes las guerras. Fue una verdadera revolución tecnológica. No hay acuerdo entre los autores cual fue el primer centro metalúrgico. La mayoría sostiene que fue en el sur del Cáucaso, en una zona comprendida entre el este de Armenia y el lago Van, en una región denominada Cólquida, donde se comenzó el trabajo con el cobre. Otros piensan que fue en Sumeria donde comenzó a usarse el bronce a finales del IV milenio a.C. Esta región es considerada frecuentemente como la cuna de la civilización, ya que en ella se produjo la intensificación agrícola, se desarrolló el primer sistema de escritura, se inventó el torno cerámico, se establecieron los fundamentos de la astronomía y las matemáticas, se crearon gobiernos centralizados y códigos legislativos, apareció la estratificación social, el esclavismo y la guerra organizada. Todo lo cual llevó a la formación de las primeras ciudades estado conocidas, que después desembocarían en los primeros imperios. Para terminar, hay quien sitúa su origen en la isla de Chipre.


Mapa de la difusión metalúrgica durante el Bronce Antiguo. Fuente Wikipedia

     Podemos distinguir tres períodos en la Edad de Bronce:

     Bronce antiguo (3500-1200 a. C), coincide con el período Minoico medio en Grecia, con construcción de palacios e inhumación colectiva de cadáveres. En una sociedad primitiva dedicada a la caza, a la pesca y actividades agrícola-ganaderas, la isla de Chipre comenzó a través del mar Egeo, la comercialización de metales. El estudio del bronce antiguo en el Egeo se ha subdividido tradicionalmente en tres zonas bien diferenciadas pero interrelacionadas entre sí: Islas cicladas (Cicládico), Grecia continental (Heládico) y Creta (Minoico). Hacia el 2500 a.C. una serie de incendios devastan estos centros culturales, sobreviviendo sólo la civilización minoica, hundía sus raíces en el Neolítico preindoeuropeo. En la entrada anterior de este blog vimos como Creta mantuvo una economía mixta, agraria y comercial, basada en los cereales, la arboricultura (olivo y vid) y una ganadería de ovicaprinos. Sus divinidades eran mayoritariamente femeninas y no se encontraron estructuras defensivas en sus asentamientos; ambos datos nos indican que se trataba de una sociedad poco beligerante e igualitaria en cuestiones de género.

      En el Próximo Oriente aparece el Imperio Hitita, con capital en el norte de la península de Anatolia, en Hattusas. En el norte de la actual Siria continúa con su esplendor la ciudad portuaria de Ugarit, que mantuvo estrechos lazos comerciales no sólo con Egipto, sino también con Siria, Anatolia y Chipre.

      El bronce en África está representado en el Antiguo, hacia el 3150 a.C., aunque nunca llegó a sustituir del todo a la piedra como elemento básico para la fabricación de artefactos (debido a la escasez de materia prima). Poco tiempo después, sobre el 3100 a.C., se produjo la unificación del Alto y el Bajo Egipto, dando comienzo la Época Tinitaque comprende la I y II dinastías. La capital se trasladó de Nejen (Alto Egipto) a una nueva ciudad, Menfis, edificada en los límites entre el Norte y el Sur.

      El Magreb recibió algunas influencias de los grupos culturales del Bronce europeo, sobre todo del vaso campaniforme, pero no desarrolló una metalurgia propia hasta el 1100 a.C. con la colonización fenicia. En el África subsahariana se desarrolló la metalurgia del hierro en la cuenca del río Níger (sin pasar por las del cobre y bronce).



Recreación del asentamiento de Los Millares. Pintura situada en el centro de recepción de visitantes de los Millares. Autor  Jose Mª Yuste, de la fotografía y Miguel Salvatierra Cuenca, autor de la ilustración

      En el sudeste europeo, se desarrolló la cultura de Aunjetitz y Otomani en la zona delimitada por los ríos Rhin y Dnieper. Pueblo guerrero, fueron hábiles en la explotación del cobre que usaron para comerciar con Grecia y las Islas británicas. En Europa central se destacó la cultura de Adlerberg, en Alemania, que debe su nombre a una necrópolis, ubicada al sur de Worms. Allí se usaron pequeños puñales. En el norte de Europa, se destacaron en este período por ejemplo, Escandinavia y Dinamarca. En Europa occidental, en la parte atlántica tenemos la cultura  Wessex y la de los Túmulos armoricanos. En el sur debemos mencionar la cultura de Los Millares (3100-2200 a.C.) y la cultura del Argar, en España, donde se sustituyeron las necrópolis por enterramientos individuales, donde la presencia de oro y plata destacaba la posición social del muerto. A lo alto de los yacimientos se ubicaban las Acrópolis (lugar hegemónico ubicado en las alturas). Fueron importantes sus puñales y espadas. El tránsito entre el Calcolítico y el Bronce se manifiesta a través de unos signos de crisis que se producen durante la segunda mitad del III milenio a.C. y que son, entre otros el abandono de asentamientos (con finales violentos en algunos casos) y construcción de otros nuevos. Los Millares entraron en clara decadencia, recluyéndose su ya pequeña población en la parte más alta de la fortificación. Sustitución de los enterramientos colectivos por otros individuales, que pasaron a situarse en el interior de los poblados, y aumento de la riqueza y de la diferenciación social.




Mapa del Bronce medio ibérico (c. 1500 aC) mostrando las culturas más significativas, los dos asentamientos principales y la ubicación de las minas de estaño. Fuente Wikipedia

      La etapa del bronce medio (1200-1000 a. C) se caracterizó por la destrucción de los palacios griegos, y comenzar el nacimiento del arte de la navegación, con fines comerciales. Aparecieron monumentales edificios.

     En el sureste de Europa, se destacó la cultura Hallstat, cuyo nombre deriva de una necrópolis austríaca. Tenían una nobleza guerrera, y heredaron la costumbre de los campos de urnas, de la incineración de cadáveres, y su colocación en urnas. En el sur de Alemania, se destacó la cultura de los túmulos, montículos de tierra, con centenares de monumentos funerarios individuales, agrupados, donde estaba contenido el cuerpo o las cenizas del difunto. Aparecieron los adornos en metal y se produjo el bronce en serie. En el Mediterráneo central, en la Península Itálica, la Cultura de las Terramaras y la Apenínica, en el centro, con contactos en el Egeo. La primera se desarrolló en el norte de la actual Italia entre 1500-1100 a.C. Su denominación proviene del hecho de que construían sus cabañas sobre pilotes levantados en la tierra firme. Fueron pastores y agricultores con una pequeña metalurgia local. La cerámica es de color negro, decorada. Sus muertos eran enterrados en recintos comunales.

       En el período del bronce reciente (1000-900 a. C) ocurrió la transición hacia la aparición del hierro, iniciándose en Grecia el período micénico, con gran transformación cultural, donde los metales preciosos aparecieron en las tumbas como símbolo de poder. El crecimiento metalúrgico del oeste europeo originó hacia allí, desplazamientos migratorios. Así surgió una clase poderosa, dedicada a la explotación y comercio de yacimientos metalíferos, que suponía contar con embarcaciones adecuadas y acondicionadas para largas travesías. Fue también el origen del urbanismo. En la nueva sociedad aparecieron los oficios de herrero y orfebre con un papel importante. El Bronce final se producen los primeros contactos directos entre sociedades plenamente históricas y comunidades prehistóricas del mediterráneo occidental y el cambio en el comportamiento funerario con la incineración de los cadáveres y su deposición en enormes necrópolis conocidas como campos de urnas. Este hábito se extendió desde Centroeuropa hacia el resto del continente y fue más allá del periodo que nos ocupa, continuando durante la I Edad del Hierro (Hallstatt C).




Recreación artística de un poblado durante la Edad de Bronce


      Pero el descubrimiento fundamental de esta etapa fue la escritura. Enormes columnas de piedra y las paredes de los templos se grababan con jeroglíficos que narraban las historias transmitidas oralmente de generación en generación. Los signos tallados en el caparazón de una tortuga con 8.600 años de antigüedad encontrados en China podrían ser los ejemplos más antiguos de escritura aparecidos hasta el momento. Los símbolos datan del período Neolítico y aparecieron en sepulturas encontradas en la provincia china de Henan. La investigación fue llevada a cabo por  Garman Harbottle del Laboratorio Nacional de Brookhaven en Nueva York y un equipo de arqueólogos de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China en la provincia de Anhui.




Los signos tallados en el caparazón de una tortuga con 8.600 años de antigüedad encontrados en China podrían ser los ejemplos más antiguos de escritura aparecidos hasta el momento


         Por otra parte, hace poco se están investigando los restos de una civilización desconocida hasta ahora, que vivió en zonas de la actual república de Turkmenistán, Asia Central, y que utilizó hace 4.000 años un sistema de escritura parecido a los ideogramas chinos. El hallazgo sugiere que Asia Central tenía una civilización comparable a la de Mesopotamia y el antiguo Irak, incluso durante la Edad de Bronce, según el arqueólogo de la Universidad de Pennsylvania, Fredrik Hiebert. Se cree que esta antigua sociedad turkmena pastoreaba cabras, tenía cultivos y fabricaba herramientas de bronce y cerámica, unos tres siglos antes de que se construyeran las pirámides de Egipto.  Como se desconoce el nombre original de esta civilización, los investigadores la han bautizado como el Complejo Arqueológico Bactria Margiana(B-Mac), en honor a los antiguos nombres griegos de las dos regiones que abarca la zona. En 1993, en un asentamiento neolítico a orillas del lago que ocupa una isla artificial, cerca de la villa moderna de Dispilio, en el lago de Kastoria, el profesor George Hourmouziadis y su equipo desenterraron la Tablilla Dispilio, una tablilla de madera que lleva marcas inscritas y que ha sido datada por carbono 14 en el 5260 a.C. Los gráficos de la tablilla ponen en cuestión la afirmación de que la epigrafía de la antigua Grecia vino con los contactos comerciales con Oriente Medio, pues tal vez, tuvo un origen propio. 




Tablilla Dispilio, una tablilla de madera que lleva marcas inscritas y que ha sido datada por carbono 14 en el 5260 a.C.



Tablilla de Ur, c. 2100 a.C. Escritura egipcia escrita en columnas


      Nuestro objetivo no es hablar sobre el origen de la escritura. Nos interesamos por las  tablillas y papiros porque hablan de dioses y diosas que toman su ser de una Diosa primordial, origen de todas las cosas. Es la gran Diosa madre del Paleolítico. Ahora podemos escuchar los himnos que se le cantaban y seguir la historia de una Diosa que, siendo una, se convierte en muchas: hermana, hermano, hija, hijo. Es soltera pero se casa, es virgen y madre y, a veces, su hijo se convierte en su consorte. Es la Diosa que otorga y quita la vida. Tiene la Diosa muchos nombres.

      En el próximo oriente una historia se repite y permanece invariable: la de una Diosa que es separada del ser a quien ama, que muere o parece morir, al caer en una oscuridad designada como el “inframundo”. Cuando esto ocurre, la naturaleza entra en una etapa de pérdida de luz y de fertilidad. La Diosa desciende para vencer a la oscuridad y para que el ser a quien ama pueda regresar a la luz y la vida pueda proseguir su curso.




2. Los nombres de la Diosa.

      En las entradas anteriores de este blog hemos tenido la oportunidad de escuchar algunos de estos nombres. En Sumeria el nombre de la Diosa era Inanna, la cual bajó al inframundo para encontrarse con su hermana Ereshkigal (la reina del inframundo), pero al regresar al mundo superior, en su lugar tuvo que dejar a Dumuzi–su consorte y “señor del abismo”- para que la sustituyera.



Dumuzi en el inframundo. La diosa Innana montada en un león,

      En Babilonia se llamará Istar, la que anualmente baja al inframundo para despertar a su hijo-amante Tamuzy conducirlo a la luz.

      En Egipto se conoce con el nombre de Isis, casada con su hermano Osiris, muerto por su hermano Seth. Al morir el dios Osiris la tierra quedó baldía hasta que Isis lo encontró en el inframundo y pudo reunir sus pedazos para resucitarlo.
  




Isis amamantando a Osiris. Isis y Osiris según un bronce greco-romano., obtenido de Robert Temple’s “The Sirius Mystery”, 1997, Fig. 31

      En Canaán tenemos al dios Baalque baja al inframundo para enfrentarse con la muerte: su hermano Mot. Este le vence en la batalla y lo mata; su hermana Anath baja para darle sepultura y, además, la diosa vence a Mot, lo descuartiza y lo esparce como grano por los campos.





Anath, Imagen del British Museum . La diosa Anath montada en un león.

      En Grecia se llama Deméter, la cual pierde a su hija Perséfone que es retenida en el inframundo por Hades, el cual quiere casarse con ella. El luto de Deméter deja a la tierra sin aliento y cuando regresa su hija, en primavera, la tierra se hace de nuevo fructífera.




Deméter y Perséfone

      Más adelante, durante la Edad del Hierro, los mitos contarán una historia similar entre la diosa Cibelesy Atis(Anatolia), entre Afrodita y Adonis, en Grecia. La diosa Cibeles ama con locura a un pastor llamado Atis (hijo de un rey), quien ama a una ninfa, la cual es  llevada a la locura por la celosa diosa. Entones Atis se castra con una piedra y la diosa, mientras le llora, borrota de su cuerpo un pino y crecen flores de su sangre. Por su parte, la diosa Afrodita pierde a su amante Adonis (el señor de la vegetación) corneado hasta la muerte por un jabalí. En este mito no es la propia diosa quien lo rescata, sino que tiene que pedirle a Zeus que le permita vivir cada año de primavera a otoño, la estación fértil de la tierra.

      La virgen Maria pierde a su hijo Jesúsque desciende al infierno durante tres días, el número de días de oscuridad en los que no hay luna. También es rescatado por su padre y su regreso coincide con la fecha de la regeneración de la tierra: la Pascua se celebra el domingo que sigue a la primera luna llena tras el equinoccio de primavera.

3. Zoé y bios.

      La estructura de estas historias debió inspirarse en las fases lunares, en la observación del ritmo eterno y constante de la plenitud a la oscuridad. En el Paleolítico la luna proporcionó a los pueblos el  tiempo: la secuencia, la duración y la recurrencia. En el Neolítico los ciclos de la luna se experimentaban en el ciclo de las cosechas. Las fases de luz se correspondían con los meses de fertilidad, y la oscuridad se asociaba con los meses estériles. Ahora, en la Edad del Bronce, a las fases de la luna se les da forma de una historia dramática.

      La luna era la imagen del cielo, siempre cambiante, pero siempre la misma, porque formaba parte de un ciclo que, aunque fuera invisible, era un círculo perdurable e inmutable. Las fases de la luna, que eran formas visibles por los hombres, parecían surgir de un ciclo invisible, pero real. Simbólicamente era como si lo visible “proviniese de” y “retornase a” lo invisible, como el nacer y el morir para renacer de nuevo.

      “El gran mito de la Edad del Bronce se estructura sobre la base de la distinción entre el ‘todo’, personificado como la gran diosa madre, y la ‘parte’, personificada como su hijo-amante o su hija” (Pág. 178 “El mito de la diosa”).  La Diosa da a luz a su hijo como luna creciente, se casa con él como luna llena, lo pierde en la oscuridad (luna menguante) y va a buscarlo y lo rescata regresando de nuevo (luna creciente). La Diosa es el ciclo entero y eterno, es la unidad de vida-muerte como parte de un único proceso. La distinción esencial entre la “parte” y el “todo” la realizará más adelante el hombre griego mediante dos palabras diferentes que designan la vida: zoéy bíos, que encarnan las dos dimensiones que coexisten en la vida.



La diosa azteca del sexo, Tlazotéotl (en nahuatl ‘devoradora de la mugre’) era simbolizada en la postura habitual azteca de mujer pariendo.

       Zoérepresenta la vida eterna e infinita, mientras que bíoses la vida individual y finita. Zoé es “ser” infinito y espiritual; bíos es su manifestación física que vive y muere en este mundo eterno en el tiempo. Zoées la totalidad del ciclo de las fases lunares, mientras que bíos son las fases individuales. De esta manera bíos está contenido en zoé, como la parte lo está en el todo. La Diosa-madre y su hijo o hijo-amante configuran las dos caras de la vida: la eterna y la transitoria, la no manifiesta y la manifiesta, la invisible y la visible.

     Las etapas o ciclos agrícolas, sobre todo los momentos de transición de uno al otro, los conmemoraban los pueblos de agricultores con fiesta de duelo y regocijo. Una de las principales ceremonias consistía en representar el “matrimonio sagrado”, en el que la Diosa madre –como novia- se unía a su hijo –como amante-, lo cual simbolizaba la conexión entre los dos mundos de zoé y bíos, unión que producía la regeneración de la tierra.

4. La cultura de la Diosa en el Calcolítico temprano.

      El mito de la Diosa se extendió desde la Vieja Europa hasta el valle del Indo, donde antes del 2500 a.C. florecieron dos grandes centros culturales: Mohenjo-Daro, en el sur, y Harappaen el norte. Durante el IV y III milenio a.C. mantuvieron relaciones comerciales con las ciudades sumerias, interrumpiéndose durante el periodo de las invasiones arias.



Diosa de Mehrgarh (valle del Indo) c. 3000 a.C. Diosa de Pakistan, Mohenjodaro, c. 2600 - 1900 a.C.




La diosa Istar sosteniendo un jarrón con las aguas de la vida (c. 18800 a.C. Palacio de Mari, Mesopotamia). Seti I recibiendo el collar sagrado de la diosa Hathor (bajorrelieve, XIX dinastía, c. 1300 a.C.)

      Campbell se fijó en la universalidad de las imágenes míticas, las cuales fueron evolucionando de la Europa Occidental hasta Asia. Encontró las mismas imágenes simbólicas en el Egeo y en la India: la Diosa como vaca y leona; el árbol de la vida; el dios –consorte de la diosa- representado por el toro y cuyo destino está ligado a las fases crecientes y menguantes de la luna. Existía una mitología central cuya matriz se encontraba en el Próximo Oriente antigua y que fue exportada en ambas direcciones  -este y oeste- a través de la tierra y el mar, en el curso de actividades comerciales. (Joseph Campbellen “Occidental Mythology”).

      En el IV milenio a.C. aún se experimentaba la naturaleza como numinosa, como un misterio arrollador.  No es que lo divino estuviera en todas partes, es que lo divino lo era todo: las rayas del sol, la subida y bajada de las aguas de los ríos, el brillo de las estrellas, el árbol con frutas… La energía numinosa de todos esos poderes era “nombrada” por los antiguos a través de dioses y diosas que se manifestaban en esas diferentes formas de vida.

      Paralelamente el descubrimiento de la escritura, las matemáticas y la astronomía, proporcionó a la mente humana una nueva dimensión de sí misma. La humanidad parecía estar al borde de una nueva era, sin embargo, durante los siguientes 2000 años Sumer sufrió un cataclismo. ¿Qué ocurrió? En la Edad del Bronce temprana las gentes vivían en pequeños poblados cultivando el campo y apacentando animales. El centro de su vida cultural y religiosa giraba alrededor del templo, donde se celebraban ritos para renovar la fertilidad de la tierra y, además, constituía el lugar más seguro para el almacenamiento de los productos agrícolas. Fueron los primeros ejemplos de arquitectura monumental y la prueba de la existencia de ciudades-estado gobernadas por reyes, de acuerdo con una noción de orden cósmico y ley derivada de la observación de los cielos. Quienes fueron estos observadores: los sacerdotes que vivían en el interior de los templos, como administradores del grano de las cosechas, adquirieron gran poder; además, las necesidades propias de la administración y el cálculo de las cosechas administradas les llevó a la invención de la escritura, las matemáticas y la observación astronómica.  Este concepto de un orden político y social basado en el firmamento alcanzó a Egipto alrededor del 2850 a.C., con la fundación de la I dinastía; a Creta, por un lado, y a la India, por el otro, aproximadamente hacia el 2500 a.C. (Joseph Campbell, “The Mythic Image”).    




Fórmulas de avituallamiento en un monumento funerario egipcio

5. La separación de la naturaleza.

      Durante la Edad del Bronce el hombre pasó de vivir en aldeas a vivir en pueblos, después en ciudades, y de éstas se mudó a la ciudad estado y, finalmente, al imperio. Esto fue posible por la acumulación de excedentes alimenticios, como consecuencia de la mejora de los métodos de cultivo. Surgieron nuevos trabajos y divisiones sociales: granjeros, artesanos, sacerdotes, guerreros… En el III milenio a.C. la invasión de pueblos foráneos fue constante. Las amenazas de ataque a las poblaciones agrarias eran continuas lo que determinó el abandono del campo y el refugio en las ciudades. Aparece la figura del Rey, responsable de la defensa de su tierra. La Diosa madre pierde importancia, a favor de los dioses padre, como analizó Erich Neumannen “The Origins and History of Consciousness”. El principio masculino adquiere cada vez más importancia.

      El mito de la separación entre el Cielo y la Tierra aparece en Sumeria y Egipto. Con la división adquiere importancia un Dios que separa a sus padres –el Cielo y la Tierra- e inicia el proceso de la Creación. Primero en Sumeria se cuenta la historia de Nammu, la diosa de las aguas primordiales, que parió a An-Ki (cielo-tierra) la “montaña cósmica”. An y Ki trajeron al mundo a Enlil (dios del aire o del aliento), que separó el cielo de la tierra y se llevó a su madre (Ki) para desposarla.  Enlil ocupa el lugar de la Diosa como creador y su morada es ahora el templo que antes fue el cuerpo de la Diosa, es decir, la “montaña primordial”. La creación no nace de la Madre, ahora es obra de la “palabra” (aliento) divina que otorga a todas las cosas su ser al nombrarlas. 



Dos representacions de Nammu, las aguas primordiales





An-Ki, la “montaña còsmica”, el templo sagrado

      En Egipto el universo surge de las “aguas primordiales o Nun (imaginado como padre) de la misma manera que la tierra era masculina y el cielo femenino. El dios Atum se alzó de las aguas como “montaña primordial” y creó al varón Shu y a la hembra Tefnut, bien mediante la masturbación o bien dándoles la vida al escupirlos. Shu era aire y Tefnut la humedad (más adelante “vida” y “orden”).  Se unieron en matrimonio y sus hijos fueron Nut (el cielo, femenino) y Gen (la tierra, masculina). Shu separa la tierra del cielo y, como aire, mantiene al cielo alejado de la tierra. Dicen Anne Baring y Jules Cashford en la página 185 de “El mito de la diosa” que “la separación del cielo y tierra es una imagen del nacimiento de la consciencia, en la que la humanidad es apartada de la naturaleza”. El hombre que “percibe” y “valora” se separa de lo percibido y evaluado.




El dios egipcio Shu (aire) separando a Nut (cielo) y a Geb (tierra), pintura egipcia detalle del papiro Greenfield c. 1000 a.C.


      Los mitos de creación que muestran la división de la unidad primera en dos partes, plasman la capacidad humana para actuar de manera reflexiva, el nacimiento de la consciencia, y su separación de la vida instintiva de la naturaleza. La naturaleza (la Diosa) pasa a ser “inferior” y Dios (espíritu) “superior”. El hombre deja de actuar colectivamente (grupo tribal) y aparece el individuo. Por primera vez averiguamos los nombres de hombres y mujeres individuales, lo que dicen y lo que hacen.      

      Con la aparición del individuo aparece el héroe, un individuo poderoso y casi perfecto. Los restos de muy diversos tipos de actividad dan lugar al mito del ‘héroe’, la persona de mayor sabiduría, poder o fortaleza que sería capaz de soportar una enorme cantidad de esfuerzo, ofreciendo un modelo para que el resto de la tribu lo emule… La acción heroica del individuo dotado era necesaria en todas las esferas de la vida, y el individuo heroico se convierte en el guía de la humanidad en general, como afirma Neumann (“The Origins and History of Consciousness”), definiendo la tarea que finalmente habrá de cumplir todo individuo. La aparición del héroe, probablemente se remonte a tiempos prehistóricos, siendo el protagonista de las alucinantes narraciones  de los chamanes. Es el propio chaman que vence al monstruo en sus viajes extáticos al más allá. Todos los ‘héroes’ han estado en el “más allá” y sufren deformaciones físicas, como veremos en la Historia Nocturna de Carlo Ginzburg.  




      Los Campos de Ialu, también llamados Campos de Osiris o Campos de Cañas, son los fértiles campos del Mundo del Más Allá, ideados a imagen de la tierra egipcia. En ellos crecía una exuberante vegetación y discurría un río de aguas inagotables. Estos campos eran el dominio de Osiris. Ante la posibilidad de que dios ordenara al difunto que trabajara para su mantenimiento, desde el Reino Medio, los fallecidos se hicieron enterrar con unas figurillas llamadas Usheties o “respondedores”, que, a modo de peonada, les sustituían en el trabajo.

6. Las invasiones arias y semíticas.

      La cultura de la Diosa de la Edad del Bronce fue truncada por la invasión de tribus guerreras que impusieron su mitología y sus costumbres patriarcales. Allá donde se encuentren dioses del cielo –del rayo, trueno, fuego, aire y tormenta-, junto a la maza, al hacha de combate y a la glorificación del guerrero, nos hallamos en presencia de la herencia indoeuropea (aria) y semítica, según afirman las autoras en la página 186 de “El mito de la diosa”, obra que estamos diseccionando aquí.   

      Campbell afirma que las invasiones comenzaron en el V milenio a.C. en el Próximo Oriente. “Dos matrices geográficas extensas fueron las tierras de origen de estas oleadas de guerreros insurgentes: para los semitas, los desiertos sirioárabes, donde, como nómadas errantes, pastoreaban rebaños de cabras y ovejas y más tarde dominaron el camello; y, para las estirpes helenoarias, las extensas planicies de Europa y del sur de Rusia, donde apacentaban sus manadas de ganado y donde pronto domesticaron el caballo” (CampbellOccidental Mythology”).

       Hoy en día sabemos que los pueblos semitas no son más que la evolución de los pueblos cananeos y que no llegaron ni invadieron Israel, sencillamente, porque siempre habían estado allí. Por lo tanto, la afirmación de Campbell ya no nos vale.

     El arqueólogo Ze`ev Herzogafirma que los patriarcas como Abraham o Jacob nunca existieron y que los poderosos monarcas David y Salomón fueron reyezuelos marginales, que los israelitas nunca estuvieron en Egipto, no vagaron por el desierto, y al regresar del “supuesto éxodo” no conquistaron la tierra de Canaan en una campaña militar y no la legaron a las doce tribus de Israel. José, el hijo de Jacob, nunca salió de Canaán (Israel) ni estuvo en Egipto trabajando como esclavo en la casa de Potifar. Egipto en el siglo XV a. C., el tiempo de el Éxodo y la conquista de Canaán como se describe en el Libro de Josué de acuerdo a la cronología bíblica, ocupó Canaán, un hecho que la Biblia no registra. La historia de la esclavitud en Egipto es completamente ficticia, aunque pudo inspirarse en el hecho de que los egipcios empleaban a muchos obreros inmigrantes del Sinaí en sus obras públicas. El Éxodo tampoco parece tener base histórica alguna, resultando particularmente inviable una huida masiva de esclavos a causa del férreo dominio que Egipto ejercía sobre Israel, como vemos en el mapa de abajo.




      El ciclo de sangrientas batallas que (según la Biblia) llevaron a la conquista de Canaán por los israelitas no tiene correlato arqueológico, excepto las destrucciones temporales de las ciudades-estado litorales por parte de un adversario desconocido, quizá los enigmáticos “Pueblos del Mar” y, después de su reconstrucción,  la definitiva devastación llevada a cabo por el faraón egipcio Shoshenk (llamado Sisac en la Biblia). Lo que ocurrió entre los supuestos “israelitas” y los cananeos -en realidad la misma gente- es en realidad un recuerdo de tensiones habituales entre los pastores nómades y los agricultores sedentarios, reflejo de varias olas de colonización y abandono de las tierras al oeste del Jordán por parte de pueblos nómades. La auto-identificación étnica de los israelitas como pueblo fue posterior.

     Aunque lo más difícil de tragar - añade - sea el hecho de que "la monarquía unida" de David y Salomón, descrita en la Bibliacomo un poder regional fue, a lo sumo, un cacicazgo. Israel Finkelstein, director del Departamento de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv afirma que Israel no existió hasta el siglo XI a.C., cuando a ambos lados del Jordán se fundaron nuevas monarquías (Moab, Amón, Filistia…).



     Los dos arqueólogos israelitas, Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman, afirman en su libro, resultado de sus excavaciones en Israel, que la existencia de los patriarcas del Éxodo, de la presencia de los israelitas en el Sinaí, la conquista de Canaán y el período de los jueces, no son hechos históricos. De la Jerusalén de David, ha aparecido algún escaso documento arqueológico. De la Jerusalén de Salomón, no se conserva absolutamente nada. Jerusalén sería una aldea sin importancia. El imperio de David y de Salomón no existió. Es una proyección muy posterior. Los israelitas son los cananeos de las montañas centrales de Canaán (1250-1000 a.C.). El libro “La Biblia desenterrada", (Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman. Ed. Siglo XXI 2003) se centra en el estudio de qué tiene de histórico y qué de pura leyenda (casi todo) el Antiguo Testamento, así como la génesis de los textos bíblicos en el siglo VII a.C. Las pruebas arqueológicas descartan toda posibilidad de que las narraciones bíblicas sobre los patriarcas, José, Moisés, etc., ocurrieran realmente como son descritas. Ni David fue un gran rey, ni Salomón un gran constructor y todos los personajes anteriores a ellos son pura invención mezclada con un pequeño sustrato histórico.      

      La primera invasión de la Vieja Europa, según Marija Gimbutas, por el pueblo de los kurganes sucedió en 4500 a.C., terminando con su cultura aproximadamente el 1250 a.C. En el Próximo Oriente las tribus indoeuropeas comienzan a penetrar en el V milenio a.C., y en el IV milenio a.C. en adelante, las tribus indoeuropeas se adentran en Mesopotamia, Anatolia y el valle del Indo utilizando la fuerza. Al mismo tiempo, las tribus semitas se trasladan a Mesopotamia y Canaán desde los desiertos sirioárabes; aunque, como hemos visto anteriormente, esta hipótesis ya no es sostenible después de los últimos estudios arqueológicos de los historiadores israelitas. Los indoeuropeos que llegan al Próximo Oriente, descendientes de los viejos cazadores paleolíticos de Europa, son los Hititas(Anatolia y Siria), los Mitanios, los Hurritas y Casitas en Mesopotamia; los Aqueosy los Doriosen Grecia, y los Arios del valle del Indo. Todos estos pueblos se establecen como casta dominante, después de saquear y devastar los países invadidos: recordemos la destrucción de Troya en el 2300 a.C. Son pueblos guerreros y su mitología es una apología de la guerra, como podemos leer en el Mahabharata, en la Iliada y en el Antiguo Testamento.  



Los Pueblos del mar son un grupo de pueblos de la Edad del Bronce que migraron hacia Oriente Próximo durante el 1200 a. C. Navegaban por la costa oriental del Mediterráneo y atacaron Egipto durante la dinastía XIX y especialmente en el año octavo del reinado de Ramsés III, de la dinastía XX. Algunos estudiosos los hacen responsables del hundimiento de la civilización micénica y del Imperio hitita, a finales del siglo XIII a. C., dando lugar al comienzo de la Edad Oscura, pero esta hipótesis es controvertida. La Edad Oscura es el periodo de la historia de Grecia que transcurre desde el colapso del mundo micénico (entre 1200–1100 a. C.) hasta la época arcaica griega (siglo VIII a. C.), caracterizado por la escasez de fuentes que hacen muy difícil la reconstrucción de las realidades históricas del mencionado periodo. Algunos grupos incluidos en la lista egipcia de los pueblos del mar son los  lukkas, los shardanas, los habiru, alasiyas, meshuesh, danunas, los ekwesh, teresh, shekelesh, pueblos del Gran Verde (el mar)...




Fuente: Gran Historia Universal, tomo II: Civilizaciones fluviales. Ediciones Folio, S.A., 2.000

      Hay una serie de hipótesis sobre la identidad y los motivos de los pueblos del mar en los documentos encontrados. Unos afirman que provienen de la pentápolis filistea, una cultura de origen extranjero surgida a finales de la Edad de Bronce, con elementos procedentes del Egeo y una cerámica de estilo micénico HR III C. Otros afirman que son pueblos minoicos, procedentes de Creta, que se asentaron en el Levante mediterráneo, como los tjeker y los peleset (filisteos).  Una hipótesis, menos clara, dice que fueron emigrantes griegos, concretamente aqueos, que se pueden identificar con los denyen y los ekwesh, basándose en la similitud entre el equipamiento guerrero, sobre todo los cascos. Algunos también incluyen a los shardanas y shekelesh, afirmando que los pueblos griegos migraron al mismo tiempo y momento a Cerdeña y Sicilia. La guerra de Troya es la historia, según Carl Blegen, del saqueo por pueblos del mar griegos. Sugiere que Ulises representa a los cretenses nómadas que volvían a su hogar tras la guerra, que habían luchado en Egipto y que fueron obligados a servir allí al ser capturados.

      La posibilidad de que los tereshestuviesen relacionados tanto con los tirrenos, como con la cultura etrusca, como con los taruisas, nombre hitita que posiblemente se refiera a Troya, fue sugerida por los estudiosos hace tiempo. El poeta romano Virgilio apuntala esta opinión cuando describe a Eneas huyendo de Troya para llegar al Lacio y fundar un linaje del que nació Rómulo, primer rey de Roma. Teniendo en cuenta las conexiones de Anatolia con otros pueblos del mar, como tjeker y lukka, Eberhard Zangger comenta que los pueblos del mar pueden haber sido los troyanos y sus aliados, y la tradición literaria de la guerra de Troya bien puede reflejar el esfuerzo griego para contrarrestar sus ataques.

      Otra teoría sugiere que los pueblos del mar fueron las poblaciones de las ciudades-estado pertenecientes a la civilización micénica, que se destruyeron unas a otras en una desastrosa serie de conflictos que duraron varios años. No hubo invasores externos y con solo unas pocas incursiones fuera de la parte de habla griega del Egeo. Teniendo en cuenta las enemistades entre las grandes familias de las ciudades-estado micénicas, la hipótesis de que los micenos se destruyeron entre ellos tiene una larga historia, y encuentra apoyo en historiador griego Tucídides. Otros afirman que son pueblos ítalos basándose en las posibles conexiones entre los shardana con Cerdeña, shekelesh (sículos) con Sicilia y teresh con los tirrenios, aunque antiguas, se basan solo en las similitudes etimológicas. Otra teoría afirma que los Pueblos del Mar fueron lidios de Anatolia que invadieron otros lugares debido a la hambruna que asolaba su país por la sequía.

      En resumen, los pueblos del mar citados, y sus hipotéticos orígenes, son los siguientes:

      Los shardana o sherden, cuyo nombre puede relacionarse con el de Cerdeña (Sardinia, Sardegna), y la cultura sarda de los nuraga megalíticos, las figurillas broncíneas que representan a guerreros se asemejan notablemente a los grabados de Medinet Habu y a otros restos chipriotas. También se ha propuesto para ellos un origen de Siria del norte.




      Los lukka, que aparecen en textos amarnienses, procedían de Licia. Vivían de sus potentes flotas, costeando Chipre y el sur de Anatolia y realizando acciones de piratería. Parece que los hititas los consideraron como un verdadero Estado litoral.

      Los ekwesh o akawasha podrían ser los ahhiyawa de los hititas y es verosímil que se trate de los aqueos micénicos, griegos, acaso ya establecidos en el occidente anatolio (la Mileto griega podría ser la Millawanda/Millawata de los textos hititas) y que es la teoría más aceptada. Sin embargo, las principales dudas sobre su origen proceden del dato de que los ekwesh estaban circuncidados.

     Los teresh o tursha, a los que se ha puesto en relación con el topónimo mencionado por los hititas de Taruisha y también con los tirrenos o etruscos. Algún autor, en cambio, pone su nombre en relación con el hebreo Tarshish y con el hispánico Tartessos, pero esta hipótesis goza de poca aceptación.

     Los shekelesh se han relacionado con Sicilia y los sículos. Este pueblo habría llegado a la isla tras ser rechazado en Egipto por Ramsés III.

     Los peleset son -con casi total seguridad- los filisteos. Aunque no aparecen en la documentación de Hatti, la Biblia les sitúa procedentes de Kaftor, que podría ser Creta. Presentan rasgos micénicos, aunque otros autores prefieren situar su origen en la Siria septentrional o en el Cáucaso.

     Los tjeker o thekel recuerdan el nombre de Teucro, legendario fundador de Salamina en Chipre, epónimo de los teucros (en la Tróade). Los relieves les atribuyen una indumentaria similar a la de los peleset. Quizá procedían de Anatolia, incluso pudieran ser los propios troyanos. Fueron mencionados por los hititas. Una hipótesis propone que fueron la rama marinera de un grupo en el que los peleset serían de tierra adentro.

     Los denyen podrían ser los anatolios danuna mencionados en El-Amarna. La semejanza con el nombre dánaos los relaciona con los aqueos, ya que es otro nombre de los griegos micénicos. Es posible que se aliaran con los peleset y los tjeker, compartiendo con ellos tierras y asentamientos. Probablemente se fundieron con los hebreos y en este caso serían los componentes de la tribu de Dan, que vivía del mar.

    Los weshesh podrían estar vinculados a Wilusa (Ilión-Troya en hitita), por lo que se ha sugerido que sean los restos de los pueblos troyanos.

      Campbell en sus obras “Mitología Occidental” y “Mitología Oriental” dice que los arioseran polígamos, patriarcales, orgullosos de sus genealogías, sucios, duros y habitaban en tiendas. Apacentaban ganado, cabalgaban sobre caballos y, en torno al 2000-1750 a.C. inventaron la rueda de radios y los carros ligeros. Enterraban a sus líderes tribales bajo un montículo junto con sus ayudantes y caballos, sacrificados, como los kurganes habían hecho antes que ellos. Rendían culto a los dioses del cielo, particularmente a los dioses del relámpago, de la tormenta, del viento, del sol y del fuego. La vista de estos hombres unidos a sus caballos debió de haber aterrorizado a la gente sobre la que se lanzaban, dando lugar tal vez a la imagen del centauro u hombre caballo.

      Entre las tribus semitas estaban los acadiosque controlaron las ciudades del sur de Sumeria con su rey Sargón (2300 a.C.); los amorreosbabilónicos, cuyo rey Hammurabi (1800 a.C.) redactó un famoso código de leyes. Otro grupo de amorreos destruyó Jericó en 1450 a.C., fueron sucedidos por los cananeos, que los siguieron a Palestina y Siria. Los hebreos son los sucesores de los cananeos, pero sucumbieron ante los asirios (580 a.C.) que habían tomado Babilonia en el 1100 a.C. Los dioses de los semitas habitaban en las nubes y sobre las cumbres de las montañas y arrojaban truenos, como los dioses arios.


"Thor en la batalla contra los gigantes", según Mårten Eskil Winge, 1872.

      Ambos pueblos invasores introdujeron la idea de una oposición entre los poderes de la luz y de la oscuridad, imponiendo esta idea sobre la antigua de que ambas partes formaban el todo, la unidad. Estos pueblos introdujeron la creencia en la separación absoluta entre la humanidad y la deidad. ¿Fue la dureza de la existencia en el desierto y en las estepas lo que indujo a las tribus nómadas el sentimiento de que la humanidad estaba condenada a estar enfrentada a los poderes de la naturaleza y a ser siempre derrotada por ellos? Trajeron a la literatura de la Edad de Bronce un sentido profundo de la futilidad de la vida, del carácter definitivo de la muerte, y una convicción fundamental de la culpabilidad humana.

      La destrucción que causaron las invasiones, así como su ideología, influyeron en los invadidos, quienes empezaron a desconfiar de la vida  y vieron que la muerte violenta campaba por doquier. Surgieron los guerreros y los granjeros se convirtieron en sus siervos. La mitología se contagió de la ética guerrera y comenzó a ensalzar las acciones bárbaras de unos reyes cuyas ambiciones territoriales los arrastraban aún más a la compulsión de la conquista y a esclavizar a otros pueblos.

7. El orden del patriarcado.

      En esta época surge la oposición entre el individuo y la naturaleza que es lo “otro” a conquistar. El mundo espiritual se situará fuera de la naturaleza. Todo lo bueno y noble reside ahora en los dioses trascendentes, mientras que la naturaleza (la Diosa) representa todo lo oscuro y lo negativo.

      Estos cambios también se tradujeron en el aumento del poder masculino, mientras que la mujer, que antes era propietaria y podían comprar y vender, después de 2300 a.C. en Sumeria había de consultar con sus maridos antes de vender o comprar nada. Además, en el norte acadio de Sumer (después Babilonia) los semitas consideraban a las mujeres como posesión del hombre, y padres y maridos podían mantener  o quitar la vida a sus hijas y esposas.





La lapidación (o la flagelación): En este punto el rigorismo musulmán fue también más allá del precepto divino: la flagelación a los adúlteros (Corán, 24,2). Pero Umar reinstauró la lapidación, ya practicada por los judíos y por el mismo Profeta. Ver: Ibn Hisham : Al-Sira al – nabawiya, vol. 4, p. 337; vol. 2, pp. 193-96. Tabari: Tafsir, Al-Nisa; Bukhari, Sahih, Kitab al-Hudud, vol.4; Malik bin Anis; Al-Muwatta, Kitab al-Hudud, vol. 2, p, p. 884; Muslim, Kitab al-Hudud, Raym al-Thaieb fi al-zina, vol. 11, p. 159). (Cf .waraqa@retemail.es Waraqa bin Israil). Fuente: Sancho Amigo


'Transi' del médico francés Guillaum d'Harcigny | Crédito: Wikipedia.



“Transi » de René de Chalon por Ligier Richier (1547). Expuesto en la iglesia de Saint-Étienne en la ciudad de Bar-le-Duc en France. Créditos: Mors

      Otro cambio ocurrió hacia el 2500 a.C., cuando la muerte se llegó a ver como el final absoluto y lo opuesto a la vida. La muerte se convirtió en algo espeluznante, despiadado y carente de promesa de renacimiento alguna. Las enormes consecuencias de esta cosmología se reflejaron en el incremento asombroso de derramamientos de sangre y de guerras, donde parece que la constante celebración de la matanza del enemigo podía explicarse psicológicamente sólo mediante la antigua idea del sacrificio ritual. El sacrificio del otro en la guerra servía de sustituto de la propia muerte, y la aniquilación de la tribu opuesta garantizaba la renovación de la vida en la propia.


8. El ritual del sacrificio.

      Frazer dice que el hombre primitivo posee un instinto natural de inmortalidad y “concibe la vida como una energía de tipo indestructible que, al desaparecer de una forma, debe necesariamente reaparecer en otras, aunque en la nueva forma no necesite ser inmediatamente perceptible para nosotros; en otras palabras, infiere que la muerte no destruye el principio vital, ni siquiera la personalidad consciente, sino que meramente se transforma ambas en otras formas, que no son menos reales porque eluden habitualmente la evidencia de nuestros sentidos” ( Sir James G. FrazerThe Goleen Boush”, vol. 8 “The Spirits of the Corn and the Wild”, pp. 261-2).

       La imagen de esta energía que nunca muere se plasmó en la figura de la madre dando a luz perpetuamente, que podemos ver en las figuras neolíticas de Çatal Hüyük.       Esta energía constituye una unidad. En la matanza de un animal, en la perturbación del suelo y al arrancar las cosechas, el hombre primitivo entendía que estaban violando esta unidad, por lo que idearon rituales que restaurarían mágicamente lo que se había perdido. Se tenía la sensación de que “matar” y “comerse” el cuerpo divino de la madre tierra era un sacrilegio que requería rituales de reparación que atrajesen su buena voluntad y eludiesen su ira. Escribe Neumann que los rituales de sacrificio responden a la necesidad de restaurar una unidad perturbada (The Origins and History of Consciousness).





Un sacrificio humano, según una ilustración del códice Historia de los indios de Nueva España, de Fray Diego Durán (1537-1587). Madrid. Biblioteca Nacional.

      La palabra “sacrificio” deriva del latín “sacer facere”, es decir, “hacer completo o sagrado”, en el sentido de restaurar al todo algo que se ha perdido con el objeto de permitir que la vida continúe. La renovación de la vida se asociaba con el derramamiento de sangre ya desde el Paleolítico, cuando se cubrían los cuerpos con ocre rojo para ser sepultados en sustitución de la sangre, y se pintaban con él los cuerpos esculpidos de las diosas como la de Laussel. La sangre aparecía cuantiosamente en los misterios del parto de las mujeres. Por eso se percibía la sangre como la propia fuerza de la vida.


      Para el hombre primitivo no existe la muerte. Lo explica Joseph Campbell en “Myths to Live By”: “Si la sangre de un animal al que se ha matado se devuelve a la tierra, llevará el principio vital de vuelta a la madre tierra para su renacimiento, y la misma bestia volverá en la próxima estación para ofrecer su cuerpo temporal de nuevo. A los animales que se cazaban se les ve de esta manera como víctimas voluntarias que dan sus cuerpos a la humanidad, con la condición de que se celebrarán los ritos adecuados para hacer retornar el principio de vida a su fuente”.

      En el Neolítico se creía que la sangre de la victima sacrificada al caer y empapar la tierra se producía su fertilización, haciendo crecer las cosechas. De modo similar, se creía que al pegar o golpear a la victima con ramas, brotes u hojas, a menudo en los órganos genitales, se transmitía la energía vital de la victima a la tierra o al cultivo específico para cuyo crecimiento era sacrificada.



Sacrificios humanos mostrados en el Códice Magliabechiano. Pág. 141


      En la Edad del Bronce la idea de que la muerte es necesaria para renovar la vida se manifiesta en la imagen de la Diosa madre y su hijo-amante. La aparición del hijo masculino lo podemos encuadrar dentro del proceso de individualización del ser humano. La consciencia humana se separa gradualmente de la matriz original (matriz significa “mater, madre”), lo cual se expresa haciendo aparecer un joven dios, que viene a simbolizar esta nueva consciencia. En esta época el principio generador de la creación se separa de la Diosa madre, identificándose con el dios, que ahora es el aspecto de vida y muerte del todo atemporal, de la matriz. Cuando el vástago es hembra, la hija es la nueva vida inherente a la antigua: la Diosa. En los mitos el hijo-amanteo la hija desaparecen en el inframundo mediante una muerte impuesta, y luego se las encuentra o resucita, al menos de modo parcial. ¿Significa esto un intento por comprender cómo las vidas particulares parecen ir y venir, mientras que la vida en sí nunca se agota? El gradual “devorarse” o “desmembrarse” de la luna durante su fase oscura podría haber sido la imagen que sugirió la idea de la necesidad de la muerte para renovar el principio de la vida. La tribu representaría la fase oscura de la luna como imagen de la vida moribunda, y sacrificaría una victima que representaba a esta luna moribunda, sepultando las partes del cuerpo en la tierra (la Madre), para asegurar que el principio de la vida persistiese y que las cosechas volviesen a brotar. Osiris se desmiembra en catorce trozos, el número de días de la fase menguante. Jonás en la ballena o Jesús en el infierno permanecen tres días allí, el número de días en que desaparece la luna y el cielo está negro.




Jonas y la ballena, de Justus Jonas d. Ä. (1493-1555)
Créditos: Universitätsmatrikel in Erfurt Justus. AboutBibleVideos

      ¿Qué es lo que ha fallado en el pensamiento humano que conduce al sacrificio humano o animal? La pérdida de fe en la Diosa y su creencia fundamental, la inmortalidad, conduce al individuo a la desesperación. “La irrevocable desorientación de la humanidad al darse cuenta del hecho de la mortalidad” (“El mito de la diosa” Pág. 194). Es en ese momento en que nace el Espíritu como algo separado de la Naturaleza. El acto de la humanidad de tomar consciencia de que es una criatura distinta del animal y de las plantas rompe la totalidad del orden divino al dividir la consciencia en la dualidad del que percibe y de lo percibido. Esto ocasiona una herida que el ser humano intenta curar eliminando la separación que hay entre nosotros (naturaleza humana) y nuestra naturaleza animal. La gran Madre servía de imagen de la Totalidad originaria y su hijo era la imagen de la parte separada de la totalidad originaria. Cuando el ciclo de la luna se experimenta de modo mítico, la parte (el hijo) muere y se reúne con su madre (la Totalidad), naciendo una nueva parte de esta unión. El mito proporciona tranquilidad de que la muerte no es el final, sino una mera fase de un ciclo mayor.  Este mito, y todas las imágenes de la Diosa, pueden verse como la respuesta a la necesidad humana de pertenecer a la totalidad y el miedo de acabar aislado de ella irrevocablemente.

      Los rituales de sacrificio de animales o seres humanos se hacían par restablecer el sentimiento perdido de Unidad, pero nunca consiguieron curar la herida, porque el hombre no reconoció (no hizo consciente) que tenía una herida y se limitó a representar los ritos literalmente, matando una victima e identificándose (él, que es simple bíos, una parte) con la zoé, al otorgarse el poder de la Diosa. La parte se olvida que sólo es una parte y se cree el todo, con lo que el ser humano es liberado en apariencia de la complejidad de la condición humana al jugar el papel de la deidad. La muerte de un animal o de un ser humano es una forma de compensación del sentimiento de impotencia frente a fuerzas que no se podían comprender ni controlar. Sobre esto veremos el terror que le causa al hombre el no saber, el no  comprender algunas cosas, como explica Cliford Geertz: el miedo a lo desconocido. El acto de sacrificio en el que un ser humano mata a otro es un síntoma de un desorden radical de la psique en el que la persona, o la tribu, se arroga los poderes de la deidad. Psicológicamente esto es un mecanismo de defensa incosciente contra el miedo, expresada en el doble reflejo de la “negación” y de la “inversión”: “No tengo miedo y soy poderoso”. Campbelldenomina a este mecanismo “inflación mítica” y considera la práctica del sacrificio como la expresión más antigua de lo que se llama “psicosis”. La psicosis es la última defensa contra el terror incosciente.

      En el ritual de sacrificio los seres humanos proyectan y canalizan su miedo a la muerte en un hombre o animal específico, con lo que la matanza de este particular ser vivo es al mismo tiempo la de sus propios miedos, pues la muerte del otro sustituye a la de estos últimos. Si el miedo se hace consciente se aclara que es de creación propia y que no existe en la naturaleza de las cosas, por lo que es el miedo mismo lo que ha de ser “sacrificado”, con lo que se consigue la reunión con el todo del que su propio miedo les había separado.

9. El sacrificio del rey dios: ritual regicida.

      Por todas partes del mundo se cree que existe un misterioso proceso por el que el Uno se tornó lo múltiple, permaneciendo todavía Uno (Edgar WindPagan Mysteries of the Renaissance”). Lo múltiple, en tanto que manifestación temporal del Uno, puede morir, mientras que el Uno no tiene fin. Este proceso misterioso está representado por el mito del ser divino cuyo cuerpo es “dado” como creación y alimento para la raza humana.

       Existen rituales agrícolas de la siega en los que se seleccionaba una victima para personificar al cereal agonizante, la luna menguante y la muerte del viejo año. Su sacrificio permitía la renovación de la fuerza vital. Sugiere Frazer que en un tiempo este papel lo jugó el rey, que a su vez jugaba el papel del dios (Ver CampbellPrimitive Mythology”. Frazeren “The Golden Bough”. Vol 4. The Dying Go. Mircea EliadeHistoria de las Creencias y de las Ideas religiosas”).

      Frazer dijo que al final de un periodo fijo, así como en tiempos de especial adversidad, para restaurar la Unidad y revificar el tiempo se sacrificaba al monarca, sumo sacerdote o a una chiquilla o un niño. El rey o el sumo sacerdote personificaban la energía de la vida. Cualquier signo de enfermedad o debilidad del rey amenazaba el curso de la naturaleza y la continuidad de la vida. El sacrificio del rey “viejo” aseguraba entonces que se detuviesen las fuerzas de la decadencia, al igual que el establecimiento de un rey “joven” o nuevo renovaba la vida para toda la comunidad.

     Estos ritos han perdurado hasta el siglo XX. En las fiestas de primavera la “muerte” –en la figura de un anciano- se “llevaba fuera”, a la vez que otra vestida con hojas, musgo y cortezas de árbol (el “hombre verde” de muchas leyendas), simbolizando la primavera y renovación de la vida, se “traía dentro”. La matanza de dios, de su encarnación humana, era necesaria para renovar la vida. Este ritual de la matanza de dios se observa en el cristianismo cuando al final del invierno se celebra un tiempo de duelo (la cuaresma) que precede a la muerte y resurrección del dios (Cristo), con el advenimiento de la primavera. En las procesiones de Semana Santa  los penitentes “salen al lado de carrozas adornadas con flores que transportan las imágenes de la virgen María y de Jesús” (“El mito de la diosa”, Pág. 196).

      El mismo rito del duelo por la muerte de dios se observa en el mes del Ramadán islámico y en la Pascua judía. Estas ceremonias son legados de un tiempo en que el sacrificio humano se llevaba realmente a cabo, como en la práctica del regicidio y en el ofrecimiento de los primogénitos, junto con el sacrifico de articulaciones de dedos y prepucios. En distintos momentos de la historia de las diversas culturas, los animales comenzaron a reemplazar a los seres humanos en el ritual religioso.



Códice Mendoza, folio 60: Castigos a los niños de 11 a 14 años. Nótense las lágrimas del niño y el signo de amonestación en la boca del padre.

      En opinión de Frazer el hombre o animal a sacrificar era también chivo expiatorio y con su muerte alejaba todas las aflicciones de la humanidad: enfermedades, hambrunas e influencias malévolas. Frazer sugiere que hubo antaño dos rituales separados. El primero era la costumbre de matar al dios humano o animal con el fin de salvar su vida divina del debilitamiento provocado por las mermas de la edad. El segundo era la costumbre de organizar una expulsión general de males y pecados una vez al año. Cuando a las gentes se le ocurrió combinar estos dos usos, el resultado fue el empelo del dios que muere como chivo expiatorio: el dios asesinado era cargado con el peso de los pecados de la gente y sus sufrimientos para que pudiera llevárselos consigo al mundo desconocido de ultratumba. Frazer ve en las ejecuciones de criminales los restos del ritual regicida: Cuando una nación se civiliza, si no cesa todo sacrifico humano, al menos selecciona como víctimas sólo a los miserables a quienes se daría muerte en cualquier caso. Así, se puede confundir en ocasiones la matanza de un dios con la ejecución de un criminal” (FrazerLa Rama dorada”). 



Lapidación de un adúltero en un patio de tecpan. Probable Codex Florentino
Dibujo del libro Educacion de Los Aztecas escrito por Fernando Díaz Infante

      “La práctica degenerada de sacrificar a otro con objeto de justificar una idea e implícitamente salvarse uno mismo podría subyacer tras la caza de brujas y la quema de herejes, así como en los actos contemporáneos de terrorismo” (“El mito de la diosa”. Pág. 197). De la soltura con que puede justificarse la barbarie humana en los términos de que es necesario el sacrificio del delincuente para que pague sus penas, para que la sociedad funcione  mejor…, se deduce que se necesita un esfuerzo importante para percibir el acto de arrancar la vida de otra persona como algo moralmente malo.

10. El sacrificio en la Edad del Bronce.

       En la primera Edad del Bronce se requería la muerte del rey para renovar la fertilidad de la vida. Más adelante, según las pruebas de los enterramientos de Ur, parece como si la muerte natural del rey o la reina (o incluso el sacrifico) requiriese el sacrifico ulterior de sus cortesanos.

      Sir Leonard Wooley, que halló estas pruebas en Ur, dice que el sacrifico humano se limitaba a los funerales de los  personajes de la realeza, los cuales eran enterrados vivos junto con su señor. Ni reyes, ni reinas, ni cortesanos parecen haber sufrido en estas sepulturas reales ni haber muerto en contra de su voluntad (estado de identificación mítica con su monarca). Debieron de darles una bebida soporífera antes de enterrarlos vivos, afirma Sir Leonar Woooleyen “Ur of the Chaldees”.

11. La guerra como sacrifico ritual.

      El sacrifico de las víctimas de guerra es una variante de la idea arcaica del sacrifico. Como hemos visto el miedo es lo que articula los rituales de sacrifico, por lo que las sociedades que se sienten amenazadas, ya sea por fuerzas naturales o por ataques del exterior, aliviarán su miedo sacrificando a otros. La exterminación absoluta de otros pueblos –ahora denominados el “enemigo”- se convirtió en un nuevo modo mágico de eludir la muerte, y se creía que la sangre vertida en la batalla por el enemigo “fertilizaba” la vida del propio grupo tribal e incluso que incrementaba la “potencia divina” del mismo rey.
  



La estela de  Naram Sin (c. 2300 a.C., susa). Naram Sin, de Acad, portando la corona de cuernos de un dios tras la victoria sobre  los lullubianos. Un cautivo en el centro parece haber sido lanzado hacia abajo.

12. La degeneración de la Diosa madre.

      La vida y la muerte ya no se consideran dos aspectos complementarios de la totalidad divina. La una traía esperanza y gozo, la otra desesperación. Las aguas subterráneas, antaño repletas del poder generativo de la Diosa, se redujeron ahora a un río de la muerte (NeumannThe Great Mother”, en su libro describe a la Diosa ya dividida). La diferencia radical entre la “buena madre” y la “terrible” pertenece a las tribus arias y semitas, no al Paleolítico ni al Neolítico. La vieja Diosa madre europea daba la vida a los muertos. A partir del 2000 a.C. asirios y babilónicos representan el inframundo con todo lujo de detalles espantosos. Los muertos son consignados a regiones oscuras convertidos en espíritus condenados a la existencia más mínima que la mente humana pueda imaginar. En el Poema de Gilgamesh podemos ver una visión desesperada de la muerte:

      “Allí está la casa donde se sienta la gente en la oscuridad; polvo tienen por comida y barro por carne. Vestidos como pájaros con alas para cubrirse no ven la luz, se sientan en la oscuridad” (N.K. Sandars (ed.) “The Epic of Gilgamesh”, Penguin Books-Penguin Classics, Harmonds-Worth 1960). 



      Esta visión del Poema de Gilgamesh anticipa la imagen de la Odiseaen la que los muertos aparecen como “los incorpóreos espectros de los hombres”. Vemos como las tablillas asirias habla de un oscuro Apocalipsis en el que los ángeles son todos demonios. Los muertos dejan de ser los guías ancestrales, los consejeros de los vivos, quienes proporcionan abundancia a su tribu, y se convierten en seres horribles que se arrastran por el barro en el inframundo. Tanto arios como semitas son nómadas que realizan grandes migraciones, dejando a sus muertos abandonados a grandes distancias. ¿Puede esto causar más desesperación?

      De otro lado, la antigua visión neolítica continuó en Egipto, lo que tuvo algo que ver con el hecho de que Egipto no sufriera invasiones masivas. Los egipcios no se llenaban de terror y desesperación ante la perspectiva de la muerte, sino de la esperanza de poder entrar en los campos del paraíso.

13. La diosa de la guerra.

      Cuando la imagen unitaria de la Diosa se divide surge una “diosa de la muerte”, pronto esta diosa se convierte en la diosa de la muerte de los otros, en una “diosa de la guerra”. La diosa ahora lleva miedo al corazón y la destrucción a los que son llamados enemigos; “ella bebe la sangre de las víctimas que fueron antes sus hijos” (“El mito de la diosa”. Pág. 202). El rey le ofrece sacrificios par aumentar sus conquistas. La diosa se convierte en sirviente del deseo de poder del rey.



Innana-Istar como diosa de la guerra (c. 2000 a.C.)

      En Egipto también surgió una espantosa imagen de la Diosa como una leona “cuya melena desprendía el humo del fuego, cuyo lomo era del color de la sangre, cuyo semblante resplandecía como el sol, cuyos ojos de fuego brillaban” (“El mito de la diosa”. Pág. 203) y  gustaba de realizar grandes matanzas de hombres: era la diosa Sekhmet. Para detenerla en sus matanzas se la emborrachaba vertiendo 7000 jarras de cerveza, tintadas de tojo, sobre el campo.



Representaciones de la diosa egipcia Sekhmet



14. Inflación mítica.

      Campbell define el estado de inflación mítica como la “exaltación del ego en la postura de un dios” (“Oriental Mythology”). Los individuos asumen los poderes y atributos que creen que pertenecen a la divinidad, hasta el punto de creer que dicha deidad está encarnada en sus propias personas, o que están llevando a cabo el deseo de la misma. El rey Sargón de Acad fue la primera manifestación de una persona atacada de “inflación mítica”, creyéndose de origen divino, lo cual, además, legitimaba su mandato.




Cabeza de Sargón I, c. 2300 a.C.



15. La “gran inversión”. Comienzo de la épica.

      El hombre sufre terror, no ante la naturaleza, sino ante la muerte a manos de otros seres humanos, porque durante los milenios III al I a.C. se produce una oleada de barbarie que podemos detectar en la destrucción de murallas, ciudades, grandes matanzas de seres humanos y la esclavitud de muchos de ellos. Estos acontecimientos calamitosos provocaron lo que Campbell denomina la “gran inversión”, cuando la muerte terminó siendo aceptada y bienvenida como rescate del sufrimiento que provocaba este terror, y dejó de ser experimentada como una continuación del prodigio de la vida.

      Se construyeron grandes murallas y aparecieron los reyes poderosos, con cuyo ascenso y narración de sus hazañas comenzó la épica a existir, para celebrar las proezas del gobernante guerrero. La destrucción de las ciudades en las guerras se experimentaba como la furia o el odio de un dios contra el pueblo arrasado, y  su imagen simbólica era la del dios del viento huracanado.

      En el 2200 a.C. aparece en Egipto el lamento de un hombre en forma de dialogo con su alma, quien anhela la muerte como liberación del horror de la vida:

¿A quién puedo hablar hoy?
Los hermanos son malignos
Y los amigos de hoy no son cariñosos.
De avaricia está llenos los corazones
Y todo el mundo se apega a los bienes de su vecino.
El hombre amable ha perecido
Y a todas partes va el hombre que carece de escrúpulos.
¿A quién puedo hablar hoy?
El malhechor es un amigo íntimo
Y el antiguo hermano de acción se ha vuelto un enemigo.
Ninguno recuerda el pasado
Y quien solía hacer el bien carece de ayuda.
Las caras se vuelven
Y cada hombre mira de reojo a sus hermanos.
La muerte está hoy ante mí,
Como la llegada de la salud a un enfermo,
Como entrar en un jardín tras una enfermedad.
La muerte está hoy ante mí,
Como el aroma de la mirra
Como balancearse bajo una vela en un día de viento.
La muerte está hoy ante mí,
Como el despejarse del cielo,
 Como un hombre que busca algo que desconoce.
La muerte está hoy ante mí,
Como cuando un hombre anhela ver su casa
Tras muchos y largos años de cautiverio.

(“El diálogo de un hombre con su alma”, versión de un poema egipcio compilado por Anne Baring y Jules Cashford a partir de traducciones del papiro de Berlín 3024).

      A medida que la imagen de la muerte se vuelve cada vez más espeluznante y sin redención, la necesidad de alcanzar la inmortalidad durante la vida terrestre se hace más urgente. El heroísmo fue una reacción ante el poder de la muerte, vencida por la fama inmortal de un hombre. El mito del héroe es un mito solar en el sentido en que es una imitación en la tierra de la conquista por parte del sol de los poderes de la oscuridad en el cielo, tal como se percibía ahora la llegada del amanecer. El héroe está solo ante la fuerza antagónica, apoyado por su padre sol en el cielo. El Poema de Gilgameshes la primera historia de un héroe.

      La humanidad está pasando por una etapa de evolución en que la gente debe tratar de conocer más, de adquirir conocimientos sobre si misma, y  se despreocupa de ser. En esta etapa la gente tiene que perder su sentido de la relación con el Todo con el fin de descubrirse a sí mismos como individuos, más allá de las funciones como miembros de una comunidad o tribu. Mitológicamente esta transición puede expresarse como la conversión de la diosa en un dios. 





Inanna-Ishtar: la Diosa mesopotámica

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      Su corona astada albergaba en el centro un cono que representaba la montaña sagrada, símbolo de las divinidades sumerias, así como el vestido de flecos y franjas. La estrella de ocho puntas del cilindro superior es el planeta Venus, considerado “hija” de la luna. La diosa apoya un pie sobre un león. Lleva un bastón con serpientes entrelazadas, junto con sus alas, símbolos que demuestran que desciende de la Diosa pájaro y de la Diosa serpiente neolíticas.


Inanna como reina del cielo y de la tierra (sello cilíndrico período acadio, c. 2333-2154 a.C.)




Cilindro mesopotámico con la imagen, en el centro de la diosa Inanna-Istar



An-Ki, la “montaña cósmica”, el templo sagrado


       Inanna o Istar (llamada así en el norte de Sumeria) es una de las tres grandes diosas de la Edad del Bronce, junto con Isisde Egipto y Cibelesde Anatolia. Inanna es el eslabón que conecta a la Gran Madre del Neolítico con la Eva bíblica (su nombre recuerda al de Ana, la madre de la Virgen), con Sofíay con María. Su iconografía conforma las raíces de Sofía -la Hokmá o “Sabiduría” hebrea-, la Gran Madre de los gnósticos e, incluso, de la Sekiná medieval de la cábala judía. Veamos un himno sumerio dedicado a la diosa y veremos como nos recuerda a los himnos de la virgen María:

“¡Digo ‘¡salve!’ a la sagrada que aparece en los cielos!
¡Digo ‘¡salve!’ a la sagrada sacerdotisa del cielo!
¡Digo ‘¡salve!’ a Inanna, gran señora del cielo!”

      De la misma manera, la cultura sumeria es la fuente de la que surgirán el “jardín del Edén”, el  diluvio universal, la tradición sapiental y el Cantar de los Cantares. En Sumeria se cuenta la historia de que al principio existía Nammu  -la diosa de las aguas primordiales- sobre las que se formó (en el mar) una montaña cósmica que procedía de la unión del dios del cielo, llamado An (Anu en acadio) y de la diosa de la tierra, llamada Ki (es decir, que parió a An-Ki: cielo-tierra). An y Ki trajeron al mundo a Enlil (dios del aire o del aliento) y a Enki(señor de la tierra); el primero separó el cielo de la tierra y se llevó a su madre (Ki) para desposarla.  De esta manera Enlil ocupa el lugar de la Diosa como creador y su morada es ahora el templo que antes fue el cuerpo de la Diosa, es decir, la “montaña primordial”. La creación no nace de la madre, ahora es obra de la “palabra” (aliento) que otorga a todas las cosas su ser al nombrarlas.




Imagen del dios Enki, portando sus símbolos característicos el ave, la cabra y las corrientes de agua.



J. Brueghel I y P. P. Rubens, ” El paraíso terrenal y la caída de Adán y Eva”, c. 1615

      Enlil y Ki crearon los animales y las plantas. Los hombres fueron creados por Enki  para servir a los dioses. Enki,  conocido como Eaen las mitologías acadia y babilónica, señor de la tierra, es hermano del dios Enlil, e hijo de An. Su misión será la de crear a los hombres (junto con su esposa Ninmah) e impulsar a otras divinidades para que los creen. Ofrece a los humanos las artes, oficios y medios técnicos para la agricultura. Llamado Ea por los acadios, es el guardián de las leyes divinas y del me -el orden sin el caos, el gran atributo de la civilización el poder de los dioses-. Su ciudad era Eridu. Se le representa a menudo como un ser con cuerpo de pez del que surge una cabeza humana y con pies similares a los humanos.



Sello sumerio con Enlil, Ninmah, Enkí y Isimud (el dios mensjero)

  
       Kicreó con  la costilla de Enki una diosa, Nin-ti, que significa mujer de la costilla (Eva). Una mala traducción añadió todo lo demás. Enki creó un lugar donde el hombre podía vivir sin miedo a los animales (serpientes, hienas, escorpiones o leones) un lugar sin terror, pero Enki descubrió un comportamiento inadecuado en los humanos y los expulsó del paraíso (Dilmun).



Ninti, conocida como la madre de todos los vivientes, es la Eva del cristianismo


       Enlilencargó el verano (dios Eles) y el invierno (Enten), adjudicándole a uno las cosechas y la agricultura y al otro los animales y el ganado, pero terminaron disputando por ello. Lo mismo que sucedió entre Ashnan (diosa del grano) y Lahar(diosa del ganado) quienes se pelearon después de una borrachera y Enlil y Enki tuvieron que mediar entre ellos. Estos personajes nos recuerdan la historia de Caíny Abel. En la mitología sumeria se habla de un Diluvio Universal, una historia que nos cuenta la historia a que durante 7 días y 7 noches llovió sin parar, comenzando a inundarse la tierra, pero Ziusudra, avisado por el dios Utu, creó un barco donde guardó ejemplares de semillas y animales, pudiendo salvarse de la inundación. Cuando dejó de llover, y apareció el sol, Ziusudra hizo el sacrificio de una oveja al dios Utu.



Los cilindros de estampación nos dan información sobre la cultura sumeria

      Inanna es la diosa del cielo y de la tierra. Sus joyas de lapislázuli  reflejan el azul del cielo y el azul de las aguas insondables del espacio que los sumerios llaman las “profundidades”. Lleva en la cabeza los cuernos de la luna. Se le conoce como la “verde” por el ondulado mar de verde cereal que la tierra luce como un manto en primavera. Otra de sus epifanías es como conductora de un carro tirado por leones. 




      Los himnos sumerios de la Diosa anunciaban los que hoy todavía se ofrecen a María, reina virgen del cielo. Los atributos de la diosa eran, al igual que los de María, la luna creciente y la estrella matutina y vespertina (Venus). El consorte de Inanna (Dumuzi, semidiós y héroe de Uruk) moría, y descendía al inframundo cada año, fulminado por los rayos abrasadores del sol de julio que resecaban y achicharraban la tierra. Ascendía de nuevo bajo la forma de los primeros brotes de cereal que anunciaba la renovación de la fertilidad de la tierra. María tiene un hijo que sufre una muerte sacrificio, desciende al inframundo y resucita de entre los muertos. La diosa doliente y el dios agonizante que aparecen juntos en el mito lunar, ha sido conservado en los rituales de la Iglesia que saludan el nacimiento del hijo de una madre en Navidad, llora su muerte en Viernes Santo y celebra su resurrección el Domingo de Pascua.




Relieve Burney o de La Reina de la Noche. Representación de Ishtar/Ianna (a veces Lilith o Ereshkigal) en el Museo Británico. Siglo XIX o XVIII a.C.

      Se han conservado cinco sellos del periodo acádico (2334-2154 a.C.) que representan a una diosa y su hijo: uno muestra a la diosa alzando al niño sobre su regazo. La presencia de la estrella de ocho puntas y la luna indican que se trata de la Diosa. Las dos figuras que se aproximan a la madre y al hijo, junto con la estrella, anticipan la imagen del Belén y la adoración de los Reyes Magos.





Sumeria.

      Como hemos dicho la diosa sumeria Inannatiene su equivalente semítico en Babilonia: Ishtar. La cultura sumeria, conocida desde hace 150 años, es importante porque el Antiguo y Nuevo Testamento están plagados de imágenes procedentes de Sumer a través de las culturas babilónicas, asiria y cananea. La mitología de griegos y romanos es testigo del legado de las imágenes sumerias.



Reconstrucción de la civilización sumeria al lado del río Tigris

      Smith descubrió en Nippur las tablillas que contienen el relato del Diluvio; Layard excavó Nínive y Woolley descubrió los enterramientos de Ur. Los orígenes de los sumerios y de su lengua, que no es semítica ni indoeuropea, son todavía un misterio. Llegaron al sur de Mesopotamia absorbiendo las habilidades técnicas de los pueblos indígenas que allí estaban asentados. El área en torno a Basora, en la frontera de Irán-Irak fue testigo del nacimiento de esta civilización. Woolley resalta la intensidad del influjo sumerio en el IV milenio sobre Egipto. Uruk, la ciudad de Inanna, surgió en el 5000 a.C. El norte (Nippur, Acad, Babilonia…) tenía una población semita ya asentada en la zona cuando llegaron los sumerios, aceptando su dominio. Pero terminaron rebelándose y hacia 1750 a.C., con Hammurabi, el sur sumerio fue eclipsado. Los babilónicos (Hammurabi) conservaron la cultura sumeria, traducida a su lengua, el acadio. Así fue como Ishtar heredó la iconografía y los dramas rituales de Inanna. En principio, el Diluvio era una historia asiria, hasta que se encontró su origen babilónico y, finalmente, sumerio.




Ídolo primitivo mesopotámico que nos recuerdo a una diosa-huevo

       La mitología sumeria surge de la fusión de cuatro culturas distintas. Se encuentran muestras de la iconografía de la Diosa madre en la cultura de El Obeid, pueblo desconocido asentado en la zona en el VI milenio a.C., con alfareros y artesanos de enorme talento. A parte de ellos está la cultura sumeria, que se llaman así mismos el pueblo “negro” o “de cabeza oscura”. Hasta hace poco en los manuales de historia se afirmaba que llegaron en la segunda mitad del IV milenio de una región no identificada con precisión, sin embargo, entre las numerosas hipótesis sobre su origen, la más aceptada hoy en día es la que argumenta que no hubo una ruptura cultural con el período de Uruk, es decir, que nadie llegó de fuera. En tercer lugar estaban los pueblos semíticos de lengua acadia(al norte) y, finalmente, en el III milenio a.C. se produjo una invasión de tribus indoeuropeas (arias) que introdujeron el carro de guerra tirado por caballos, y los guerreros a caballo. La llegada de tribus que adoraban a dioses celestes explica la triada sumeria de An, Enlil y Enki y el progresivo avance de Enlil (dios del cielo, del aire) hasta alcanzar la supremacía. Su ciudad era Nippur (acadios) y su poder era el de la “palabra” creadora, lo cual nos recuerda al dios bíblico Yahvé.



     Hacia 2400 a.C. aumenta el poder semítico acadio, en el norte, y la Diosa pierde poder, igual que las mujeres. Es la época en la que parece haber dos mitologías: la de la Diosa y otra reciente en la que empieza a dominar el Dios. Kramer dice que hacia 2400 a.C. la madre tierra (Ki) dejó de ser adorada como madre del cielo (Enlil). Todavía no está claro como y en qué fecha el dios hijo evolucionó hasta convertirse en dios padre.

      Los sumerios en el IV milenio a.C. descubrieron que el firmamento nocturno y las trayectorias de los planetas y las estrellas están sometidos a una regularidad matemática, la cual sería deseable como modelo para regular la vida humana. Se concibió el universo como ser viviente, como gran madre dentro de cuyo vientre existían todos los mundos, tanto el de la vida como el de la muerte. En los primeros poemas sumerios se refleja la alegría humana por el disfrute de la riqueza y el gozo del mundo material.

El templo sumerio como axis mundi.

      Los zigurats son torres escalonadas, símbolo del axis mundi, que en la Biblia son caricaturizados en la Torre de Babel. El templo sumerio estaba coronado por los cuernos de la luna creciente y del toro: su interior abarcaba las tres dimensiones del cielo, tierra y el inframundo. A comienzos de la civilización sumeria los mundos visible e invisible se consideraron una unidad. El zigurat servía para conectar la tierra con el cielo, lo visible con lo invisible. En su cúspide estaba el lugar en el que las dos dimensiones se encontraban, donde se celebraba el matrimonio sagrado (Hierosgamos) que las reunía, liberando así los poderes generativos que renovaban la tierra.




Zigurat de Ur-Nammu




Los restos del de la antigua ciudad de Dur - Kurigalzu,  en las cercanías de la actual Bagdad, que los viajeros antiguos identificaban con la Torre de Babel.
A la derecha, representación de la Torre de Babel de Abel Grimmer (1570-1619).

      El templo evolucionó a partir del establode vacas y el apriscode ovejas, imágenes del cuerpo de la Diosa, santuario donde tenían lugar los grandes misterios de la fertilidad. De ahí evolucionó al zigurat, montaña sagrada, como símbolo del cuerpo de la Diosa. El templo simboliza la montaña cósmica primordial que existía antes de la creación del cielo y de la tierra. También en el Neolítico, un montículo o montaña simbolizaba a la Diosa. Robert Graves nos habla del montón de cenizas que mantenía el fuego en su interior, del que deriva el omphalos griego. En la Edad del Bronce las tumbas colmena y el onfalós pertenecen a esta iconografía.

      Como la cueva paleolítica y el templo megalítico, el templo sumerio era a la vez útero y tumba. El santuario hueco bajo el templo –la cripta- era el inframundo y simbolizaba el útero de la diosa, donde misteriosamente tenían lugar los procesos de gestación y regeneración, y donde el dios sacrificado descansaba durante su sueño invernal “en la montaña”. De esta manera los animales que invernan, como el oso, la serpiente… pueden ser símbolos del inframundo.




Recreación de la vida sumeria al pie de un templo

La diosa Inanna: Nammu y Ki-Ninhursag.

      Antes de narrar la historia de Inanna es necesario mencionar a otras dos diosas. La primera de ellas es Nammu, diosa del océano o mar primordial, de la que deriva la diosa madre babilónica Tiamat. Los sumerios creían que el mar primordial era la fuente de la que emergió toda la creación. Nammu se representaba originariamente como diosa serpiente (su jeroglífico era el mar). La segunda en Ninhursag prototipo de la acadia Aruru.

      Nammu puede compararse con la imagen hindú de Ananta, la “interminable”, la gran serpiente del abismo cósmico, sobre cuyos anillos “descansaba” el dios Visnúentre avatar y avatar. La imagen de la Diosa como gran serpiente reaparece en el Budismo Mahayana (la salvación por la fe y la devoción), donde la serpiente Mucalinda sirve de trono a Buda, protegiéndolo de las fuerzas destructivas del universo. Esta imagen es la que subyace en la diosa sumeria Nammu como la gran diosa serpiente del abismo y su hijo Enki, que se convirtió en uno de los tres dioses principales: el dios de la sabiduría.



Visnú durmiendo sobre la serpiente Ananta (“Infinito”). Relieve del 425 d.C.



Visnú durmiendo sobre la serpiente Ananta




Diosa con cabeza de serpiente y su hijo en brazos (c. 4000-3000 a.C. Ur). La serpiente Mucalinda sirve de trono a Buda, protegiéndolo de las fuerzas destructivas del universo

      En Khafaje (Irak) se encontró un cuenco de esteatita labrado que muestra a la diosa de las serpientes y a la diosa de la regeneración (c.2700-2500 a.C.) La primera sujeta dos serpientes entre sus manos, como las diosas cretenses, y la segunda sujeta arroyos de aguas en cada mano (la serpiente simboliza el agua). También aparecen leopardos y leones, como en Çatal Hüyük.






Cuenco de esteatita labrado que muestra a la diosa de las serpientes y a la diosa de la regeneración (c. 1700-2500 a.C., Khafaje, Irak)

      La otra diosa es Kininhursag, hija de Nammu, o Ninhursag como se la conocerá posteriormente, era la diosa de la vida y la fertilidad. En Acad era llamada Aruru. En su origen fue la gran madre de un pueblo agrícola diestro en la artesanía, que había sido adorada como creadora antes que los dioses. En el 3000 a.C. en El Obeid tiene un templo dedicado. Dos leones de bronce custodiaban su entrada. En los frisos decorativos aparece como un águila con cabeza de león, entre dos ciervos, epifanía de la diosa como descendiente de la diosa de los animales y la diosa pájaro neolíticas.



Ninhursag, en  Tell al Ubaid, c. 2400 a.C.

      Ki-Ninhursag es la madre de todo ser viviente, además la del propio planeta, de la tierra y del suelo rocoso. Regía el nacimiento de todo, por lo que su emblema o ideograma es la (la u invertida o herradura) que simboliza el útero, el aprisco o el establo.  La comadrona divina de dioses, reyes, mortales y animales. Se ha sugerido que el lugar donde las mujeres se recostaban para dar a luz estaba asociado con el templo. Era la propietaria de todos los alimentos que se administraban y repartían desde el templo. Como dadora de leche se le representaba como la gran vaca, igual que en Egipto, que ofrecía su leche a todo el pueblo.



Diosa madre con su hijo (sellos cilíndricos c. 2300-2000 a.C. que pueden estar representando a Ki-Ninhursag en su papel de gran madre de todo ser viviente.



Friso del templo de El Obeid que muestra los sacerdotes y el ganado de la diosa Inanna junto a la puerta de su templo (c. 3000 a.C.)

      El útero de la diosa también era el mundo subterráneo o morada de los muertos, pues no olvidemos que era la gran madre de la vida y la muerte.

Inanna como Gran Madre

      Inannaes una diosa lunar que da la vida como luna creciente para luego arrebatarla como luna menguante, igual que Isis y Cibeles. Es una Gran Madre reina del cielo y tierra. Además de la Luna, se encarna también en Venus y en Sirio. Aparece tocada con cuernos y el bastón de serpientes, tiene un hijo-amante muerto y resucitado, que desciende anualmente al inframundo y vuelve a ascender (mito lunar). Encarna el principio de la justicia derivado de la idea del dualismo de la fuerza lunar: el poder de dar y quitar la vida. Encarna el aspecto cíclico del tiempo. Su mitología gira alrededor de la conexión trazada entre las fases luminosas y oscuras de la luna y la alternancia rítmica de fertilidad y esterilidad de la tierra. Su carácter triple de diosa como madre, esposa y hermana del joven dios refleja la trinidad de las fases lunares luminosas. La cuarta fase, la oscura, está personificada por su hermana Ereshkigal, reina del inframundo, papel que heredará la hebrea Lilith y la Hécate griega, la reina de la noche.

      La virginidad pertenece a la gran madre, porque la diosa es la vida misma y la vida, como los ciclos de la luna, nace de sí misma sin necesidad de unión con algo externo.



Sello que muestra el rostro de Inanna, su flor o imagen estelar en forma de roseta de ocho puntas (Venus), y los postes de las puertas de su templo (c. 3000 a.C. Tell Agrab)

      Los símbolos majestuosos del poder de Inanna son el caduceo y el hacha de doble filo, que representan el poder de otorgar y arrebatar la vida. Encarna sentimientos tanto amables como llenos de odio, tanto el amor con la cólera. Siempre cambiante, es a la vez siempre la misma.



Inanna con el caduceo de serpientes entrelazadas en su mano.




El origen de la serpiente enroscada en el árbol (Biblia) procede de Sumeria



Diosa de las amapolas de la antigua Creta, sentada bajo un árbol frutal y rodeada de devotos que ofrecen azafranes. Dos serpientes flotan más allá del sol, a su derecha la Luna y a su lado de una "diosa escudo". Un hacha de doble toma posición central, y en el suelo una pequeña figura femenina con un azafrán que parece estar de pie en el símbolo de la montaña.

      En el mito acadio posterior Ishtar desciende al inframundo para despertar a su hijo-amante Tamuz. Cuando está en el inframundo, la fuerza que impulsa la fertilidad desaparece: “El toro no monta a la vaca, el burro no se inclina sobre la burra…, el hombre duerme en su cuarto, la mujer duerme sola” (El mito de la Diosa, pág. 230).

      Los templos de la diosa estaban adornados con grandes cuernos en forma de luna creciente, imagen de la capacidad de la luna para fertilizar la tierra y, como la vaca, para nutrir a su progenie.

      Es una tierra donde los rayos abrasadores del sol ocasionaban la muerte de la vegetación, la gente agradecía la aparición de la luna y los frescos rayos lunares que proporcionaban el refrescante –así lo creían los sumerios- y fertilizante rocío. Ishtar era llamada “llena de rocío”. La leche, el agua, el semen, la lluvia y el rocío estaban relacionados con la luna como fuente de vida. La iconografía sumeria, derivada de la Neolítica, veía el cielo como la diosa y las nubes cargadas de agua como sus pechos, semejantes a las ubres de una vaca.


       'El Libro de la Vaca Divina' o 'Libro de la Vaca Celeste' se encuentra representado en el primer féretro de Tutankamón y en los muros de las tumbas de Sethy I,  Ramses II, Ramses III y Ramses VI.




Representación de la vaca celeste del primer féretro en la tumba de Tutankamón, según Erik Hornung, Der Ägyptische Mythos von der Himmelskuh. Imagen actual del féretro. Museo de El Cairo. Fotografía del Francisco Lopez




Tumba de Sethy I.  Dibujo realizado por Robert Hay. Fotografía actual de la pared




La diosa Nut (la Rea griega). Nut con el cuerpo arqueado a modo de bóveda celeste, bordeando la estela de la Revelación, una tableta funeraria de Ankh-af-na-Khonsu, de la dinastia XXVI (apx. 725 aC) 



Audhumla, la vaca alimentadora

      En la mitología nórdica el gigante Ymir u Olgelmir, la personificación del océano congelado, el Gigante de Hielo, andaba a tientas en la oscuridad en busca de alimento, y se encontró con una vaca gigantesca llamada Audhumla (la alimentadora). Ymir observó con placer que de sus ubres fluían cuatro grandes arroyos de leche, que le proporcionarían alimento más que suficiente.

      Inanna es diosa de la fertilidad, guardiana de los animales domesticados y diosa de los animales salvajes, como lo demuestra su carro tirado por leones. La entrada al establo o aprisco de Inanna era la entrada al útero del que procedía todo ser vivo; la diosa regía este lugar como pastora. La entrada estaba enmarcada por una puerta especial, simbólicamente la vulva de la diosa.



Puerta del inframundo de la Diosa Inanna

      Como reina de la tierra Inanna era la diosa de los cereales y vegetales cultivados, así como de los árboles frutales y silvestres. Una de sus epifanías era el manzano. Uno de estos árboles siempre se plantaba en su templo como símbolo de su capacidad para dar la vida. Sus principales imágenes animales eran el león y la vaca, pero también la paloma y la golondrina (diosa pájaro); la víbora y el escorpión, la serpiente y el dragón, como diosa del inframundo.

      Todos los alimentos y bebidas se asimilaban al cuerpo de la diosa y se celebraban rituales que honraban esta procedencia. Ver el jarro de Uruk en el que se ve a un hombre que ofrece una cesta de productos de cosecha a la Diosa.





Jarro de Uruk o vaso de Warka en el que se ve a unos hombres realizando ofrendas a la Diosa. 


Inanna: avatar de la Diosa

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Inanna como hieródula.

      Inannae Ishtareran las diosas del amor sexual y hieródulas del cielo. También lo eran sus sacerdotisas, que ejercían la prostitución religiosa –“prostituta” significa “instruir a alguien”– y prestaban sus servicios en los templos, mediante sus uniones sexuales con los hombres que acudían a celebrar un ritual sagrado. La fertilidad de la vida humana, animal y vegetal dependía del cumplimiento de este ritual en un lugar sagrado donde hombres y mujeres participaban mágicamente en la generación de la vida de la Diosa. El acto sexual era una experiencia sagrada porque el éxtasis que producía era la práctica más cercana al estado de goce asociado a la proximidad o participación de la existencia divina.



Ishtar como diosa de la fertilidad (c. 2000 a.C.). Ishtar, Inanna, Astarte, Ana, Ashtoreth…

      Otra forma de ofrecer a la Diosa un sacrificio para producir nueva vida era la castración de sus sacerdotes, practica transmitida a los sacerdotes de Cibeles, y que queda reflejada en el voto de celibato de los sacerdotes de la Iglesia católica romana.

       La suma sacerdotisa (Entu) asumía el papel de la diosa durante la unión ritual del matrimonio sagrado, en la que el rey personificaba al hijo-amante de la diosa. Es posible que de estas uniones surgiese la creencia de que los hijos nacidos en estas uniones fuesen mitad humanos y mitad divinos (el héroe Gilgamesh). Sargón I era uno de estos hijos, lo que sugiere que los reyes sumerios eran literalmente los hijos, consortes y padres de las sumas sacerdotisas.

Inanna como reina del cielo.

      Sus imágenes eran la luna y Venus, que dio origen al rosetón de ocho pétalos. Ocho era el número sagrado de la “estrella” matutina y vespertina. Ocho era el número de años que tardaba el planeta en volver al punto del zodiaco cuando su brillo era más intenso. También es el número del año sagrado (Egipto, Creta, Grecia), el día en el que la luna llena coincidía exactamente con el día más largo o el día más corto, conciliándose así el tiempo lunar con el solar.





      También se le representa rodeada de una circunferencia de estrellas que personifican el zodiaco llamado “cinturón de Ishtar”.

       Sirio es la estrella que tuvo mayor significado en la civilización de la Edad del Bronce (Creta, Egipto, Sumer) estaba asociada a Inanna e Ishtar.



      Historia de como Inanna se convierte en una diosa lunar. Enlil se casó con la diosa Ninlil (“señora aire”) y la violó, pariendo a Nanna (dios de la luna) que se casó con Ningal (diosa de la luna). Tuvieron dos hijos, Inanna (“reina de la luna” o “señora luna”) y Utu (el dios del sol). Por supuesto, esta genealogía es una racionalización a posteriori.

Inanna como diosa de la tormenta y la guerra.

      En la Vieja Europa y en Sumer no existía una diosa de la tormenta, de la muerte o la destrucción. Sólo existía una Diosa.

      El crecimiento de la población ocasionó el aumento del tamaño de las ciudades y sus rivalidades y la aparición de reyes guerreros. Un proceso como este debió dar origen a la imagen de la diosa de la guerra. Las invasiones arias y semitas contribuyeron a aumentar el terror de los habitantes a ser muertos o convertidos en esclavos. Se levantaron murallas colosales, como la de Ur por Gilgamesh, en el III milenio. La guerra era ensalzada con entusiasmo creciente como modo de vida propio de reyes y héroes.



Inanna, con la corona astada, luna creciente y lucero del alba, montada sobre su dragón de la tormenta.



Inanna-Ishtar, coronada por una estrella y con el arco en la mano, imagen de Sirio, junto al árbol de la vida (sello cilíndrico neoasirio, c. 700 a.C.)

      Inanna cabalga sobre un león, como diosa de la guerra, manifestando su forma de muerte y destrucción. Se convierte en esclava de los reyes, que la invocan para vencer a sus enemigos. Sufre una reducción en su carácter numinoso. Ishtar se convierte realmente, en una diosa de la muerte, pues dirigiéndose al rey asirio Asaradón le dice: “Soy Ishtar de Arbela. Desollaré a tus enemigos y te los entregaré” (El Mito de la Diosa, pág. 242).



Soldados asirios empalando judíos. Palacio Senaquerib en Nínive



Inanna-Istar, como diosa de la guerra, con Anubanini, rey de los lullubios (escultura de roca, c 2300 a.C. Zohab, en la región de los montes Zagros de Irán)



Ishtar como diosa de la guerra, de pie sobre su león (relieve asirio, c. 800 a.C. Tell Asmar)

Inanna y las leyes.

      Se creía que la justicia derivaba de la diosa Inanna, la cual trajo a la ciudad los “me” o leyes de civilización, procedentes de las tablas de la ley hebreas. Si la diosa sabe dispensar justicia es porque es sabia y es la depositaria de la sabiduría, incluida la del inframundo, lo que le otorga el don de la profecía.



Código de Hammurabi, creado en el año 1760 a. C.

      Elaboraciones sacerdotales posteriores hacen que el dios Enki otorgue los “me” a Inanna, aunque también puede tratarse de una dramatización de la alianza entre Uruk (Inanna) y Eridú (Enki). Esto es una muestra más de la pérdida del poder de la Diosa que termina con la inversión total de su poder, pues ella que había sido la vida en sí y a quien le correspondían los poderes por naturaleza, acaba recibiéndolos como un obsequio de su padre An (dios del cielo), u de otros dioses de la trinidad sumeria (An, Enlil y Enki).

La diosa y su hijo amante.

      Por primera vez en la historia, a través de la poesía sumeria, podemos escuchar las palabras y visualizar las imágenes que cuentan la historia de la muerte y la resurrección del dios y la búsqueda del mismo llevada a cabo por la diosa en el inframundo.

      El hijo de la diosa Inanna-Ishtar era Dumuzi (Sumer) y Tamuz (norte acadio). Ambos nombres significan “hijo fiel” (LangdonTamuz and Ishtar”, capítulo 1). Ambos, como las madres, poseían el titulo de “el verde” -imagen que reaparece siglos más tarde en los rostros que miran desde el follaje labrado en piedra de las catedrales góticas y en la leyendas del grial de Gawain y Parsifal-, que liberan las aguas, devolviendo así a las tierras yermas el verdor de la vida.




Los Hombres verdes abundan en los capiteles de las Iglesias. El hijo de la Diosa fertiliza a su madre, que produce nuevas cosechas cada año. Los Hombres Verdes son el dios, el principio fèrtil de la naturaleza.

      El Hombre Verde son diferentes manifestaciones de un patrón muy fundamental y básico que reside profundamente dentro la mente humana. Este patrón universal, compartido por todos, se expresada a través de diferentes formas simbólicas, que se denomina por los psicólogos un arquetipo. En este caso, el hombre verde representa el arquetipo que canaliza y refuerza una actitud mental de simpatía hacia la naturaleza. El concepto moderno asocia a los hombres verdes con un grupo mítico de árboles antiguos,  como el Árbol de la Vida. Costumbres populares relacionadas con el follaje se encuentran en toda Europa, los cuentos populares, como los de Robin Hood, Gawain y el Caballero Verde y otros, exponen la idea del hombre salvaje o Woodwose, cuyo nombre antiguo "The Green Man", nos ha dado el nombre actual para el antiguo símbolo. Estos parentescos no provienen, ni están directamente vinculados a circunstancias históricas, sino que surgen por asociación arquetípica dentro de la conciencia humana. Observamos que el arquetipo del hombre verde se manifiesta periódicamente en la conciencia popular, atendiendo a las circunstancias del momento. Su emergencia actual se considera que deriva de una generalizada conciencia instintiva comunal de que una profunda crisis ecológica nos causa cada vez mayores desequilibrios en la vida. 




Los Hombres de Musgo. Corral de la Antigua Navaja de Béjar



La diosa y su consorte, el dios del cereal (sello cilíndrico, c. 2300 a.C.). La diosa recibe al dios del grano (sello cilíndrico, c. 2300-2000 a.C.)

      El joven hijo-amante de la diosa está asociado a la vegetación (fruto de la viña, fuente de los racimos de dátiles…) y en particular, a los cultivos sumerios. También era señor del aprisco y del establo. Se le representa, como a su madre, con la serpiente (fecundador de las aguas) enroscada en sus piernas o con el caduceo y, también, con el hacha del doble filo.





Detalle del cáliz de Gudea o Lagash que muestra la imagen del dios Ningizzida (c. 2025 a.C.) uno de los nombres dados al consorte de la diosa madre. La doble hélice representa a la deidad.

      En ocasiones Dumuzi y Tamuz son representados como un dios pez, el auténtico hijo de las profundidades, la fuente de la sabiduría. En Eridú, la ciudad sumeria más próxima al golfo Pérsico, las profundidades representaban el jeroglífico de la Diosa Madre y de las aguas primordiales del espacio. De las profundidades surgió la sabiduría. En Eirdú se hizo brotar de las aguas a los hijos de la diosa: Enki, Tamuz y el Oannes babilónico.



      Oannes(Hovhannes [Հովհաննես] en armenio), fue el nombre dado por el escritor babilonio Beroso en el siglo III  a.C. a un ser mítico que enseñó  la sabiduría a los humanos, concretamente al primero de los apkallu  o  “educadores” míticos de la Humanidad. Beroso describe  a Oannes como un ser con  el cuerpo de pez, pero por debajo tenía  la figura de un hombre. Se le describe como viviendo en el Golfo Pérsico,  de las que salió para instruir a la Humanidad  enseñando a los hombres  la escritura, las artes y las ciencias. El nombre “Oannes” derivade Uanna(babilonio), que conecta con la palabra con el término acadio para artesano ummanu, pero esto no es más que un juego de palabras.

      La mitología que narra las historia de Dumuzi y Tamuz les da principalmente el apelativo de pastores, como guardianes del pueblo. Pero cuando eran sacrificados, su figura era representada por el cordero. Estos títulos llegaron hasta Jesús, el buen pastor y cordero sacrificado. Hasta el milagro de los peces y los panes contiene rasgos de la antigua mitología, porque el “señor de la vida” traía la abundancia y la prosperidad.  La cabra, el carnero y el toro también podían representar la figura del hijo-amante.




Dumuzi como el Pastor (sello cilíndrico, c. 3200-3000 a.C.). Dumuzi aparece entre dos ovejas. Las columnas de juncos estilizadas de Inanna –sus asherim- enmarcan la escena y el rosal crece de un enorme jarro de piedra.




El Carnero en el matorral (c. 2500 a.C. Tumbas reales de Ur. Representa al consorte de la diosa atrapado en el rosal, el símbolo de la propia diosa.





Busto de Puabi, una acadia semítica, importante figura entre los sumerios, lo que indica un alto grado de intercambio cultural e influencia entre los antiguos sumerios y sus vecinos semitas. Casco del semidios o héroe Meskalamdug. Puabi y Meskalamdug podrían ser otra representación de la Diosa y su consorte.

El matrimonio sagrado.

      El matrimonio sagrado simboliza la unión de la luna y el sol, del cielo y de la tierra. Se celebraban en primavera, tras el regreso del dios del inframundo, y tenían lugar en la cámara nupcial situada en la cúspide del zigurat, donde la suma sacerdotisa o la reina asumían el papel de la diosa. El sumo sacerdote o rey representaba el papel del dios de la vegetación recién resucitado. En épocas más antiguas rey y sacerdote eran la misma persona,  y después sustituyó al rey sacrificado de épocas anteriores.



Los templos de Khajuraho, en la India estaban destinados a ser centros de misticismo tántrico, que considera el sexo como una parte importante del desarrollo humano y el logro de lo Absoluto.

      El hieros gamos se celebraba el día de Año Nuevo (El Mito de la Diosa, pág. 249, poema) y constituía una ceremonia que consagraba al rey de la ciudad como “novio” e “hijo” de la diosa. Era un ritual de renovación de la fertilidad del mundo, pues el rey personificaba la “vida” de la tierra. Durante todo el ritual es la diosa (su sacerdotisa) quien lleva la iniciativa. El rey acude al templo y espera que le abrace. Veamos un poema que celebra este matrimonio:

“Abraza a su amado esposo.
La sagrada Inanna lo abraza.
El trono en el gran santuario se vuelve glorioso
Como luz del día.
El rey, como el dios sol,
Riqueza, dicha y abundancia ante él prosperan.
Un banquete de cosas buenas disponen ante él,
El pueblo de cabeza oscura prospera ante él.
(…)
El rey recibe adecuada provisión de comida y bebida.
La madre divina, terrible dragón del cielo, recibe adecuada
Provisión de comida y bebida.
El templo resplandece, el rey se alegra.
Día tras día el pueblo está con abundancia satisfecho.
La madre divina, terrible dragón del cielo, se alegra”.

      El escorpión es el símbolo de la diosa, que puede matar, o la premonición de la muerte del consorte. Abajo vemos la imagen de dos personas acostados en un lecho…





Lecho nupcial con pareja abrazada (placa de arcilla, c. 2000 a.C. Elam)

      La imagen de sello de abajo podría ser una de las representaciones más antiguas y menos frecuentes del matrimonio sagrado que ha sobrevivido al paso del tiempo y los estragos del clima sumerio. La serpiente se alza sobre sus anillos junto a la figura de la Diosa, sentada frente a su consorte, el dios, con el árbol de la vida entre ambos. La iconografía de esta escena anticipa la escena del jardín del Edén, a la que un significado tan distinto se daría en el Génesis. Muchos poemas que celebran el ritual del matrimonio sagrado nos han llegado intactos; recitados en los patios de los templos literalmente durante miles de años, infundidas de un sentimiento de participación y regocijo mágicos, son estos poemas los que evocan la escena. En palabras que anticipan las del Cantar de los Cantares (Derivado de los poemas recitados duran la celebración del matrimonio sagrada), Dumuzi dice: “Hermana mía, quisiera ir contigo a mi jardín”.



Anne Bering y Jules Cashfor dicen que el origen de nuestra luna de miel es posible que derive de esta ceremonia, aportando como documento un poema que la diosa Inanna recita a su amante. E Inanna dijo:

Novio, caro a mi corazón,
Grata es tu belleza, dulce como la miel,
León, caro a mi corazón,
Grata es tu belleza, dulce como la miel.

Me has cautivado, déjame, temblorosa, estar de pie ante ti.
Novio, deseo que me lleves a la alcoba,
Me has cautivado; déjame, temblorosa, estar de pie ante ti.
León, deseo que me lleves a la alcoba.
Novio, déjame acariciarte,
Mi preciosa caricia es más sabrosa que la miel,
En la alcoba, llena de miel,
Gocemos de tu grata belleza,
León, déjame acariciarte, mi preciosa caricia es más sabrosa que la miel.




Los templos de Khajuraho, en la India

      Estas bellas palabras, que siguen reverberando mucho después de la desaparición de Sumeria, nos hablan con la voz de la suma sacerdotisa del templo de Inanna. Por eso hemos hablado sobre la posibilidad de que nuestra “luna de miel” –el mes de miel- derive de esta ceremonia. Han sobrevivido algunas placas de arcilla de la época en las que se representa a un hombre y una mujer abrazados y acariciándose, y que albergan a ojos de una pareja casada la imagen del matrimonio sagrado del templo. Otro poema celebra el retorno de la fertilidad a la tierra. Inanna canta:

Él ha brotado; ha florecido;
En lechuga plantada junto al agua.
Es aquel a quien mi vientre más quiere.

Mi jardín bien provisto en la llanura,
Mi cebada que crece alta en su surco,
Mi manzano que da fruto hasta la copa
Es lechuga plantada, junto al agua.

Mi hombre miel, mi hombre miel me endulza siempre.
Mi señor, el hombre miel de los dioses,
Es aquel a quien mi vientre más quiere.
Su mano es miel, su pie es miel.
Me endulza siempre.

El descenso de Inanna.

      A parte del “Poema de Gilgamesh”, el otro más grande e influyente de los mitos de la Edad del  Bronce fue el poema conocido como “Descenso de Inanna”. Esta dramatización es dos mil o tres mil años anterior al mito cristiano de la crucifixión, el descenso al infierno y la resurrección de Jesús. En ella, Inanna desciende al oscuro reino de su hermana Ereshkigal, despojándose, pieza por pieza, de las galas propias de su posición en cada una de las siete puertas del inframundo. Ereshkigalfija en Inanna el “ojo de la muerte” y durante tres días cuelga de un gancho como un despojo. Su fiel compañera Ninshubur –nombre que significa “reina del este”-, a la que advirtió que debía ir por ayuda si ella no regresaba, apela al dios Enlil, luego a Nanna, el dios lunar y finalmente a Enki, dios de la sabiduría, quien responde y envía a dos criaturas para que supliquen a Ereshkigal que libere a Inanna. Se encuentran a Ereshkigal mientras está dando a luz. Inanna es devuelta a la vida y asciende, como la luna tras sus tres días de “muerte”, para ocupar de nuevo su sitio como reina del cielo. Pero se la obliga a elegir a alguien que sea sacrificado en su lugar y, negándose a permitir que Ninshubur o sus hijos sean sacrificados, escoge a su esposo, Dumuzi. Este gran drama lunar narra la historia del oscurecimiento de la luna y la aparición del nuevo cuarto creciente tras los tres días de oscuridad, y es probable que fuese ya muy antigua cuando se puso por escrito por vez primera cerca del 1750 a.C.: es posible además que se alterase su primera versión.



Descenso de Ishtar o Inanna al infierno, Pintura de E. Wallcousins (1883–1976)

            La  historia del “Descenso de Inanna” es un mito lunar que nos narra como la luz se sumerge en las tinieblas para poder reaparecer en el ciclo siguiente. Las dos hermanas unidas (Inanna y Ereshkigal) representan el Todo, la Gran Madre. Ereshkigal es la luna oscurecida que “mata” a su hermana pequeña, que la despoja de sus prendas a medida que desciende al inframundo a través de las siete etapas o días de la luna menguante, que la cuelga de un clavo o estaca durante los tres días de oscuridad en los que no hay luna. Inanna asciende de las regiones oscuras siguiendo las etapas de la luna creciente. De esta forma se muestra como la vida emerge de las tinieblas.



Orfeo en los infiernos, Jan Brueghel el Viejo 1594



El regreso de Perséfone, Frederick Leighton

      En la figura de terracota del III milenio a.C. que representa a la diosa Inanna, vemos que tiene alas, que indican su relación con el cielo y la dimensión celestial. Aparece pintada de rojo y negro alternativamente, como los búhos. Sus pies en forma de garra (identificada por las escamas de la parte inferior) descansan sobre dos leones, que a su vez, descansan sobre la montaña sagrada.  Los búhos responden a la imagen de la diosa como “divina señora búho”. La palabra sumeria para búho es “ninna” y en acadio “kilili”, forma original de la que deriva Lilita, a quien mucho más tarde, en época bíblica, se le llamó “búho” y “lechuza”. La Lilita de la mitología hebrea es una imagen distorsionada de la diosa sumeroacadia, puesto que en las historias narradas acerca de ella siempre se resaltan sus poderes mortíferos. También a lo largo del Neolítico, el búho es una imagen de la diosa en el mundo del “más allá”.



El descenso a los infiernos, Jacopo Tintoretto

      Los leones y las aves son las epifanías más antiguas de la Diosa. Lo llamativo del relieve de Burney es que las reúne en un magnifico grabado. Esta figura deja entrever unas creencias en las que la imagen de la diosa todavía no se había escindido en los aspectos celestial y demoníaco, en el luminoso y el oscuro.




Detalles del Relieve Burney, donde se aprecian los leones y las lechuzas



El "Jarrón de Ishtar " II milenio a.C., Larsa. Nótese cómo la representación esquemática de los pies de la diosa corresponde a los pies de las aves que caminan por encima de ella. Museo del Louvre

El sacrifico del hijo-amante.

      Del mismo modo que el matrimonio sagrado ritualizaba el goce de la sexualidad y la experiencia extática de la vida, el sacrifico del hijo-amante ritualizaba el polo opuesto de la experiencia humana: la pérdida de la vida (FreudTánatos y Eros”).

      El hijo-amante de la Diosa desempeña un papel pasivo en las versiones sumeria y babilónica del descenso: los emisarios del mundo subterráneo apresan a Dumuzi por orden de Inanna y contra su voluntad, en calidad de sustituto de la propia Diosa. En la versión babilónica, Ishtar desciende al mundo subterráneo para rescatar a Tamuz y despertarlo de su sueño. Otra versión del mito afecta al dios Enki que está durmiendo en el inframundo y tiene que ser despertado por su madre Namnu.

      En el mito de Inanna, cuando ella regresa al mundo superior, los galla o demonios del inframundo exigen que se les entregue otro en su lugar. La diosa al llegar a Ur encuentra a su esposo Dumuzi sentado bajo el manzano sagrado de su templo y lo elige para que ocupe su lugar. Los gallalo persiguen hasta capturarlo y lo llevan al inframundo. Un lamento se alza en la ciudad y tres mujeres lloran al joven rey, anunciando a las tres mujeres que se lamentan en la tumba de Jesús. La madre de Dumuzi,  Sirtur  (Ninsun) también llora, como su hermana Geshtinanna, que pide ayuda a Inanna. Una mosca las conduce donde está Dumuzi.  Inanna lo toma de la mano y dice que el descenderá al inframundo durante la mitad del año y Geshtinanna la otra mitad.

       Resumidamente, el amante de Ishtar es Tammuz, antes fue Dumuzi y la diosa se llamaba Inanna. Isis y Osiris. Posteriormente el amante se sustituyó por una querida hija, Perséfone y su madre era Deméter. Después apareció otra vez un amante: se llamó Adonis y la diosa, Afrodita. En tierras de Anatolia fue Attis, hijo-amante de la diosa, llamada allí Kybele y más tarde Cibeles. Nosotros lo conocemos como María y su hijo Jesucristo.



Auguste Rodin, Eterna Primavera,

      En la cuenca del Mediterráneo siempre se narra el mismo rito: el ser querido muere o desparece de forma trágica, por una traición, por un ataque o por algún hado cruel.
La Diosa infinitamente amorosa, entristecida, le busca por el mundo o desciende hasta los infiernos para rescatarle. Mientras dura esa peregrinación por la angustia, al no pensar la Diosa en otra cosa que en recuperar a quien más ama, la naturaleza se detiene: las plantas no germinan, los animales no paren; los hombres mueren de hambre. La tierra entera se cubre de tinieblas y desesperación.  Pero cuando la Diosa lo encuentra tiene que pactar con el lado oscuro para conseguir una resurrección anual de su ser querido.

      En los países  del Mediterráneo la vida parece que se detenga en invierno y renazca en primavera. Es el modelo de muerte y resurrección con el que se explican tanto los ciclos naturales y agrarios como el eterno retorno de la protección divina sobre el hombre, así como la esperanza de supervivencia en la ultratumba.

      En relación con el sacrificio del Rey, sabemos que en el templo de Marduk en Babilonia, todavía se llevaba a cabo simbólicamente el sacrifico del rey en un ritual en el que el sacerdote golpeaba la cara de éste y le despojaba de las galas propias de su cargo. Si la fuerza del golpe hacía que al rey se le saltasen las lágrimas, esto se consideraba un presagio de que la tierra daría buenas cosechas (simbolismo lunar del rocío y la humedad).

      Campbell defiende la tesis –basada en Frazer- de que antes del 2500 a.C. los reyes eran sacrificados ritualmente cada ocho años en el Gran Año, en su papel de dios de la vegetación, y junto con la suma sacerdotisa o reina que personificaba a la Diosa. Cada ocho años el sol y la luna van al mismo ritmo y, cada ocho años, solo una vez, coinciden la luna llena con el día más largo, o con el más corto (James FrazerLa rama dorada”). Esta conjunción del sol y la luna representan el matrimonio sagrado. Frazer dice que el monarca era sacrificado ritualmente para asegurar que no disminuyese la fertilidad humana, animal y vegetal con la debilitación de sus poderes.


      El año sumerio comenzaba con el equinocio de primavera, que en el III milenio a.C. tenía lugar bajo el signo de Tauro, el toro. La gran estrella Sirio entraba en conjunción con el sol en torno al primero de mayo, cuando más frondosa era la vegetación. Sirio desaparecía de la vista y se alzaba de nuevo en conjunción con el sol a mediados de julio. Entre mediados de junio y mediados de julio era el mes de duelo consagrado al hijo de la diosa (sexto mes del año) después que se hubiesen cosechado  el cereal y los demás cultivos. La reaparición de Sirio con la salida del sol anunciaba la muerte del dios de la vegetación, herido por los rayos abrasadores del sol. Es posible que el regreso de Sirio también marcase el momento en que la diosa debía descender al mundo subterráneo en busca de su hijo-amante. El rey es la encarnación sagrada de la fuerza vital (como el toro). Al final de un ciclo de ocho años los poderes sagrados necesitan renovarse, lo que requiere el sacrifico del rey. Con posterioridad el toro suplantará al rey.

      Cuando el dios moría (como después con Adonis en Siria y Grecia) se ponía una efigie de madera del dios en un bote o balsa que se dejaba flotar en las aguas. Según se hundía, el dios descendía a los inframundos. Tal vez las mujeres pusiesen en el agua pequeñas bolsas adornadas con hojas de lechuga o berro.  Estas imágenes reaparecen en el gnosticismo de los primeros siglos de la era cristiana, cuando el alma tiene que ser “despertada” de su sueño en el inframundo de la tierra para que pueda volver a su hogar en el mundo celestial.



La muerte de Adonis. Peter Paul Rubens, 1614. Museo de Israel


El inframundo.

      El dios sacrificado era transportado por el río en su barca “lunar” y llevando la “rama sagrada” de la diosa, cruzaba la puerta astada que marcaba la entrada al mundo subterráneo. Entraba en el Kur, el abismo de las profundidades, donde reinaba Ereshkigal (la luna oscura).



José Benlliure. La barca de Caronte (1919). Valencia, Museo de Bellas Artes

      En el mito sumerio de la creación, parece que de la separación de An y Ki (hijo e hija de Nanmu) coincidió con la creación del inframundo y la captura de la diosa Ereshkigal por poderes subterráneos. El mito griego en el que Perséfone, la hija de la diosa de los cereales Deméter, es apresada y llevada al mundo subterráneo, constituye una versión posterior del mismo mito.

      Los sumerios posteriores, en especial los babilónicos y los asirios, acabaron considerando el inframundo como un lugar terrible, habitado por demonios y espíritus malignos que podían arrebatar y poseer las almas de hombres y mujeres con extrema facilidad. Un río separaba a los muertos de los vivos; los muertos tenían que cruzar la traicionera masa de agua en una barca de paso. En esta mitología tardía, el inframundo personifica todo lo que se ha convertido en el colmo del terror para la conciencia humana.



Gustave Doré. Cocytus o Kokytos, que significa "el río de llanto" (del griego Κωκυτός, "lamento"), es un río en el inframundo en la mitología griega . Cocito desemboca en el río Aqueronte , a través de la cual es el infierno, la morada mitológica de los muertos. Hay cinco ríos que rodean Hades. El río Styx es quizás el más famoso, los demás ríos son Flegetonte , Lete , y Acheron .

      El inframundo es una dimensión de la existencia que no puede ser vista o percibida por los sentidos, que es invisible y por lo tanto incomprensible. Esta dimensión se llena del miedo a la muerte que se proyecta en la forma de seres demoníacos. La muerte es el final absoluto y no un rito de paso entre dos dimensiones, como  antiguamente. Cuanto más grande se hace la brecha entre el mundo conocido y el desconocido, entre lo luminoso y lo oscuro, mayor es su asociación con el bien y con el mal. Con la Lilith hebrea y con la imagen cristiana del infierno y el diablo nos llega el legado final de este terror.




Fragmento de El Juicio Final (Das Jüngste Gericht) de Hans Memling, 1466-1473
Museo Nacional de Gdánsk, Polonia

      Inanna, reina del cielo y la tierra, una diosa joven y radiante, desea experimentar esa dimensión desconocida del inframundo. Baja a las profundidades, “realiza el viaje chamánico a la cara oculta de la vida para obtener una comprensión mas profunda de sus misterios” (El Mito de la Diosa, pág. 263). El descenso es un ritual de la sociedad para que la reconecte con sus raíces  psíquicas, simbolizadas en el inframundo. Su significado es el de un “rite d’entrée” en una dimensión que ya se estaba volviendo remota y terrorífica para la consciencia humana. Era una iniciación hacia la consciencia de que la muerte no es contraria a la vida sino un aspecto esencial de su totalidad, el pasaje hacia un nuevo ciclo de vida.  



Dioses del mundo subterráneo
     El mundo subterráneo, al que se suele llamar "el país sin retorno", era gobernando por la formidable diosa Ereshkigal, a quien más tarde se unió el muy temido dios de la peste, Nergal. El mensajero de Ereshkigal,  Namtar ("destino"), aparece frecuentemente en los textos mágicos. Era el heraldo de la muerte y formaban su comitiva sesenta enfermedades que Namtar tenía el poder de enviar contra el género humano.



Evolución de la "diosa desnuda" Astarté-Ishtar

      Otro dios que a menudo se asociaba con Nergal era Irra, dios de la peste y la guerra, contra el cual era frecuente que en las casas se colocara una tablilla como amuleto.


Isis de Egipto

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El triunfo de Isis

      En la Edad del Bronce el alto Egipto estuvo representado por una diosa con forma de buitre llamada Nejbet. El Bajo Egipto y el Delta del Nilo tenían a la diosa serpiente cobra Uadyet o Wadjet (llamada por los griegos Uto o Buto). En el origen Isisera la deidad protectora de una pequeña ciudad del delta: Per-Uadyet, la “casa de la cobra”, o Buto. Asimiló la identidad de Uto y, una vez unidos los reinos del Alto y Bajo Egipto, también asumió la identidad de Nejbet.  Debido a que las ciudades del antiguo Egipto contaban con su propia cosmología, Isis es simultáneamente descrita como madre del universo o como una de los cuatro hijos del dios Geb (Tierra) y del dios Nut(Cielo), lo que se explica por la diversidad de estas narraciones. A Isis se le representa como una diosa muy solidaria, vulnerable y con múltiples cualidades humanas. Una leyenda la describe como una sierva que conquistó el poder divino después de tenderle una trampa al dios solar Ra para que le revelase su nombre secreto. A la larga asimiló a las restantes diosas egipcias.


Nejbet. Templo de Deir el Bahari



El Bajo Egipto y el Delta del Nilo tenían a la diosa serpiente cobra Uadyet o Wadjet (llamada por los griegos Uto o Buto).

      Sin embargo, desde muy temprano el jeroglífico del nombre de Isis es un trono y a menudo se la representaba con este sobre la cabeza. Los faraones se autodenominaban hijos de Isis y consideraban que el regazo de la diosa era el trono real y que de su pecho manaba el néctar que confería el derecho divino a gobernar.
     
      Alejandro Magno conquistó Egipto en 332 a.C. y a su muerte el general macedonio Tolomeo se declaró su gobernante, instaurando el culto a Serapis. Isis se convirtió en madre y amante de Serapis, lo que contribuyó a difundir su culto por Grecia. El culto a Isis llegó a Roma en 80 a.C. y su culto perduró hasta el siglo VI d.C. fecha en que su santuario en Fílae se convirtió en una iglesia cristiana. Asimilada por la Virgen Maria, el mundo cristiano siguió venerando muchos de sus atributos




Templo de Fílae (Egipto)


      Fue adorada desde el 3000 a.C. hasta el siglo II d.C. bajo el aspecto de la virgen María. Llegó a Grecia en el siglo III a.C., extendiéndose por el imperio romano, llegando a las fronteras del Rin y del Danubio.

      Sus epifanías, debido a lo extenso de su culto, son múltiples: diosa vaca que da  leche; diosa de las serpientes, como símbolo de las aguas primigenias; diosa estrella Siria, que traía las inundaciones del Nilo; la fértil diosa cerdo; la diosa pájaro; la diosa del inframundo; la diosa del árbol de la vida; la madre de Horus...


Isis, con el tocado del disco solar entre cuernos de vaca, sostiene el sistro de la regeneración ante Osiris como rey (XIX dinastía, c. 1300 a.C. Templo de Seti I, Abidos). Isis proveniente de la Villa Adriana  en Tivoli.

Cosmogonía egipcia     

      Había dos centros principales de doctrina religiosa, uno en Menfis, con el dios Pthaque creó el mundo mediante la palabra. El otro en Heliópolis (la ciudad del sol) con la siguiente doctrina: Atum(su manifestación visible es Ra, el sol) era la tierra emergida y la luz,  que engendró a Shu (el principio masculino, el aire, la vida, el espacio y la luz) y a Tefnut (el principio femenino, la humedad, el orden), quien da a luz a Nut (el cielo) y a Geb (la tierra). Shu eleva entonces a su hija Nut (cielo) alejándola de su hermano Geb, y sujetándola a fin de que pueda dar a luz las estrellas.

      Isis era la hija de Nut, diosa del cielo y Geb, dios de la tierra. Formaba parte de la cuarta generación de dioses surgidos de las informes aguas. Al principio todo era agua y el nombre de las aguas era Num. De las aguas primordiales del gran abismo comenzó a alzarse una colina llamada Atum, el “completo”. Esto mismo se reproducía cada día al nacer el sol del abismo primordial de la noche, y cada año al resurgir la tierra de entre las aguas de la inundación del Nilo.

     Al principio, cuando la gran inundación comenzó a retirarse, pequeñas colinas de lodo se alzaban del agua oscura, haciéndose más y más altas. De ellas comenzaban a brotar las plantas, los insectos se arrastraban y volaban sobre su superficie, aves y animales se posaban y andaban sobre ellas y los humanos podían encontrar un lugar donde estar de pie o sentarse. Así, toda la vida provenía de las ricas y vivas aguas pardas del Nilo, como había sucedido en el principio.

      Cada año el Nilo muere y renace, y todo Egipto con él. A mediados de junio viene la sequía. Entre julio y octubre se produce la crecida del río y la inundación de los terrenos aledaños. En otoño la inundación retrocede y los campos fertilizados están listos para la siembre de noviembre. El Nilo fluye de sur a norte a lo largo de una estrecha y fértil franja de tierra negra. A ambos lados está el desierto, con pretensiones de invadir territorios cultivados. El contraste entre la vida y la muerte era omnipresente.

1. La historia de Isis y Osiris.

      Nut y Geb engendraron a los hermanos de Isis, fruto de sus relaciones incestuosas. El primero en nacer fue Osiris, el segundo día nació Arveris (llamado el Horus el Viejo); al tercer día Set se abrió paso por el costado de su madre y salió de un salto; el cuarto día nació Isis y, al quinto dia Neftis. Junto con sus padres, sus abuelos y Atum forman la denominada enéada, es decir, los nueve dioses y diosas del panteón egipcio.


NUM
(Aguas Primordiales)
ATUM
(Montaña Primordial, sol)
SHU ♂          TEFNUT ♀ 
(Aire, luz)    (Humedad, orden)
NUT ♀      GEB
(Cielo)     (Tierra)

OSIRIS, ARVESIS, SET, ISIS, NEFTIS 



      Osiris se convirtió en el primer rey de Egipto y el creador de la civilización, con el descubrimiento de la agricultura, la justicia, etc. Isis y Osiris se amaban desde el útero y sólo se separaron cuando Set le tendió una trampa a Osiris. Su hermano Set tenía envidia de su fama; así que construyó un arcón del tamaño de su hermano –que era muy grande- y una noche en palacio, durante los festejos, hizo que se trajera a la sala el cofre ricamente decorado y prometió dárselo a quien encajase en él perfectamente. Cuando Osiris se tendió en su interior, al punto surgieron setenta y dos conspiradores que clavaron la tapa del arcón, lo sellaron con plomo fundido y lo arrojaron al Nilo. Desde ahí flotó hasta el mar.

      El intento de Set de apoderarse del reino de su hermano originó el típico descenso al mundo de los muertos. Dada su condición de madre divina, la ausencia de Isis produjo un periodo de esterilidad.






Io (a la izquierda, con cuernos, también llamada Canopus) recibe la bienvenida en Egipto de manos de Isis (sentada, sosteniendo una serpiente y con un cocodrilo a sus pies). Io es transportada por un dios del río (Nilo) desde su lugar de llegada en Alejandría, para que la diosa Isis le dé otra vez aspecto humano, pues Hera la había convertido en una vaca. Fresco romano del templo de Isis en Pompeya. Museo Archeologico Nazionale di Napoli (inv. n º 9558.). Da Pompeya , Tempio di Iside, Ekklesiasterion


       Isis, afligida, se cortó el pelo y vistió ropas de duelo y lo buscó por todas partes y al fin descubrió que el arcón había llegado hasta la costa de Biblos, en Fenicia, donde lo detuvo las ramas de un árbol ericáceo (brezos), que rápidamente creció a su alrededor rodeándolo por todos lados, de modo que quedaba oculto por completo en su interior. Al rey y la reina del lugar les pareció un árbol tan hermoso que lo talaron y lo convirtieron en una columna del palacio. Isis llegó a Biblos disfrazada y la reina Astarté la hizo nodriza de su hijo. La gran diosa dio de mamar al niño de su pulgar y no de su pecho, y por la noche lo colocó en un fuego para quemar todo lo que en él fuera mortal. Pero sucedió que una noche la reina Astarté, al ver a su pequeño hijo yaciendo entre las llamas, gritó de forma espantosa y en ese preciso instante despojó a su hijo para siempre del tesoro de la vida inmortal. Isis entonces reveló su auténtica naturaleza y pidió que se le entregase la columna que sujetaba el techo. Tras cortar la madera del árbol sacó a la luz el sarcófago de Osiris. Cuando Isis lo vio, se abalanzó sobre él con un alarido tan intenso que el más pequeño de los hijos de la reina murió de miedo.

      Finalmente regresó Osiris a Egipto, con lo cual representó el retorno del dios que muere, tema compartido por muchos otros descensos a los infiernos.

       Isis regresó a Egipto con el baúl y con el hijo mayor de los reyes de Biblos. Cuando llegó a un lugar desértico, abrió el cofre, recostando su rostro sobre el de su hermano, lo besó y lloró. Pero al apercibirse de la presencia del niño que la observaba, le lanzó una mirada de tal gravedad que el pequeño murió de miedo al instante. Isis adoptó la forma de pájaro y sus alas dieron vida a Osiris, que se masturbó para fecundarla con su semen. Concibió a su hijo Horus y luego escondió el cofre que contenía el cuerpo de Osiris en los lejanos pantanos del delta, y se dirigió a Buto para cuidar de su hijo Horus. 



Osiris en el árbol ericáceo, con Isis y Neftis (bajorrelieve c. siglo I a.C. Dendera)



Isis copulando con Osiris



Osiris itifálico, debajo de Geb

      Una noche Set estaba cazando jabalíes salvajes a la luz de la luna llena cuando descubrió el cofre entre los juncos. Despedazó el cuerpo en catorce trozos (que simbolizan las catorce divisiones del año egipcio) y los diseminó por todo el país, arrojando el falo de Osiris al Nilo. Este acto de esparcir el cuerpo de Osiris mitológicamente explica la sucesión de las estaciones.

      Isis buscó de nuevo a su marido, ayudadaza por su hermana Neftis (esposa del malvado Set) y su hijo Anubis, que tenía cabeza de chacal. Anubis había sido engendrado por Osiris, quien durante una noche muy oscura confundió a Neftis con Isis. Hay quien dice que ésta es la razón por la que Set odiaba tanto a Osiris. El pequeño Horus, con cabeza de halcón, ya tenía edad suficiente para ayudar también, y se les unió Thot, el dios de la luna, que tenía cabeza de ibis, y podía tomar la forma de un babuino. Juntos encontraron todas las partes de Osiris excepto el miembro genital, que había sido engullido por un pez. Unos dicen que Isis enterró todos los trozos; otros afirman que hizo con ellos una momia, abanicó el cuerpo del muerto con sus alas y Osiris revivió para convertirse en el señor de la eternidad, lo que simbólicamente significa que volvió a convertirse en su madre.



Isis en forma de milano concibiendo a Horus (XIX dinastía, c. 1300 a.C. Templo de Seti I, Abidos) El jeroglífico del nombre de la diosa –el trono aparece escrito ante la cabeza del ave.



      Ahora Osiris ocupa el trono del inframundo, donde juzga las almas de los muertos. La historia continúa cuado Horus alcanza la mayoría de edad y venga la muerte de su padre, en los relatos conocidos como las “luchas entre Horus y Set”, en las que el primero desafía la supremacía de Set.

       Isis defendió a su hijo ante un tribunal divino y ganó, pero Set no quedó satisfecho con el resultado y prosiguió la lucha donde se dice que el primero perdió su ojo izquierdo, pero Thot se lo  curó. Set perdió un testículo. Sus batallas tuvieron lugar a lo largo de tres días y tres noches, la imagen de la gestación durante el periodo oscuro de la luna. Al final de la disputa Set y Horus se sodomizaron mutuamente por la fuerza.

      Podemos considerar este ataque sexual como otra forma de incesto divino que pretende unificar violentamente fuerzas opuestas. La antítesis de Osiris (que representa el orden y la fertilidad del Nilo) no era su esposa y hermana Isis, sino su hermano Set (símbolo del caos y la sequía del desierto). Por lo tanto el incesto de Isis y Osiris no pretende una unificación de contrarios, sería más bien una unión política que garantizó el derecho divino de gobernar a sus hijos. El objetivo cósmico del incesto divino –la unificación de los contrarios absolutos- sólo era posible mediante la relación incestuosa de Osiris-Horus y Set  (Osiris como sol que muere y Horus como sol renaciente).


       Después de la sodomización mutua de los dioses, Isis retiró de Horus el semen de Set e introdujo en éste el semen de aquel, de modo que cuando Set declaró que había humillado y mancillado a Horus mediante la violación anal, los dioses descubrieron que era a la inversa y el derrotado Set se vio obligado a servir a Horus. De esta manera, en la disputa por la herencia venció Horus, que fue coronado rey.  Sin embargo, Horus había encadenado a Set y se lo había entregado a Isis para que le diera muerte, pero la diosa lo liberó. Horus, enfurecido con su madre, le cortó la cabeza, pero Thot la sustituyó por la de una vaca. Viajó al inframundo para transmitir las novedades a Osiris y para despertarlo. Le dio como obsequio el ojo que le habían arrancado en la contienda, lo cual devolvió a Osiris la vida eterna. Dicho ojo pasó a ser conocido como el ojo “wedjat”, el ojo de la eternidad.



Wedjat

      El hecho de que en todo Egipto no hubiera un texto completo de la historia de Isis y Osiris nos confirma que se trataba de un relato oral conocido por todos los egipcios. Originalmente era un mito de tradición oral, como lo fueron en sus orígenes la “Iliada” y la “Odisea”. El drama de la muerte y renacimiento de Osiris se escenificaba cada año en las representaciones teatrales históricas de Abidos, por lo que la historia pudo haber sido transmitida, como un arte o habilidad, de generación en generación.

      Es un mito de la realidad invisible que subyace y hace inteligibles las obras de la naturaleza. Es un mito de la inmanencia, que muestra como  los dioses egipcios se manifestaban en la creación De este modo, las dimensiones múltiples del mundo fenoménico se ponían en relación con el sentimiento humano de la existencia de un lazo místico de unión entre la humanidad y la naturaleza. Osiris cobra vida con la crecida del Nilo, el cereal que germina, la luna creciente, y en todo lo que es afirmativo en la naturaleza y en los seres humanos, y muerte cuando ocurre lo contrario. 




Osiris como presencia guardiana de la eternidad, sujetando el cayado y el mayal, aparece junto a dos ojos wedjat de Horus (XX dinastía, c. 1190-1085 a.C. Tumba de Sennejem, Deir el Medina, Tebas)

      La crecida de Nilo también se veía como las lágrimas de Isis por la pérdida de Osiris  (Ver Pausanias en “La Fócide”). La diosa Isis se manifestaba como la estrella Sothis(Sirio), también llamada la estrella del Perro, cuyo orto por el horizonte oriental devolvía a Osiris a la vida y desataba la inundación.



El orto helíaco de Sirio. Mediada la Primavera Sirius reaparecía centelleando muy poco antes del amanecer en dirección Este (izquierda). El Sol, bajo el horizonte, y la estrella, rasante. A medida que el Sol se eleva y se aproxima el amanecer su luz va extinguiendo la de Sirio, que rápidamente desaparece (derecha).


     En el mito Isis siempre está buscando a Osiris, encontrándolo y despertándolo de su sueño. El “hallazgo” de Osiris (en Grecia será el “hallazgo de Coré” de los Misterios Eleusinos) ocupa el lugar central de los rituales que celebran la crecida del Nilo.

      Es necesario marcar la diferencia entre Osiris y Min (dios de la cosecha), cuyo don era la vitalidad del crecimiento. El don de Osiris era la reanimación o resurrección. Osiris es el misterio lunar, el devenir cíclico, en el que la oscuridad precede al resurgir de la luz. Min es el misterio solar, la fuerza vital que está o no está presente, representando por un toro blanco o por un hombre itifálico. De manera similar Hapi, el dios del Nilo con pechos femeninos que derrama su agua del Nilo de dos jarras, se identifica a menudo con Osiris.




Dioses Priapo y Min



Dos imágenes del dios Hapi, personificación del rio Nilo

      En un poema sobre la indefensión de Osiris muerto, las dos hermanas Isis y Neftis se convierten en un mismo personaje en este himno y juntas contribuyen a su resurrección. Simbólicamente, Isis es la aurora y Neftis el ocaso; Isis es la estrella de la mañana, y Neftis la estrella vespertina. En palabras de Plutarco, Isis es la parte visible del mundo y Neftis la invisible. Juntas constituyen una unidad que complemente la dualidad de Osiris y Set, sus hermanos y esposos. Muchos sarcófagos se pintaban y grababan con imágenes de Isis y Neftis protegiendo al faraón con sus alas desplegadas.




Isis y Neftis en el sepulcro de Ramsés III (XX dinastía, c. 1194-1163 a.C.). Fotografía Gonçal Vicens



Sepulcro de Ramsés III. Fotografía Gonçal Vicens

      Isis y Osiris son las fuerzas creativas de la vida y juntas son el alma universal del crecimiento. Si él es la inundación del Nilo, ella es la tierra que el Nilo cubre...  De la unión de ambos surge Horus, la nueva vida de lo cereales. A Osiris, como fuerza del crecimiento que se manifiesta en el agua, se le llama “la gran cosa verde”; cuando dicha fuerza se manifiesta en la tierra se le llama “la gran cosa negra”, la humedad que engendra el cereal. 



 Un sacerdote riega el cuerpo de Osiris del cual está brotando trigo. Bajo el dios aparecen los signos anhk de la vida y el cetro was de la prosperidad divina (bajorrelieve, templo tolemaico de Isis en la isla de File). Osiris como “la gran cosa verde”. Un “hombre verde” actual.




Campos de Ialu o de Osiris

      Las fases de la vida del cereal también se consideraban la manifestación del dios del grano que se moría y regresaba a la vida. Así, cuando se segaban las primeras espigas, había llantos y lamentos, como si el cuerpo del dios del cereal estuviese siendo desmembrado. Isis recogía los miembros dispersos de Osiris en un serón de aventar.

      La aparición y desaparición de Osiris también está relacionada con las de la luna. Plutarco pone de manifiesto que Osiris vivió “veintiocho” años (período regular en el que coincide la luna llena con el día más corto o más largo del año y se cree que ambos astros se ponen en conjunción) y el desmembramiento de Osiris en catorce partes hace alusión a los días en que el astro se desvanece, desde el plenilunio hasta el novilunio.

      Set es el principio opuesto a Osiris, es el antagonista perpetuo. Es la sequía, el calor abrasador, el terremoto, la tormenta, el trueno, la muerte.... Entre los humanos es, en palabras de Plutarco, una truculencia del alma. Es, en suma, cualquier cosa dañina o destructora que amenace con reducir o arrebatar la vida. Sus animales son el burro, el cocodrilo y el hipopótamo. Pero Set no es el mal, en mayúsculas, sino el elemento antagónico del Universo que ha de ser dominado y sometido al buen gobierno, para librarnos de la anarquía. Isis reconcilia ambos opuestos (Osiris-Set) sin acabar con su oposición.



El dios egipcio Set o Seth. Fotografía de Ancient Egyptian Gods Gallery
de Barbara Waterson. BBC History

      Isis personifica el “poder del amor” del Universo, que resucita a la vida de la muerte. Isis ama a Osiris, lo busca y con su poder lo devuelve a la vida, convirtiéndose así, mitológicamente, en su madre. Así, el esquema del mito de la diosa madre y el hijo-amante se hace visible, como una variación del tema universal de la Diosa.

      El jabalí que mata a Tamuz, Adonis, Atis... es la imagen de la luna oscura, del abismo de la muerte, Los catorce trozos en que queda desmembrado Osiris son una imagen del desmembramiento de la luna, que Isis vuelve a unir como luna creciente.

      La columna djed simboliza la resurrección. Isis es de nuevo la madre esencial (zoé), mientras que Osiris y Horus representan las fases de vida y muerte de esa fuente. La erección de la columna o pilar djed desde su posición horizontal hasta la vertical erguida, supone la culminación de los ritos de Osiris, y celebra el comienzo del Nuevo Año (o fiesta de Sed) en el que se renueva el poder del rey, que se convierte en Horus. El término djedsignifica “estable” o “perdurable” y su erección significa que la fuerza vital ha resistido a las fuerzas inertes de la descomposición que yacen sin vida en el suelo. En relación con la cosecha, la erección de la columna significa que el espíritu del cereal no había muerto durante la siega. En ocasiones la columna se dibuja como un árbol de ramas podadas (ver la cruz cristiana, capitulo 14, Fig. 30) lo que recuerda al árbol eriáceo que rodeaba el sarcófago de Osiris en Biblos. Todos simbolizan el árbol de la vida como eje del mundo.



Isis ayuda a Seti I a levantar la columna djed de Osiris (XIX dinastía, c. 1300 a.C. Templo de Seti I, Abidos).

      Tras levantare la columna djed, se vestía a la columna con una tela (tit) que era emblema de Osiris, por lo que la combinación de djed y tit simbolizaba la unión de Osiris e Isis, una restauración de la armonía tal y como existió en los orígenes. La imagen de la erección también rememora la primera vez que la colina alta (Atum) se alzó de entre las aguas de Nun como la primera “isla” de conciencia. Este acontecimiento primordial también puede ser renovado cada día cuando el sol (Ra) se alza de la noche (Atum-Ra).

      En la figura siguiente el sol descansa en los brazos que forman la figura del Ka (el abrazo divino que sostiene toda cosa, persona o dios) que surge del Ankh (vida imperecedera) que ha sido creada por la columna djed. Isis y Neftis asisten a la fuerza vital de la columna djed hasta que ésta se manifiesta. Unos babuinos saludan el amanecer del sol con el gesto de la epifanía del Ka, como todavía hacen hoy en día. Los dioses con el gesto de epifanía Ka saludan a la fuerza vital.



Isis (a la izquierda) y Neftis (a la derecha), arrodilladas, ayudan al sol a alzarse de la columna djed. Seis babuinos lo celebran (papiro de Ani, XVIII dinastía, c. 1250 a.C.) 

      Las personas que fallecen se “convierten” en Osiris, para que al ser “halladas” por Isis y Neftis les ayuden a amanecer, a resucitar: se trata de una imagen de la transformación del alma.


Isis y sus avatares

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      Antes del 2500 a.C., cuando se escribieron los textos de las pirámides, Isis era ya una figura imaginada con toda precisión. Hizo su entrada en la cosmología de los sacerdotes de Heliópolis como cuidadora de los muertos. Pero también Isis revela la unidad de la creación,  idea que proviene de la sensibilidad neolítica de un mundo unificado.


Pectoral de oro en forma de Isis alada (III dinastía Etiope, c. 710-663 a.C. Tumba cusita del rey Amarinataki-lebre, Nuri, Sudán)

      La diosa pájaro del IV milenio a.C. (Egipto predinástico) se refleja en las alas de Isis que todo lo protege. En los textos de las pirámides se dice que el difunto “respira el hálito de Isis” (BudgeThe Gods of the Egyptians” vol 1) imagen que surge del relato en la que Isis asume la forma de un milano y, con el batir de sus alas, creaba el viento o hálito de vida para despertar a su difunto esposo Osiris y devolverlo a la vida, concibiendo un hijo del dios mientras este yacía en su cofre, respirando hálito de vida y apartado, por lo tanto, de la muerte. Así, Isis revolotea con sus alas dadoras de vida sobre todas aquellos cuya alma ha abandonado su cuerpo por la boca, ofreciéndoles la primera bocanada de la vida eterna. El alma Ba (el alma individual y personal) también revolotea sobre el difunto en forma de pájaro, hasta que se une con el Ka (el alma universal), la esencia del poder de la vida.



Imagen de Isis en forma de milano sobre Osiris. Imagen del Ba en la tumba de Inherkhau. 



El Papiro de Ani. Lámina 37 o final del Libro de los Muertos. Este papiro ha sido redigitalizado con bellos colores y los contornos retocados por el Vassar College de Estados Unidos.
El papiro original es propiedad del Museo Británico en Londres, registrado bajo el nº 10.470, formando parte de las colecciones del museo desde 1888. Las 37 láminas originales se pueden ver en:  http://www.britishmuseum.org/, haciendo click en “Research”, luego ingresando “Search the collection database,” y finalmente ingresando

      En el Neolítico la diosa pájaro de las aguas superiores y la diosa serpiente de las aguas inferiores eran concebidas como una gran diosa del abismo circular de aguas que rodeaba la tierra. En Egipto, durante la Edad del Bronce, se mantiene esta unidad entre Wedjat o diosa serpiente del Bajo Egipto y Nekhet o diosa buitre del Alto Egipto. Esta asociación entre diosa y serpiente también aparece en el ureo real, la cobra erguida y dispuesta a escupir. El jeroglífico de la cobra erguida significa “diosa”. El wedjat(ojo de Horus) se asimilaba a menudo a Isis, tanto bajo su forma de serpiente como en la de “ojo de Ra”.



Ureo en forma de cobra. A la derecha el ureo de Sesostris III

      Otra de las formas de la diosa es la diosa cerdo del Neolítico. Mil años después, en Egipto, aparece la imagen de Isis con las piernas abiertas como si estuviera a punto de dar a luz sobre el lomo de un cerdo. Ambas imágenes expresan el sentimiento de que el cerdo (con su constante fertilidad) representa las fuerzas de renovación perpetua de la naturaleza. La cerda es el animal sagrado que representaba a Deméter en Grecia.




Diosa cerda egipcia, precursora de Isis (c. 3000 a.C.)

     Su relación con el chamanismo la podemos observar en la escalera que Isis sostiene en la mano, al igual que las escaleras que se pintaban al lado de las tumbas para que el alma ascendiera a los cielos, después de pasar por unos niveles de transformación o purificación. Más adelante, la virgen María recibe el apelativo de “Puerta del Cielo” y la imagen de la escalera reaparece en el mito de Sofía.

      Para los egipcios la existencia divina se manifestaba en una gran variedad de animales, lo que le sugiere al egiptólogo Henri FrankfortAncient Egyptian Religión que el egipcio sentía una reverencia religiosa subyacente hacia toda la vida animal, hasta tal punto que los animales en sí mismos poseían significado religioso para los egipcios.  La creencia dominante en la religión egipcia era la de la inmutabilidad del universo: el único gran acontecimiento tuvo lugar en los orígenes, cuando el mundo emergió de las aguas primordiales. Los animales parece que nunca cambian y por eso participan de la naturaleza fundamental de la creación.

      Los animales carroñeros, como los chacales y buitres, participan de la naturaleza divina de la diosa porque transforman la carne putrefacta en alimento dador de vida. Anubis, el que conduce a los muertos al inframundo, el “juez”, tiene cabeza de chacal, pesa el alma del difunto para decidir si es digna de entrar a presencia de Osiris, de la misma manera que al comer, el chacal distingue con exactitud los elementos capaces de transformarse de los que no los son. Recordemos la diosa buitre (de la muerte y regeneración) de Çatal Hüyüyk y al chacal Anubis como ejemplos de cómo surgen las asociaciones simbólicas.




La diosa Sekmet tiene la cabeza de león, y aparece sentada con el disco solar y el ureo sobre la cabeza. Estos tres elementos, por separado, son imágenes de energías poderosas y, juntas, implican una gran concentración de fuerza, que al ser disparada, igual yerra el blanco y se convierte en destructiva: de la misma manera que podía desencadenar la peste, podía curarla.



La diosa Sekmet tiene la cabeza de león

1. Isis como trono. La montaña.

      La imagen de un trono de respaldo alto era tanto el jeroglífico del nombre de Isis, como el objeto que se sitúa sobre su cabeza. Según Anne Baring y Jules Cashfor (“El mito de la diosa. Pág 294): “el trono recuerda el orden primigenio del comienzo, porque en su forma puede verse el montículo original, la ‘colina alta’, que primero emergió de las aguas como tierra habitable”.



Isis, pintada en oro, con el trono de oro sobre la cabeza, arrodillada sobre el emblema de oro, sujeta el anillo de la eternidad (sarcófago de Amenhotep II c. 14271401 a.C. Tumba de Amenhotep –Amenofis- II, valle de los Reyes, Tebas)

      En muchas otras culturas la colina era la imagen de la Diosa como la Tierra. En Sumeria la montañaera imagen del inframundo (Kur), del útero de la madre, símbolo que procede del antiguo aprisco de animales y de la cueva prehistórica, representado por . En Creta la diosa se yergue sobre su montaña, flanqueada por leones. La montaña es el lugar más cercano al cielo y por tanto el primer lugar que una divinidad alcanzaría al descender. Por eso los primeros templos tenían forma de montaña: el zigurat, la pirámide...



Primer grabado del libro de  Athanasius Kircher, Sphinx Mystagoga(Amstelodami: Ex officina Janssonio-Waerbergiana, MDCLXXVI). Recreación bastante fantástica de Gizeh, pero con elementos reales: visitantes curiosos capaces de encaramarse hasta lo más alto de las pirámides y abigarramiento de caballos, camellos, arqueólogos, saqueadores y gente diversa alrededor. Fuente Mesa Revuelta

      En una extensión de este simbolismo, el regazo de la diosa Isis se convirtió en el trono real de Egipto, de modo que subir al trono equivalía a recibir el alimento divino que otorgaba al rey las cualidades de la realeza y garantizaba su derecho a gobernar: “El trono ‘hace’ al rey”, como dicen muchos de los textos. Ya en la I dinastía un faraón se llamaba a sí mismo ‘hijo de Isis”. Así, Isis es la madre del rey que gobierna la tierra en su lugar como hijo suyo. Así era como se percibía el orden cósmico del universo en relación con el orden social de los seres humanos: “el derecho divino de los reyes”.



Isis con el niño Horus (Museo Egipcio de El Cairo).

2. Isis y Hathor.

      Isis se funde con muchas otras diosas, como es el caso de Hathor. Lo demuestra la semejanza de los adornos de su cabeza: una corona con cuernos de vaca y con el disco solar descansando sobre ellos.



Isis, con cabeza de vaca, aparece como la estrella Sothis, que trae la inundación que hace crecer las plantas. El pájaro del alma se alza sobre el cereal como alma liberada de Osiris (templo de Isis en la isla de File)



Terracota de Isis-Afrodita , época romana en Egipto, II-III siglo d.C. La diosa también tiene los atributos de Hathor. The Metropolitan Museum of Art

      Una tradición procedente del Neolítico afirmaba que las aguas primordiales y el dios más poderoso eran femeninos. El océano celeste se imaginaba en forma de una gran vaca que alimentaba al mundo con su lluvia de leche. Sus cuatro patas apoyadas sobre la tierra marcaban los cuatro puntos cardinales del universo. Su panza, cuajada de estrellas, formaba el cielo por el cual viajaba el sol en su trayecto diurno y nocturno. La diosa celeste Nut también pude tomar la forma de una vaca. A veces se dibujaba al rey mamando directamente de la vaca, como Hathor amamantaba cada mañana a su pequeño hijo: el sol.



      Isis y Osiris (el toro) tuvieron como hijo a Horus, que creció hasta convertirse en el halcón dorado (el sol). Osirisse identifica con el sol poniente, con la tarde, con el ayer y con todo lo pasado. Por otro lado, Horus se identifica con el sol naciente del este, con la mañana, con el día de hoy, con el presente. Ambos dioses son los dos aspectos de una misma figura: lo viejo y lo nuevo, el morir y el renacer.

      Hathor (el cielo) se convirtió en el lugar donde muere y renace el sol, fundiéndose con la historia de la diosa Isis. En esta nueva historia, cada noche, se producía la reunión de Hathor con Horus, cuando el hijo volaba hacia la boca de su madre. Se celebraba una fiesta anualmente durante la cosecha, en la que se representaba un matrimonio sagrado que duraba catorce días y comenzaba al menguar la luna.

3. Isis y Nut.

      Nut era la diosa que a menudo se fundía con Isis y Hathor. Era la diosa del cielo y también la madre del sol, la luna y las estrellas. También como madre cósmica es representada en un grabado de la tumba de Seti I (c. 1300 a.C.) bajo la forma de una gran vaca impasible, por debajo de la cual navegan las barcas solares del día y de la noche, con un Shu (aire) diminuto sujetando su panza.



Nut como madre cósmica es representada en un grabado de la tumba de Seti I (c. 1300 a.C.) bajo la forma de una gran vaca impasible, por debajo de la cual navegan las barcas solares del día y de la noche, con un Shu (aire) diminuto sujetando su panza.



En la escritura jeroglífica la jarra de agua es el signo de Nut, la que vierte la lluvia de los cielos, ofreciendo bebida y comida a las almas de quienes han muerto.

     Como diosa del cielo, Nut era a menudo dibujada como una mujer que arqueaba su cuerpo sobre el cuerpo del dios de la tierra, su esposo Geb (a veces llamado “toro de Nut”). Una representación semejante puede verse en el relieve de un techo del templo de Hathor (Dendera, c. 116 a.C.-34 d.C.) en el que la diosa del cielo Nut engulle y da a luz al dios del sol, cuyos rayos caen sobre Hathor, que representa al horizonte.



Nut como el cielo estrellado



Nut era a menudo dibujada como una mujer que arqueaba su cuerpo sobre el cuerpo del dios de la tierra, su esposo Geb (a veces llamado “toro de Nut”)

      Neumann observa que en las sociedades matriarcales el cielo diurno es el reino en el que el sol nace y muere, no el reino sobre el que gobierna,  como sucederá más tarde. Desde la perspectiva matriarcal, Nut es la forma femenina de Nun, el océano primordial que todo lo abarca; es la inmutable, la duradera, el receptáculo fundamental. El sol, la luna y las estrellas son sus hijos temporales y perecederos. Desde la perspectiva patriarcal, por el contrario, el dios del sol (Ra, manifestación visible de Atum) es el centro, el ser primario; viaja en su barca por el “abismo acuoso del cielo” (El cuerpo de la vaca celeste). El sol es la epifanía de la creación; como se ve en la imagen de abajo, representando el nacimiento del sol, y unos gestos gozosos de los brazos alzados por su renacimiento, que encontramos en el muro norte de la cámara funeraria de la tumba de Ramsés VI, XX dinastía, c. 1150 a.C. Valle de los Reyes, Tebas. En esta visión patriarcal Nun deja de ser la madre de Ra (la manifestación visible de Atum, “El completo”) y pasa a ser su nieta.

      Para Rundle ClarkMyth and Symbol in ancient Egypt” el punto de vista matriarcal era el más arraigado en las gentes del pueblo, mientras que eran principalmente los sacerdotes quienes defendían el punto de vista patriarcal. Desde este punto de vista, por ejemplo, la historia de la salida del sol cambia radicalmente: el enrojecerse de la aurora ya no se considera la sangre del parto de la madre, sino la sangre de la serpiente de la oscuridad, Apofis, a quien el sol ha dado heroicamente muerte.



El gato, representante del Sol en la noche, matando a la serpiente Apep (Apofis) y asegurando un nuevo amanecer

      En la figura de abajo Set lancea a Apofis  (otra dimensión de sí mismo), mientras que el sol permanece sentado en su barca. Esta imagen muestra el mito de la derrota de las fuerzas de la oscuridad a manos del dios de la luz.



Set lanceando a Apofis y una escena del Libro de los Muertos en la que El difunto se enfrenta a Apofis.



Apofis herida por Miuty, el «Gran Gato de Heliópolis».

4. Isis y Maat.

      La diosa Maatencarna el principio del equilibrio, de la compensación y de la armonía como base de las leyes del universo. Viaja en la barca de Ra, junto con Thot (su contrapartida masculina).



Maat y Thot

      Al igual que Sofía, Maat estaba en el “abismo primigenio” como la que da vida al corazón del ser supremo antes de que la creación hubiese comenzado, cuando Atum deseaba que su corazón viviera. Nun le dijo a Atum que acercara su hija Maat a su nariz y que respirara en ella, para que su corazón viviera. A menudo se representa a Maat infundiendo el hálito de vida en los faraones. Para ello sostiene un Ankhcontra su nariz. Maat infunde el aliento de vida sobre el comienzo de todas las cosas.

      Maat es las leyes fundamentales del Universo, basadas en el principio de la armonía: “sea cual sea el desorden que el hombre o los accidentes naturales puedan provocar, la naturaleza, por sí sola, volverá a ponerlo en orden a través de las afinidades (la conciencia de armonía que habita en todas las cosas)” (“El mito de la diosa. Pág. 306. Sin embargo, este “principio de la armonía” va en contra de la Segunda Ley de la Termodinámica.

      Maat encarna la verdad, el orden justo, la legalidad y la justicia. Los faraones llevaban en la mano una muñeca que representaba a la diosa, y los jueces un emblema de lapislázuli que representaba a Maat. Así el orden social era un reflejo del orden divino y el gobierno de cada día representaba el tiempo primordial (“In illo tempore” de Mircea Eliade) en que Ra (el sol) puso el Orden (Maat) en lugar del Caos.

      La pluma de Maat se colocaba en la balanza de la justicia para comparar su peso con el del corazón del que había muerto. Si el corazón era más pesado que la pluma, la balanza se inclinaba y el corazón caía en las fauces abiertas de Ta Urt, el monstruo con cabeza de cocodrilo, cuerpo de hipopótamo y pies de león, que estaba agazapado debajo. Si el difunto había sido justo, Thot lo llevaba ante Osiris, detrás de quien estaban Isis y Neftis. En la figura de la página siguiente el ojo alado de Horus sujeta en sus garras de ave la pluma de Maat y se la acerca a Osiris, que encarna a Maat en el inframundo. Las aguas primordiales de Nun yacen bajo el trono de Osiris y de ellas nace el loto, que florece al sol de la mañana, convirtiéndose en la flor cósmica original cuyos pétalos se abrieron para revelar el sol, que se alzó y echó a volar por los cielos. Los cuatro hijos de Horus que sostienen los cuatro puntos cardinales se sostienen sobre el loto, que en última instancia se apoya en Nun.




Ta Urt

      La idea de Maat equivale a los Me de Sumer y posteriormente al Tao chino, al Dharma indio y a la Sofiade la literatura sapiencial del Antiguo Testamento y de la tradición gnóstica cristiana. Quizá también sea equivalente al “Reino de los Cielos” de  Jesús y al “Reino” de los evangelios gnósticos. Todos estos términos se refieren a una imagen de orden cósmico, armonía arquetípica o ley universal de la que deriva el orden social humano. Nosotros entendemos esta idea bajo el término Logos:En el principio existía la Palabra” (“logos” en griego). Originariamente esta idea se encarnaba en la imagen de la Diosa, que expresaba el orden espiritual de la Totalidad, la ley de la encarnación que regía los principios por los que la Unidad se manifestaba (encarnaba) como diversidad.

5. La diosa de los mil nombres.     

      A menudo se hace referencia a Nut, Hathor e Isis como unidad. A las tres se les llama “diosa del sicómoro”, “madre del cielo”, “reina de todos los dioses y diosas”... Isis es la “señora del gozo y la abundancia”. Con el Reino Nuevo (1550 a.C.) Atum dejó de ser el dios nacional, posición que pasó a Amon. En esa época Isis sobrepasó en poder a todas las demás diosas que fueron apareciendo y despareciendo. Isis fue la única diosa de los mil nombres.

      La figura de Isis alberga una paradoja, pues era adorada como gran madre de la vida, la muerte y la regeneración, pero también sufría dificultades y pérdidas como los seres humanos. Es posible que este perfil humano de su semblante explique lo duradero de su atractivo. Como Inanna en Mesopotamia, Isis vincula a la humanidad con el rostro incognoscible de la divinidad al hacerse casi humana. Es la mediadora entre los dos reinos, como la virgen María habría de serlo para muchas personas miles de años después.

      Isis sufre y supera las pruebas de la condición humana (muerte de los seres queridos) y, por lo tanto, puede servir de imagen de reconciliación de las condiciones de la existencia humana.

6. Diosa de la palabra del poder.

      Uno de los mitos que tratan de la Diosa comienza relatando que al principio era una mujer y acabó siendo diosa, con poder incluso sobre el dios sol Ra, el señor que se creó a sí mismo.

      Este relato revela la coexistencia de las tradiciones neolíticas del culto a la Diosa y al dios, el cual pervivió entre las gentes del campo y allí donde la religión oficial perdía su dominio central. Finalmente, en los siglos II y III d.C. casi llegó a superar a la religión oficial con la expansión de los Misterios de Isis.

      En Heliópolis, donde predominaba el planteamiento ortodoxo, Ra(manifestación visible de Atum) era el bisabuelo de Isis y el creador de todo. Isis conocía la “palabra de poder” (el secreto del nombre de Ra) lo cual la condujo a desear convertirse en una diosa similar en rango y poder a Ra. Se cuenta esta historia.

      El dios Ra se había hecho viejo y baboso, y su saliva cayó a tierra. Entonces Isis amasó parte de su saliva y construyó una serpiente sagrada y la puso en el camino del gran dios, y al pasar éste, la serpiente le mordió. El dios moribundo reunió a su lado a todos los hijos de los dioses y también vino Isis, cuya boca estaba llena de aliento de vida y cuyas palabras hacen vivir de nuevo las gargantas de los que han muerto. “Yo te curaré” -le dijo a Ra-, “pero dime tu nombre, padre santo, porque todo lo que se traiga al mundo en tu nombre se curará” Y Ra dijo: “He hecho los cielos y la tierra, las montaña y el agua. Soy el que hace la luz cuando abre los ojos, y si los cierra, viene la oscuridad”. Isis dijo: “Pero lo que has dicho no es tu nombre; dímelo y el veneno se irá”. El veneno quemaba como fuego y el gran dios dijo: “Consiento que Isis busque dentro de mí y que mi nombre pase de mí a ella”. Entonces dijo Isis: “Veneno, vete, sal de Ra. Que Ra viva y el veneno muera”.

      En este mito el poder supremo del culto a la diosa consigue imponerse al del dios Ra, el de la postura ortodoxa. Por otra parte, el secreto que rodea el nombre del “altísimo” anticipa el carácter impronunciable del nombre santo de Yahvé.

7. Madre e hijo.

      “El niño solo e indefenso, acunado tan sólo por la naturaleza en un lugar salvaje lejos de la compañía humana, es un motivo constante en los mitos del mundo que reaparece cada vez que nace un héroe” (Pág. 313). El chamán prehistórico -y los actuales también-  solían transmitir sus conocimientos a un discípulo al que aislaban del contacto social, metiéndolo en lo más hondo de los bosques, en las cuevas, o en lo alto de los montes o acantilados, donde se daban las condiciones necesarias para alcanzar el éxtasis.





La Isis Lactans como modelo de la virgen María. Pedro Berruguete Virgen de la leche

      Horusnació en secreto en un matorral lleno de serpientes vene venenosas, en los pantanos del delta, donde Isis lo cuidadaza. Pero tuvo que irse para buscar comida y cuando regresó, el niño se estaba muriendo, pues había sido envenenado. Isis clamó a Ra, apostado en su barca y cuando éste llegó a la altura de la diosa, el sol se detuvo. Entonces bajó Thot, pronunció las palabras mágicas de poder y Horus se recuperó.

      En un relato similar, la propia Isis cura la picadura de escorpión de un niño, el de la señora rica que le denegó albergue cuando Isis, acompañada de siete escorpiones, iba huyendo de Set, el cual le había apresado después de la muerte de Osiris. Los escorpiones, ofendidos por la negativa, picaron a su hijo.

      Una de las imágenes que más tiempo perduró es la de la diosa como madre vulnerable y sola que se enfrenta a fuerzas peligrosas, a las que finalmente derrota con la ayuda de grandes poderes provenientes de si misma o del exterior. ¡Ay, hijo mío! ¿Está ardiendo, pajarito mío? ¿Tienes demasiado calor, ahí en el arbusto? Tu madre no puede estar contigo, ni hay hermana que te abanique, ni nodriza que te asista?(Pág. 315).

8. La Isis helenística.

      Alejandro Magno conquistó Egipto en el 332 a.C. Los sucesores de Alejandro fueron los reyes tolemaicos, que fomentaron la fusión de la religión egipcia y griega. Así Isis se convirtió en la esposa del dios de los tolomeos Serapis (el antiguo dios toro, bajo una nueva forma). Comerciantes egipcios llevaron a Grecia la religión egipcia, donde se vinculó a Isis con Deméter, Osiris con Dionisio, con Plutón y Hades. Isis y Serapio tenían un templo en la ladera meridional de la Acrópolis de Atenas. En Délos también había un templo de Isis.



Serapis, como toro y un Serapis helenístico

      En el siglo II d.C. se compuso un himno en honor de Isis, en Cimi, el cual recuerda al himno Akathists a Maria (s. V d.C.) y el himno gnóstico a Sofía.




Himno a Isis, siglos III o IV, descubierto en Nag Hammadi

Porque soy la primera y la última,
yo soy la venerada y la despreciada,
yo soy la prostituta y la santa,
yo soy la esposa y la virgen,
yo soy la madre y la hija,
yo soy los brazos de mi madre,
yo soy la estéril y numerosos son mis hijos,
yo soy la bien casada y la soltera,
yo soy la que da a luz y la que jamás procreó,
yo soy el consuelo de los dolores del parto,
yo soy la esposa y el esposo,
y fue mi hombre quien me creó,
yo soy la madre de mi padre,
soy la hermana de mi marido,
y él es mi hijo rechazado.
Respetadme siempre,
porque soy la escandalosa y la magnífica.

A continuación un fragmento del himno a Isis que se encontró en la ciudad de Salónica. 



HIMNOS A ISIS
Traducción y estudio preliminar Elena Muñiz Grijalvo, Trotta, 2006
Ilustración de la portda: A. Kircher ,Oedipus Aegyptiacus, Roma, (1652-1654)

HIMNO DE SALÓNICA
(I-II d.C.)

1. …Yo soy la primera que descubrió los frutos de la tierra para los hombres.
2. Yo soy la madre del rey Horus
3. Yo soy la que se manifiesta en la estrella en Canis Maior.
4. Yo soy a la que llaman “diosa” entre las mujeres.
5. Me construí la ciudad de Bubastis.
6. Yo separé la tierra del cielo.
7. Yo establecí los caminos de las estrellas.
8. Yo dispuse los caminos del sol y de la luna.
9. Yo inventé la navegación.
10. Yo engrandecí lo que era justo.
11. Yo uní al hombre y a la mujer.
12. Yo dispuse que alumbrara cada diez meses un feto.
12. Yo establecí que lo justo era que los padres fueran amados por sus hijos.
13. Yo establecí que se castigara a los padres que se comportaban mal con sus hijos.
14. Yo puse fin, junto con mi hermano Osiris, a la antropofagia.
15. Yo di a conocer los misterios a los hombres.
16. Yo enseñé a los hombres a honrar las estatuas de los dioses.
17. Yo fundé los santuarios de los dioses.
18. Yo acabé con el crimen.
19. Yo dispuse que las mujeres fueran amadas por los hombres.
20. Yo hice que lo justo fuera más preciado que el oro y la plata.
21. Yo establecí que es justo que se tenga por hermosa la verdad.
22. Yo inventé los contratos matrimoniales.

      Apuleyo (siglo II d.C.) identifica a Isis con Ceres, Venus y Proserpina. Nos cuenta cómo los sistros se seguían agitando hasta que salía el sol durante las fiestas celebradas en su templo de Roma. Apuleyo era un iniciado en los Misterios de Isis, en su libro “El asno de oro” la diosa transforma a Lucio de asno en hombre, en lo que constituye una precisa metáfora de iniciación: “soy la divinidad única a quien venera el mundo entero bajo múltiples formas, variados ritos y los más diversos nombres”.

      Los misterios egipcios se celebraban en secreto en las cámaras internas de los templos, cuyo acceso estaba prohibido a la gente ordinaria. En ellos se escenificaba la pasión de Osiris, su muerte, la necesidad de protección en el inframundo, la ayuda de Isis y Neftis y su resurrección. Es una fiesta que marcaba el paso del año. En el relato de Apuleyo, casi un mileno después, el centro de atención se ha desplazado a Isis. La historia de “El asno de oro” la cuenta un iniciado llamado Lucio (Luz). Primero había sufrido una muerte voluntaria –la condición universal para la iluminación mística-, hasta llegar a perder la conciencia de saberse humando. Sumergido por siete veces bajo las olas del mar, llega a la culminación de sus sufrimientos, cuando se le aparece una deslumbrante luna llena que se alza del mar, la diosa: “ante todo y sobre todo deslumbraba mis ojos era su manto de un oscuro tan intenso que irradiaba reflejos de puro negro”. Esta es la aparición de la Reina de la Noche, que en “La Flauta Mágica” se hace visible como epifanía de la naturaleza, que es la madre de todo.



Escenografía para la ópera, de Schinkel, para el estreno en Berlín, en el año 1815, con La Reina de la Noche

      En la nueva manifestación del mito de la diosa lo que más quedó grabado en la imaginación fue la visión de la diosa madre y de su hijo salvador. El cristianismo, en cambio, vetó y escondió el carácter divino de la Naturaleza, como epifanía de la divinidad.

Tiamat de Babilonia: la derrota de la Diosa

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      La Edad del Hierro comienza hacia el 1250 a.C., época en la que se asiste a la culminación del proceso iniciado en la Edad del Bronce en el cual el carácter numinoso de la Diosa madre se transfirió al Dios padre. El Enuma Elish es la primera historia de la sustitución de una Diosa Madre (que genera la creación como parte de sí misma) por un Dios padre que “fabrica” la creación como algo distinto y separado de sí mismo. El “Enuma Elish”, el poema épico babilónico de la creación, cuenta la historia de la captura y el asesinato de la diosa madre originaria –Tiamat- por el dios Marduk, su tataranieto.


Detalle de la Creación, fresco de la Capilla del Sol y de la Luna de Miguel Ángel (c. 1512. Fuente: Wikipedia



Tableta con el poema  Enuma Elish.  Tablillas descubiertas en 1848 en la biblioteca de Asurbanipal

     
      En todos los mitos de la Edad del Hierro en los que un dios del cielo o del sol vence a una gran serpiente o dragón pueden encontrarse los trazos de este poema épico babilónico. El poema cuenta que la humanidad fue creada a partir de la sangre de un dios sacrificado, olvidando que hasta entonces había surgido del útero de una diosa primordial. En la cultura de la diosa, la relación creador-creación, se expresaba en la imagen de la madre como “zoé” (fuente eterna de vida) dando a luz a su hijo como “bíos”, la vida creada en el tiempo, que al morir regresaba a la fuente. A medida que el dios creció en el transcurso de la Edad del Bronce, llegó a ser consorte de la diosa y en ocasiones co-creador junto con ella. En la Edad del Hierro la imagen de la relación representada en el matrimonio sagrado desaparece y florece un dios padre superior a la diosa madre, un dios sin consorte, el dios de las tres religiones patriarcales: judaísmo, cristianismo e islamismo.



Dios Padre de Cima da Conegliano, c. 1515


      Dios se convierte en hacedor del cielo y la tierra, mientras que la Diosa era el cielo y la tierra. Lo que se hace y quien lo hace no comparten la misma sustancia y, así, puede concebirse lo que se hace como inferior a quien lo hace. Al quebrarse la identidad creador-creación surgió un dualismo fundamental, el de espíritu-naturaleza. En el mito de la Diosa estos dos términos carecen de significado: la naturaleza es espiritual, es numinosa y el espíritu es natural, porque lo divino es inmanente a la creación. En el mito del dios, la naturaleza ya no es “espiritual” y el espíritu ya no es “natural”, porque lo divino trasciende la creación. El espíritu no es inherente a la naturaleza, sino que se halla fuera o “más allá” de ella; llega incluso a convertirse en fuente de la naturaleza. La creación es resultado de una acción divina que establece el Orden a partir del Caos.




Grabado publicado por Camille Flammarion en 1888 en "L'atmosphère: météorologie populaire" donde se incluye el grabado junto con la inscripción «Un misionario de la Edad Media afirma que ha encontrado el punto donde el cielo y la Tierra se tocan...» El peregrino llega a los confines de la Tierra, asomándose a través de la cúpula celestial al exterior, y observa maravillado la maquinaria que hace funcionar el Universo.

      Estos mitos expresan distintos momentos de la evolución de la humanidad. Sin embargo, la tradición judeo-cristiana, presenta el mito de la dualidad de espíritu y naturaleza como “dado”, como propio del modo de ser de las cosas.

1. El Enuma Elish.

      Las raíces mitológicas de las tres religiones patriarcales derivan del “Enuma Elish” que narra la historia de un dios héroe que vence a un dragón. Esta historia ya la encontrábamos en Sumeria. Originariamente, como sugiere Frazer, el poema pudo constituir la celebración mitológica de la llegada de la primavera en Babilonia, cuando el dios solar vencía a la gran serpiente o dragón, imagen de los ríos tortuosos y de las fieras inundaciones torrenciales del invierno que convertían la llanura babilónica en un caos acuoso.



El dios Marduk combatiendo a la serpiente que representa a la Antigua Diosa Madre, ahora denigrada y personificada como un ser monstruoso. Cilindro mesopotámico (c. siglos IX-VIII a.C.) que muestra la batalla entre Marduk  y la gran serpiente-dragón Tiamat, también llamado Bel.



Marduk matando a Tiamat. Ninurta y el demonio o Ninurta contra Anzu, el pájaro azul, Relieve asirio c. Siglo IX a.C.

       También en los mitos del Rig Veda indio el dios Indraderrota a los grandes dragones serpientes Danu y Vritra, su hijo, y libera a las aguas aprisionadas,  para que la tierra vuelva a ser fértil tras la terrible sequía del verano. Asimismo vemos esta batalla en el mito de San Jorge y el dragón, y en el relato egipcio de Ra venciendo a la serpiente Apofis, Garshasp vs. Azhi Dahaka (Persia), Teshub/Tarhunt vs. Illuyanka (Mitología hitita), Perún vs. Veles (Mitología eslava), Dobrynya Nikitich vs. Gorynych (Mitología eslava), Thor vs. Jörmungandr (Escandinavia), Sigfried vs. Fafnir (Escandinavia), Beowulf vs. el Dragón (Escandinavia), Cronos vs. Ophion (Grecia), Zeus vs. Tifón (Grecia), Apolo vs. Pitón (Grecia), Heracles vs. las dos serpientes de Hera, la Hidra de Lerna y Ladón (Grecia), Perseo vs. Medusa y el monstruo marino Ceto (Grecia), Marduk vs. Tiamat (Sumeria y Babilonia), Ra vs. Apep/Apophis (Egipto)
Hadad vs. Lotan (Mitología ugarítica), YHVH vs. Leviatán (Judaísmo), Miguel vs. Satán/Dragón (Judaísmo y cristianismo…

     Esta lucha es una metáfora cosmológica asociada con el triunfo de las civilizaciones patriarcales (indoeuropeas) sobre las matriarcales (pre-indoeuropeas) durante la Edad de Bronce, como afirman Anne Baring y  Jules Cashford en El mito de la diosa.

       Dicha afirmación es puesta en duda por algunos historiadores y, al parecer, por los nazis y miembros de organizaciones con ideología de extrema derecha. Para ellos representa la lucha de un elemento heroico, viril, solar, celeste y espiritual contra un elemento subterráneo, telúrico, ctónico, lunar y material, que adquiere la forma de un reptil viscoso. Las sociedades patriarcales -afirman-  traían consigo el espíritu guerrero, la disciplina, la austeridad  el valor, el orden y, sobre todo, la espiritualidad; en cambio, las sociedades matriarcales  eran indisciplinadas, perezosas, egoístas, individualistas, con apego a las cosas materiales, amantes del placer desmedido, del lujo, del “multiculturalismo”, del libertinaje y la promiscuidad. En resumen, eran el demonio, la serpiente, el monstruo a los que un héroe valiente, preferentemente ario, sometía después de derrotarlos.

       Para estos heroicos defensores del patriarcado, la Serpiente es una metáfora de una especie de fuerza psicológica inconsciente, primitiva y malvada.  Una potencia que nos arrastraría al Caos, si no fuese por los patriarcados que vendrían a equilibrar el Universo con la sumisión del desorden, de la materia, ante el espíritu representado por el arquetipo del Padre Cielo y el Héroe. “Por lo tanto, cualquier desequilibrio social que pudiese existir como resultado de preponderar el valor de uno de ambos sexos, o bien, de despojarlos de sus funciones naturales en la sociedad como pretenden algunos, y cuyos efectos negativos en los acontecimientos modernos los percibimos ya en aquellas patologías que hoy se ven incluso como "normales y aceptables", responde únicamente al hecho de desear dejar libre a ese elemento reptiliano, caótico, materialista, libertino y egoísta de nuestra conciencia primitiva”. La cita está en Lingua Passerum.



Indra vs. Vritra




Indra, el rey de los dioses, mata a Vritra con el rayo. Autor: Ramanarayanadatta Astri Volumen: 2 Editorial Gorakhpur Geeta Press.  Digitalización de la University of Toronto 




San Jorge y el Dragón. S XV. Paolo Uccello




El gato (Ra) mata a Apofis. La serpiente en la tumba de Ramsés I


      El Enuma Elish, que significa “Cuando en lo alto”, se recitaba anualmente para ayudar a la victoria del señor dios Marduk quien  debía derrotar al gran dragón serpiente Tiamat, también llamado Bel, que al igual que Baal, significa “señor”. Recordemos que Yahvé significa “el señor”.  Durante la Edad de Hierro los dioses padres luchaban por la supremacía en Mesopotamia, Persia, India, Anatolia, Canaán, Grecia y, de un modo menos obvio, en Egipto. Pero Marduk fue el primer dios que derrotó a la Diosa madre y tomó su puesto como creador de vida.

      El poema se conoce por las tablillas descubiertas en 1848 en la biblioteca de Asurbanipal, último rey de Asiria, que se inmoló en las llamas de su palacio incendiado en 626 a.C. Sin embargo, su antigüedad se retrotrae a una época mil años anterior, cuando la dinastía semita amorreade Hammurabi llegó al poder en Babilonia, alrededor del 1750 a.C. Es un mito creado por un pueblo joven, con poca experiencia en el manejo del poder político. Su lenguaje y sus imágenes son de una aspereza extrema; todavía no las han enriquecido o suavizado la intuición y la sabiduría, y contrastan de forma estridente con los anteriores mitos sumerios.




Ea (también llamado Nudimmud) mata a Apsu

      Comienza narrando la historia de cómo los dioses fueron creados por la madre y el padre primigenios Tiamat(agua salada)y Apsu (agua dulce), cómo surgió el conflicto entre los hijos y los padres y como Marduk acabó con la vieja generación. Apsu, esposo de Tiamat, planeaba destruir a sus hijos porque le molestaba el griterío que hacían. Ea(Enki), en Grecia Crono, también llamado Nudimmud, mató a Apsu. Su hermano mayor, Anuprodujo grandes vientos que perturbaron las aguas de Tiamat. Fue este incidente, en apariencia insignificante, lo que creó una ruptura del orden de la existencia y transformó a Tiamat, madre dadora de vida, en mortífero dragón, trayendo al mundo la discordia La diosa se agita cada vez más, hasta que da a luz a una camada monstruosa de serpientes cuyos cuerpos estaban llenos de veneno en lugar de sangre. Todo el que las contemplaba quedaba petrificado por el terror. Se crearon once clases distintas de monstruos. Todos ellos eran hijos de Tiamat y el mayor de entre en ellos era Kingu, al que la diosa tomó como marido, eligiéndolo para liderar su hueste y defenderla, fijando sobre su pecho la tablilla de la ley o Tablas del Destino, que mantenían el plan divino para todo el cosmos. Ninhursag utilizó la sangre de Kingu para hacer el primer hombre, y de esto viene el aspecto demoníaco y rebelde de la naturaleza humana.

      Por su parte, los dioses jóvenes eligieron a Marduk como su rey y le dieron un arma invencible, el rayo. Dispuso sobre su frente el relámpago y rodeó su cuerpo con ardientes llamas. Marduk venció a Tiamat, a Kingu y a su hueste y se apropió de las tablillas de la ley. Partió el cuerpo de la diosa en dos: una mitad la convirtió en el cielo y la otra en la tierra. En este mito el cielo y la tierra se fabrican a partir del cuerpo desmembrado de la diosa, y la raza humana a partir del cuerpo asesinado de su hijo-amante Kingu.

      Este relato épico coincide con la fase final de la civilización sumerio-babilónica. Tal vez cuente la historia real de la conquista babilónica de Sumer, justificándola. Puede simbolizar el paso de poder del antiguo reino sumerio de la “madre” al nuevo reino babilónico. Al principio existía Nammu, la diosa de las aguas primordiales conocida más tarde como Tiamat, y en  el mar se formo una montaña cósmica (Kur) que procedía de la unión del dios del cielo An(Anu en acadio) y de la diosa de la tierra, llamada Ki. An y Ki trajeron al mundo a Enlil (dios del aire o del aliento) y a Enki (Ea, dios de las aguas). La diosa madre primordial (Nammu o Nimmah), cuya imagen en Sumer era tanto el mar como una gran serpiente, se ha convertido ahora en Tiamat, la madre demonio. La derrota de Tiamat pudo haber servido para desacreditar a Sumer, tierra de la “madre”, que se retrata como amenazante y malvada a través de la imagen de un dragón que merece ser destruido. Marduk toma de Tiamat las tablillas de la ley, lo que puede significar la transmisión del poder político de Sumer a Babilonia, y del poder religioso de la diosa madre al dios joven (Recordar a los “seres supremos” de los pueblos primitivos -australianos, bosquimanos- y sus “dioses ociosos”, los que dan las leyes a los hombres).

      Existen otros mitos de la creación en Babilonia en los que la creación del mundo y de la humanidad no está asociada a la muerte de un dragón, sino que tiene lugar por el acto de una diosa, o de una diosa y un dios, o de todos los dioses conjuntamente. En el Poema de Gilgamesh sumerio el dios padre Anu llama a la diosa de la creación Aruru para que cree a Enkiducomo compañero de Gilgamesh (¡Deja que rivalicen para que así haya paz en Uruk!) La diosa cogió un pedazo de arcilla y escupió encima, modelando a Enkidu. La epopeya de Gilgamesh es una narración sobre las aventuras de Gilgamesh y su amigo Enkidu en tablillas de arcilla y escritura cuneiforme, de origen sumerio y considerada como la narración escrita más antigua de la historia. Una de las tablillas anticipa el episodio de la Biblia sobre el diluvio.



La tablilla sobre el diluvio de la epopeya de Gilgamesh, escrita en acadio



Figura de Gilgamesh del palacio de Sargon II en Khorsabad (Dur Sharrukin), 713–706 a.C. (Museo del Louvre)

     Gilgamesh es un personaje legendario de la mitología sumeria. Según el documento llamado Lista de reyes sumerios, fue el cuarto rey de Uruk hacia el año 2750 a. de C. y protagonista del Poema de Gilgamesh, también llamada La Epopeya de Gilgameshen la que se cuentan sus aventuras y búsqueda de la inmortalidad junto a su amigo Enkidu. La mitología cuenta que Gilgamesh fue un rey déspota que reinó en Babilonia en la ciudad de Uruk (actual Warka, en Iraq). En la Biblia se hace referencia a esta ciudad con el nombre de Erech. Foneticamente, su evolución puede haber dado el nombre a Iraq.

      La leyenda sobre este rey cuenta que los ciudadanos de Uruk, viéndose oprimidos, pidieron ayuda a los dioses, quienes enviaron a un personaje llamado Enkidu para que luchara contra Gilgamesh y le venciera. Pero la lucha se hace muy igualada, sin que se destaque un vencedor y, a continuación, los dos luchadores se hacen amigos. Juntos deciden hacer un largo viaje en busca de aventuras, en el que aparecen toda clase de animales fantásticos y peligrosos.

      En su ausencia, la diosa Inanna (conocida por los babilonios como Istar y más tarde como Astarté) había cuidado y protegido la ciudad. Astarté declara su amor al héroe Gilgamesh pero éste lo rechaza, provocando la ira de la diosa que en venganza envía el Toro de las tempestades para destruir a los dos personajes y a la ciudad entera. Gilgamesh y Enkidu matan al toro, pero los dioses se enfurecen por este hecho y castigan a Enkidu con la muerte.



Gilgamesh y Enkidú dando muerte al Toro de las Tempestades.

       Gilgamesh muy apenado por la muerte de su amigo recurre a un sabio llamado (Noé) Utnapishtim (Ziusudra en sumerio que puede significar «el de los Días Remotos») el único humano junto con su esposa que por la gracia de los dioses son inmortales. Gilgamesh recurre a él para que le otorgue la vida eterna, pero Utnapishtim le dice que el otorgamiento de la inmortalidad a un humano es un evento único y que no volverá a repetirse como ocurrió con el Diluvio Universal, en el que Utnapishtim y su esposa se salvaron.

      Finalmente la esposa de Utnapishtim le pide a su esposo que como consuelo a su viaje le diga a Gilgamesh donde localizar la planta que devuelve la juventud (más no la vida o juventud eterna), este le dice que la planta está en lo más profundo del mar. Gilgamesh se decide a ir en su busca y efectivamente la encuentra, pero de regreso a Uruk decide tomar un baño, y al dejar la planta a un lado, una serpiente se la roba (basándose en que las serpientes cambian de piel, por ello vuelven a la juventud). El héroe llega a la ciudad de Uruk donde finalmente muere.
     
     A pesar de todo, el Enuma Elish fue el mito de la creación que se impuso sobre todos los demás, influyendo intensamente en el mito hebreo de la creación. Según esta cosmogonía, antes de que el cielo y la tierra tuviesen nombre (No tener nombre, equivalía a no existir), la diosa del agua saladaTiamat y el dios del agua dulceApsu engendraron una familia de dioses con la comunión de sus aguas. Estos nuevos dioses perturbaban a su padre, que decidió destruirlos. Aunque uno de ellos se anticipó a los deseos de su padre, matándolo. Enki (Ea), el dios parricida, engendró a Marduk, el dios de Babilonia, quien llegó a convertirse en príncipe de los dioses y sobre el que recayó el deseo de venganza de Tiamat, su abuela, que tomó la forma de dragón. 



Enki, dios de las aguas, portando sus símbolos característicos el ave, la cabra y las corrientes de agua..

      A partir del 1700 a.C. el mito del dragón se repitió durante más de mil años al llegar el equinoccio de primavera (festividad de once días conocida como Zagmuk) El mito del dragón existía en los primeros tiempos de Sumeria, en la leyenda de Enki y su derrota del dragón del kur(montaña, abismo o inframundo), pero con el Enuma Elish aparece como parte del mito de la creación en términos de un dios que derrota a la diosa dragón-serpiente y fabrica el cielo y la tierra a partir de sus despojos. El Enuma Elishes el ejemplo más antiguo de la política sacerdotal, por la cual se invierte por completo la mitología de una era y cultura anteriores, de manera que las divinidades de la era anterior se les dan el nombre de demonios y se exalta a las nuevas divinidades. La derrota de la diosa serpiente marcó el final del Neolítico. La aparición del dios solar es síntoma de que existía un nuevo orden social y una nueva psicología, una nueva estructura del pensamiento, el dualismo.

Muerte de la Diosa, nacimiento de la crueldad

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      La nueva divinidad masculina es un modelo de dominio y control que expresa el deseo humano de dar forma e imponer orden sobre lo creado. En la Edad del Hierro el hombre empieza a influir sobre el medio natural, construyendo canalizaciones, caminos… etc. Con la ayuda del caballo y el carro de guerra se apropia de otros territorios por conquista. El  hombre (el rey, el líder) gusta de ganarse el aplauso y la devoción de otros hombres, surgiendo un sentido creciente de individualidad. El hombre pierde sus lazos comunales con la aparición de la ganadería y su necesidad de asegurarse la transmisión del ganado a un heredero de su propia sangre, según F. Engels, ocasiona la esclavitud de la mujer.

      La imagen de la sobrecogedora fuerza creativa-destructiva de la diosa (“zoé”) era el león, mientras que el toroera la imagen de la vida creadora, de la “bios” que tenía que ser sacrificada anualmente para su propia renovación. La imagen del león dando muerte al toro plasmaba esta necesidad perenne. La Diosa se representaba a menudo de pie sobre un león, como Qudshde Siria o sobre un tigre como la diosa hindú Durga, o sentada sobre un carro tirado por leones, como la Cibeles de Anatolia y Roma. 


La diosa de la lluvia (Inanna-Istar) con rayos en la mano sobre un león alado. Inanna triunfante sobre un león. Cilindros acadios c. 2334-2154 a.C. 





Estela de Qaha,  dinastía XIX.  La diosa siria de la fertilidad Qudsh montada sobre un león y a su izquierda el dios egipcio de la fertilidad Min. A la derecha la diosa siria Anath, en el British Museum



La diosa hindú Durga y Cibeles sentada sobre un carro tirado por leones

      Al desarrollarse la cultura del dios, éste usurpó los poderes del león e hizo suya la imagen del sol. El rey pasó a encarnar los poderes del dios y asumió las imágenes del león y del sol. En ese momento, la imagen del león matando al toro toma un significado diferente: ahora simboliza la victoria de la religión solar de los dioses celestes sobre la religión lunar de la Diosa: la victoria de Marduk sobre Tiamat.

      El Enuma Elishcontiene en germen las tres ideas principales de la Edad del Hierro:

-          La supremacía del dios padre sobre la diosa madre.
-          La idea de oposición (dualismo) en la lucha entre dios y diosa.
-          La asociación de la luz, el orden y el bien con el dios, y el caos, la oscuridad y el mal con la diosa.

      Esto se tradujo en la polarización del espíritu-naturaleza, mente-cuerpo… la una, divina y buena y el otro “caído” y “maligno”. Cuando esta oposición se simplificó en exceso, de manera burda, el aspecto “masculino” de la vida se identificó con el espíritu, la luz, el orden y la mente, que eran buenos; y el aspecto “femenino” de la vida se identificó con la naturaleza, la oscuridad, el caos y el cuerpo, que eran malos.

      Esta oposición condujo a la idea de la “guerra santa”, a la guerra de las fuerzas del “bien” contra las fuerzas del “mal”, relacionadas con dicha oposición. Durante la Edad del Hierro los distintos grupos sacerdotales afianzaron la supremacía del dios padre, conocimiento adquirido por “revelación divina”. Al igual que había un único sol, había un único salvador, el dios supremo, el dios de los dioses –no el Uno que es imagen de unidad-, sino el Uno que sobresale, solo y por encima de todo.

3. La “revelación” y el dios supremo.

      Fueron influjos dispares que se combinaron para crear las “revelaciones” judías y cristianas. También fueron varias las circunstancias históricas que condujeron a una religión monoteísta con un dios supremo.  Fue Babilonia la que suministró el germen de estas ideas, que condujeron al zoroastrismo persa, al judaísmo, al cristianismo y al islam. La idea de que lo “femenino” es caótico, destructivo, demoníaco y ha de ser temido y dominado, surge en Babilonia. Esta idea fue reforzada por el cristianismo primitivo, especialmente por Pabloy los Padres de la Iglesia y la podemos seguir en la reticencia actual en que las mujeres se ordenen sacerdotes. Este desprecio por lo femenino, en un sentido más amplio, puede explicar en gran medida el desprecio característico del siglo XX por nuestro planeta, nuestra “madre naturaleza”.




San Pablo, Sap Gregorio y San Agustín

      Cuando a los valores de una cultura antigua se les superponen los de otra, los valores despreciados no se desvanecen en el pasado ni dejan de existir. Más bien, pasan a formar parte del inconsciente de la raza, donde siguen influyendo en la psique consciente. Como los valores rechazados son ahora inconscientes, suele prevalecer la tendencia a la obstrucción: o son demasiado débiles como para tener efecto alguno o se exageran, de modo que en cualquiera de los dos extremos surge la distorsión.

      Según la hipótesis de Jungnada se pierde en la psique y, más aún, lo que parece haberse perdido debe encontrarse si esperamos que la psique funcione a su máximo nivel de capacidad, aunque yo no entiendo muy bien como, ni dónde  ocurre el fenómeno de que la psique actúe a su máxima capacidad.

      Nuestra cultura manifiesta un prejuicio contra los niveles más profundos e instintivos de la psique, porque son irracionales,caóticos e incontrolables(características femeninas); a este prejuicio se añade la idea asumida de que el único principio ordenador de la psique deriva del ejercicio “masculino” de la “razón”, que puede formular las leyes de la consciencia capaces de ser intelectualmente definidas.

      La idea de que la espontaneidad tiene su propio orden –de que hay en el inconsciente personal y colectivo una justicia innata e inherente, una “inteligencia” que es más amplia que el intelecto, y por lo tanto la incluye- no pertenece a nuestros paradigmas culturales.

      Es importante saber cómo y porque utilizar los términos “femenino” y “masculino”, “hembra” y “macho”. Se debería utilizar en el sentido del “yin” y el “yang”, la de lo receptivo y lo activo. Durante el Paleolítico el arquetipo femenino se expresa en la figura de la diosa andrógina: era tanto el útero como la fuerza de la generación. En la metáfora neolítica la Diosa era el cielo, la tierra y las aguas subterráneas. Posteriormente, en Mesopotamia, se separan los arquetipos femenino y masculino, y la diosa era la tierra y el dios era el cielo. En Egipto la diosa es el cielo y el dios la tierra. En la Alemania actual y en Japón la luna es masculina y el sol femenino. En la mayoría de naciones es al revés. En nuestro mundo, los países son “patrias” en lugar de “matrias”.

      En la Edad del Hierro estos términos adquirieron su significado actual: lo femenino como caos, oscuridad… y lo masculino como luz y orden. Se han mantenido durante 4000 años, comenzando a cuestionarse en la actualidad.

4. La guerra como sistema de valores de la Edad del Hierro.

      El Enuma Elishofreció un paradigma de comportamiento divino que se utilizó para justificar la violación de la vida. La aparición del culto babilónico a Marduk coincidió con la glorificación de la guerra. Los imperios babilónicos y asirios cometieron las más bárbaras de las crueldades: cuerpos desollados vivos, ojos arrancados y miembros amputados, miles de prisioneros asesinados…





Ramses II destruye a los libios (c. 1260 a.C. Abu Simbel)



Los asirios en el 664 a.C. reanudan la guerra contra Egipto y asedian, saquean y queman Tebas

      La mayoría de los hombres tenían que ser guerreros y defender su comunidad, vengar a sus muertos y honrar su apellido. La guerra era el camino natural y justo que debía seguir un hombre para servir a sus dioses, a su rey y a su país. Como la caza paleolítica, la guerra reunía a los hombres en torno a una finalidad, con una intensidad tal que no podía compararse con arar los campos o apacentar los ganados. Campbellseñala como las dos grandes obras de la mitología guerrera de occidente a la Iliada y el Antiguo Testamento, con la diferencia de que en la primera los numerosos dioses ofrecen su apoyo y ayuda a ambos bandos, mientras que en el Antiguo Testamento su único dios omnipotente no respeta ni compadece al enemigo




Guerreros asirios según un grabado asirio siglo IV a.C.

      A lo largo de la Edad de Hierro se impusieron sucesivamente cinco grandes imperios: Babilonia, Asiria, Persia, Grecia y Roma. Durante esta época el crecimiento orgánico de la psique se interrumpió abruptamente, al quedar irrevocablemente rota la íntima relación, establecida a lo largo de muchos milenios, de las gentes con una tierra específica. Grupos tribales enteros fueron desplazados de sus tierras o esclavizados, puesto que la prosperidad agrícola de estos imperios dependía del trabajo de esclavos. Las mujeres y los niños a menudo eran tomados como esclavos cuando sus padres o esposos eran asesinados o cuando los piratas saqueaban las costas en busca de botín.



Mosaico romano con un grupo de esclavos tirllando el trigo

      El rey asirio Tiglatpileser III(745-727 a.C.) fue el primero en realizar deportaciones masivas de población babilónicas vencidas. Salmanasar Vsiguió a su padre y en 721 a.C. dispersó a las diez tribus de Israel por el imperio asirio. El rey persa Ciro en el 538 a.C. devolvió al pueblo judío exiliado a su tierra. Las gentes que sufren brutalidades crean dioses y diosas brutales que  encarnan por turnos la brutalidad de los hombres. Es el cado de Erra, el dios asirio de la muerte y la masacre indiscriminada, que adquiere suma importancia durante el esplendor asirio. Cuando los medos y babilónicos vencieron a los asirios, el pueblo que durante siglos había sido el azote y el horror de las naciones, fue aniquilado… Ningún pueblo ha sido jamás exterminado tan completamente como los asirios según Eduard Meyer. Los asirios se jactaban de su violencia.



Relieve asirio. Despues de la conquista de la Ciudad Lachish de Judea por el rey Senacherib, sentado en su trono, recibe a los prisioneros de Lachish 



Deportación de los vencidos en Astartu (Jordania) por Tiglatpileser III. Siglo VIII a.C., Museo del Louvre.



Obelisco de  Salmanasar V, 824 a.C. British Museum, sumisión y  entrega de tributos de los vencidos

      “No dejé a uno solo, joven o viejo, con sus cadáveres llené las anchas calles de la ciudad…” (Senaquerib 704-681 a.C.)

     “¡No respetes a ningún dios! ¡No temas a ningún hombre!” Da muerte tanto a jóvenes como a viejos, al lactante y al bebé, ¡no dejes a ninguno!” (Poema de Erra)

      Las religiones asirias, babilónicas y hebreas se volvieron fatalistas y una hueste de demonios plagó las mentes de las gentes día y noche. Cuanto más contacto perdía el pueblo con los valores que lo habían guiado de manera instintiva, con mayor intensidad les poseía el “furor bellicus”, la sed de sangre.



Asirios desollando a a los prisioneros de Lachish. Imperio asirio 700-692 aC
Los paneles de piedra del Palacio del Sur-Oeste de Senaquerib
Nínive. (actual Iraq septentrional)
Sala XXXVI, paneles 9-10.


El mito del héroe y la lucha contra el dragón

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      Se trata del héroe solar que vence al dragón o serpiente, encarnación del caos, el mal y la muerte presente. Así pues, la “muerte” ya no es percibida como una fase de la totalidad lunar, fases que se suceden de forma continuas, en una especie de devenir cósmico de muerte y renacimiento, lo que reconciliaba al hombre con la Muerte, según Mircea Eliade, quien continúa diciendo que el  sol, por el contrario, revela otro modo de existencia: no participa en el devenir, siempre en movimiento, permanente e inmutable, su forma es siempre la misma. Las hierofanías solares traducen los valores religiosos de la autonomía y la fuerza, de la soberanía y de la inteligencia.

      Para M. Eliade muchas mitologías heroicas son de estructura solar. El héroe es asimilado al sol que lucha contra la oscuridad, desciende al reino de la muerte y emerge victorioso. En las mitologías solares la oscuridad no forma parte del dios (sol), sino que es todo lo contrario, se opone a la vida, a las formas y la inteligencia.

      En muchas culturas las epifanías luminosas de los dioses solares se convierten en el signo de la inteligencia. Al final, el sol y la inteligencia se asocian, proclamando al sol como inteligencia del mundo.

      A veces se concibe al dios solar como una barca iluminada que cruza el gran mar del cielo y cada noche debe derrotar a un monstruo, como ocurre con el dios solar egipcio Ra, quien por la noche debía derrotar al gigantesco demonio serpiente Apofis.

      La nueva imagen mítica de la Edad del Hierro es la del dios héroe solar que se enfrenta y mata al dragón de la oscuridad y el caos. Para Joseph Campbell, en cualquier lugar y cultura del planeta el mito nos representa con la misma precisión y fidelidad a cada uno de los seres humanos, puesto que son las imágenes de nuestros sueños, de nuestro vasto inconsciente lo que vemos plasmado en ellos. Esta sería la teoría sobre el “mito del héroe” descrita por Joseph Campbell en “The Hero with a Thousand Faces”. Algo que el psicólogo Carl Jung describió con el nombre de arquetipos: el héroe, el sabio anciano, la doncella, el viaje en busca del tesoro o la tierra prometida, plagado de peligros y monstruos, un viaje que en lo que llamamos “realidad” todos compartimos en nuestras vidas, en la superación de nuestros miedos y la búsqueda de ese paraíso o el tesoro perdido que no es otro que nosotros mismo, el encuentro de nuestro verdadero ser. Según Anne Baringy Jules Cashford este héroe surgió como un mito fundamentalmente bélico cuando la cultura indoeuropea (aria) se estableció en Mesopotamia, India y Grecia.


Joseph Campbell, El héroe de las mil caras

      También se encuentra en la cultura cananita (semitas), en la que Baal -hijo del toro El, padre de los dioses- era el que daba muerte a la serpiente Lotan (Marduk, cuya arma era el rayo, también daba muerte a la serpiente, y el toro era el animal que encarnaba su poder creador), pero también era un dios de la fertilidad que traía la lluvia del cielo.



Baal da muerte a Lotan, también llamada Litan, de la que procede el Leviathan, originario de un mito de Ugarit.

    Este aspecto demuestra, una vez más, el origen chamánico del héroe, el sacerdote que inicia un viaje extático hacia el “más allá” donde moran los espíritus de los antepasados para conseguir alimentos y bienestar para su sociedad.  El descenso de Baal al inframundo ocasionaba la muerte de los cultivos; el rescate del dios por parte de Anat, su hermana y consorte, los regeneraba. Como Tamuz, que también bajaba al inframundo, Baal siguió siendo el hijo-amante de la diosa que muere y es resucitado. Para librarlo Anat mantiene una fiera batalla contra Mot, el dios que personifica la sequía (como el egipcio Seth) y, de forma más general, la esterilidad y el inframundo (el término hebreo para muerte es “mot”). Cuando Anat encontró a Mot lo cribó en un cedazo, lo quemó, lo molió en un molino, esparció su carne por los campos y se lo dio a comer a los pájaros, como si estuviese sembrando grano.



La hermana y consorte de Baal, Anath, es también conocida como Astarte, Istar (Acad, Babilonia) o Athtar la diosa de los regadíos de Ugarit. La vieja diosa semítica se le conoce en Fenicia como Ashtarte, en Babilonia como Ishtar, y en Arabia como Athtar. Ashtoret deriva de Ashtart. En el norte de Africa Ashtoreth fue conocida como Tanith y en Abisinia se le llamaba Astar.

      La lucha con el dragón también se encuentra en Grecia. Zeus que arroja truenos y rayos, tiene que vencer al dragón Tifón, el monstruo con cien cabezas de serpiente, hijo menor de Gea, la tierra. También  Apolo (hijo de Zeus) el dios arquero, tras matar al dragón, se convierte en el dios oracular de Delfos.



Zeus mata a Tifón, cerámica griega pintada, c. 550-500 a.C.

      El dios Yahvé del Antiguo Testamento hereda la estructura mítica de enfrentamiento, tanto de Baal como de Marduk. Su imagen se forja según el modelo heroico del triunfo de la luz sobre las fuerzas de la oscuridad. Vence al Leviatán (Baal da muerte a la serpiente Lotan, también llamada Litan, de la que procede el Leviatán), serpiente tortuosa, dragón que hay en el mar. Imágenes rudas de pugna física y de combate feroz dominan muchos pasajes del Antiguo Testamento. Yahvé domina a Tethom, que encarna las profundidades, cuyo nombre deriva de Tiamat.



La destrucción del Leviatán, un grabado hecho en 1865 por Gustave Doré

      Las imágenes de lucha del dragón se transmitieron en los relatos de San Miguel y de San Jorge con sus dragones del mal. Pueden vislumbrarse las fuentes babilónicas de la batalla de Miguel contra Lucifer (Apocalipsis) si se sustituye a Miguel por Marduk y al diablo por Tiamat y a los ángeles caídos por sus huestes demoníacas.



San Miguel Arcángel aplastando a la bestia, ubicado en la Iglesia de San Miguel, Segovia, España. 



San Miguel Arcángel , c. 1615, Óleo sobre tabla, Museo Nacional de Arte / INBA, México, DF

El Poema de Beowulf

      Según afirman Luis y Jesús Lerate en Beowulf y otros poemas anglosajones(Alianza Editorial, 1986-1999), estamos ante el más antiguo de los poemas épicos germánicos de cierta extensión que han llegado a nuestros días, por lo que no es de extrañar que para la literatura británica y la de la Europa del norte Beowulf tenga la misma importancia que la Canción de Roland, el Poema de mío CidDigenís Akritas, o Tirant Lo Blanch de Joanot Martorell. Sin embargo, a pesar de haber sido compuesto seguramente en la Inglaterra de la primera mitad del siglo VIII y de estar escrito en old english o antiguo inglés (se ha conservado en un manuscrito del siglo XI, el Cotton Vitellius), no puede considerarse Beowulf como una epopeya nacional anglosajona, sino de la antigua nación germánica en su conjunto, pues fueron tribus germánicas las que se asentaron en las islas desde el siglo V. 



Beowulf contra Grendel. Obra de Claraval. Beowulf Medieval


      La acción del poema se desarrolla en tierras escandinavas en los siglos V y VI y refiere las hazañas de Beowulf, héroe del pueblo gauta, asentado en el sur de la actual Suecia. La historia nos cuenta las aventuras que vive en su juventud, durante una visita al palacio del rey danés Hródgar o Hrothgar, rey de los daneses: Heorot, su hermoso palacio, se ha convertido en territorio de caza del demonio Grendel. Cuando Beowulf conoce esta noticia, va directamente a Heorot y combate contra el monstruo, al que mata desmembrándolo. La fiesta resultante termina abruptamente cuando la madre de Grendel (su nombre jamás se menciona), llena de pena y rabia, mata a varios de los asistentes. Beowulf la sigue hasta un lago, desciende hasta las profundidades del mismo y combate contra la madre con una espada que se ha encontrado allí, matándola.

      Entre la segunda y la tercera parte del poema hay una elipsis: ahora Beowulf es el anciano rey de su pueblo (los gautas) cuando un dragón monta en cólera y comienza a devastar la tierra. Beowulf se enfrenta al dragón y lo derrota pero no sin antes recibir una herida fatal. El funeral del héroe marca el trágico fin del poema.  La historia de la tercera parte sucede en Suecia y nos cuenta cómo hacia el años 510 de nuestra era, un dragón fue el encargado de vigilar la tumba en la que había sido enterrado un antiguo rey con todos sus tesoros. Una tarde, un hombre consiguió entrar en la colina que servía de enterramiento, y robó parte del tesoro. El dragón montó en cólera, y asoló la ciudad vecina, incendiando las casas, los campos, y devorando el ganado y a muchos habitantes de la zona. El rey de esa ciudad, el héroe Beowulf, ya era un hombre anciano. Pero a pesar de su avanzada edad, decidió ir a enfrentarse al dragón en compañía de su leal escudero. Esquivando los ataques y las llamas de fuego, y con enorme destreza lograron herir una y otra vez al animal, hasta que lo mataron. Pero también el rey murió como consecuencia de un terrible zarpazo que recibió del dragón poco antes de que éste cayera al suelo.




I. Beowulf va a Dinamarca para prestarle su ayuda al rey Hrógar frente al monstruo Gréndel:

«El acoso de Gréndel a oídos llegó
del intrépido gauta Beowulf, vasallo de Hýglac.
En fuerza excedía este noble varón
a todos los hombres que vivos entonces
había en el mundo. Mandóse equipar
un viajero del agua un barco: marchar decidió
por la senda del cisne el mar en socorro del rey,
del bravo caudillo al que la gente faltaba.
Bien poco reparo a su marcha pusieron
los sabios ancianos aunque era querido:
a partir le incitaron tras ver los augurios.
llevaría consigo el mejor de los gautas
selectos guerreros, los más valerosos
que pudo encontrar. Quince marcharon
al leño del agua el barco: el buen navegante
resuelto a la costa a su gente llevaba.

El momento llegó. Al pie de las peñas
flotaba la nave; animosos los hombres
saltaron a bordo. Se arrollaban las olas,
mar contra arena. Los guerreros pusieron
adentro del barco magníficas piezas,
brillantes pertrechos. Hiciéronse al mar,
viaje emprendieron en recio navío.
Por el viento impulsado el barco avanzó
-de espumas cubierto lo mismo que el ave el mar, el cisne-
y al tiempo debido, un día después,
el curvo navío llegó a su destino
y los hombres del mar divisaron la costa,
relucientes escollos, altas montañas,
buen litoral. Acabose el viaje
a través del estrecho el Cattegat, entre Suecia y Dinamarca. Del leño del agua
saltaron los wedras los gautas con mucha premura,
atracáronlo luego; rechinaban las cotas
y arneses de guerra. Dieron gacias a Dios,
pues quísoles dar tan feliz travesía»

[...]

II. Beowulf, tras matar a Gréndel, se enfrenta a la madre del monstruo, sedienta de venganza:

«(...) Entonces el bravo delante se vio
de la ogresa maligna. Alzó valeroso
su espada de guerra; firme en el puño,
el hierro anillado cantó en su cabeza
su lúgubre son. Halló son embargo
que no la dañaba su rayo en la lucha la espada,
que no la abatía. Al noble en su aprieto
fallole aquel filo que en tantos combates
los yelmos rajara y las cotas de malla
de gente enemiga. La magnífica pieza
jamás hasta entonces tan mal se portó.

No cedió su coraje , mantúvose firme;
pensaba en su fama el pariente de Hýglac:
arrojó sin demora el furioso guerrero
la espada excelente -en el suelo quedó
con su filo temible- y fió en su poder,
el vigor de su puño. ¡es así como actúa
aquel que en la lucha se quiere ganar
duradero renombre: desprecia su vida!

El príncipe gauta, sin miedo ninguno,
agarró por un hombro a la madre de Gréndel:
con fuerza terrible -era mucha su ira-
hizo que a tierra la ogresa cayera.
Ésta, rabiosa, respuesta le dio
atrapando al valiente en sus garras feroces,
y el bravo guerrero, el héroe, cansado,
también, tropezando, al suelo cayó.
Colocósele encima y, sacando una daga
ancha y brillante, trató de vengar
a su único hijo. La cota anillada
que al hombre cubría su vida salvó:
ni punta ni filo pasarla pudieron.
El hijo de Ekto, el príncipe gauta,
muerto quedara en el fondo del mar
de no haberle guardado su cota de malla,
la recia armadura, y tenido el apoyo
del Dios celestial; el Sabio Señor
que la Gloria gobierna pronto dispuso
que el héroe de nuevo del suelo se alzara.

Vio entre las armas un hierro invencible,
una espada valiosa y con filo potente,
delicia de un bravo. Era un arma sin tacha,
más tanto pesaba que nunca otro hombre
-tan sólo Beowulf- manejarla podría:
fue por gigantes la pieza forjada.
El señor de skyldingos daneses el hierro excelente
y de puño anillado con rabia tomó
y diole con él en el cuello tal golpe
que pudo su hoja a través de la carne
pasarle los huesos. Marcada de muerte,
abatida, cayó. Tuvo Beowulf
-chorreaba su espada- muy gran alegría»

       Otras historias bien conocidas en las que se enfrentan héroes medievales y dragones son las de Sigifrido de los antiguos Teutones (posiblemente la misma persona que Sirgud de Old Norse, quien mató a un dragon llamado Fafnir o Fafner), Tristán, el Rey Arturo, y Sir Lancelot, de Bretaña, y quizás el más famoso de todos, San Jorge de Capadocia, quien se convirtió en el santo patrón de reinos como Aragón (en España e Italia) o Inglaterra.

Sigfrido en Los Nibelungos

      Sigfrido, un joven valiente que consigue derrotar al temido dragón del bosque, logrando con esta hazaña poderes sobrehumanos. Casado con la dulce Crimilda, ha de lograr el anillo de los Nibelungos para ayudar al hijo del rey. Al final, la tragedia se cierne sobre su vida, aunque su esposa se encargará de vengarle. La leyenda de Sigfrido forma parte de una gran epopeya, muy famosa en los países germánicos, llamada Los Nibelungos. Aunque se escribió por primera vez en el año 1200, mucho antes los trovadores se encargaron de extenderla por todas partes. Los Nibelungos eran unos enanos que vivían en las entrañas de la Tierra y que tenían muchos tesoros. 



Lámina Antigua. Sigfrido contra Fafnir o Fafner



Siegfried and Fafner, de Hermann Hendrich, 1906 basado en 'Der Ring der Nibelungen' de Richard Wagner


      El padre de Sigfrido era muy valiente, y antes de morir dio a su hijo su fantástica espada Balmunga. El joven Sigfrido, valiente como el que más, fue directo hacia lo más profundo del bosque para enfrentarse al malvado dragón Fafner, a quien todo el mundo temía. Después de una dura lucha, Sigfrido logró matar al dragón. Entonces el héroe se dio cuenta de que tenía sangre del bicho en la mano y se la llevó a los labios en un acto reflejo. En aquel momento, oyó cómo un pajarillo decía que quien se bañara en la sangre del dragón sería invulnerable a todo. Entonces Sigfrido se rebozó bien en esta sangre, pero la casualidad hizo que se quedara adherida a su espalda una hoja de tilo, lo que quería decir que, al menos en un punto de su cuerpo, era igual al resto de los mortales.

      Al cabo de unos años, Sigfrido se casó con Crimilda al tiempo que el hijo del rey, Gunther, lo hizo con Brunilda, la reina de las valkirias. Éstas eran doncellas guerreras encargadas de recoger las almas de los guerreros muertos para conducirlas al paraíso. Brunilda trataba muy mal a su marido Gunther. Para solucionar el problema, Sigfrido tenía que hacerse con el anillo del Nibelungo, que le permitiría transformar el comportamiento de la altiva dama, pero muere en esta empresa. Después sobresale la heroica actitud de su dulce esposa Crimilda, quien no paró hasta vengar la injusta muerte de su marido. 



El Arcángel Miguel, de Guido Reni. Pintura del año 1636. Beowulf  como parte de la inicial R de Moralia in Job [Dijon Municipale ms168 f.4v]



Escuela de Novgorod. Finales del siglo XIV
Museo Ruso, San Petersburgo, representando a  San Jorge de Capadocia

      ¿Cómo reconocer ahora en el dragón la imagen de la antigua diosa madre? La diosa se transformo de creadora en enemiga de su propia creación. Puede interpretarse el mito del héroe como el triunfo de la cultura del dios celeste sobre la cultura de la diosa madre, pero las autoras del libro prefieren explicarlo en clave psicológica; la pugna entre el héroe y el dragón representa la lucha de la consciencia humana para imponerse sobre el comportamiento instintivo e inconsciente, al mismo tiempo que representa el esfuerzo del individuo para liberarse de las pautas de comportamiento tribales y colectivas. El “dragón” es la ignorancia o la inconsciencia. El objetivo del héroe es dominar su propia oscuridad interior, su miedo a las limitaciones del conocimiento (Cliffort Geertz afirma que esta es una de las causas que lleva al hombre hacia las creencias religiosas), idea que se expresa en el zoroastrismo persa, cuando afirma que el papel de la humanidad consistía en brindar ayuda a la Luz para que dominase sobre la Oscuridad. Todo ello dio origen al fortalecimiento de la psique humana, al nacimiento del sentido de individualidad articulado en torno a mitos como Teseo, Jasón, Hércules, Perseo y Ulises. 



Fragmento de pintura mural de Pompeya. Teseo y el Minotauro, de autor anónimo del Siglo I. en el Museo Arqueológico de Nápoles. Jasón consigue el vellocino. Hércules y la Hidra, por Antonio Pollaiuolo.

      Desde un punto de vista simbólico, la pugna entre el héroe y el dragón serpiente representa la necesidad de los individuos de distanciarse de esta reacciones colectivas, desafiando con su propia visión los valores tribales. Cuando el mito del héroe se percibe en términos del crecimiento de la consciencia, se convierte en una búsqueda de iluminación. En este caso, no son ya el bien y el mal los elementos enfrentados, sino el conocimiento frente a la ignorancia. El “dragón” es, por lo tanto, la ignorancia o la inconsciencia; no representa tanto el caos como el miedo al mismo. Este es uno de los significados de la “victoria” sobre la oscuridad por parte de la luz, en que el objetivo del héroe es dominar su propia oscuridad interior; su  miedo o las limitaciones de su conocimiento, que son ambas, en último término, una misma cosa

      El héroe parte a la búsqueda de un tesoro (vellocino de oro; manzanas doradas de las Hespérides); Ulises emprende el viaje de vuelta al “hogar”… Todos ellos representan tesoros del alma, como la hierba de la inmortalidad de Gilgamesh. Pero la búsqueda implica en primer lugar la superación de un reto(matar al Minotauro, decapitar a Medusa…). La ayuda que reciben de las mujeres (Medea, Ariadn Ariadna, Circe…) representa la ayuda de los niveles más profundos e íntimos de la psique, porque para alcanzar la victoria no basta solo con utilizar la razón. Medea adormece al dragón y clamaba a la soberana noctívaga (Hécate), la infernal, la misericordiosa, para que le ayude. El Esónida (Jasón) la seguía aterrorizado. El monstruo, hechizado por el encantamiento, relajaba el largo espinazo y extendía sus incontables anillos, como cuando en apacibles mares rueda una ola negra, débil y silenciosa. Pero no obstante, levantando aún en alto su horrible cabeza, trataba de engullir a ambos con sus funestas mandíbulas. Mas ella con una rama de enebro recién cortada, que mojaba en su brebaje, entre encantamientos rociaba eficaces pócimas por sus ojos; y por encima y alrededor el intenso olor de la pócima le infundía el sueño. En el sitio mismo dejó apoyada la mandíbula, y sus inmensos anillos quedaron extendidos por detrás muy lejos a través del arbolado bosque. Entonces él cogió de la encina el vellocino dorado por indicación de la joven.
  


Pinturas en cerámicas griegas. El Minotauro y Ulises con las sirenas



Medusa de Bernini

      En esta leyenda el héroe sólo puede vencer a la serpiente enroscada alrededor del árbol que alberga entre sus ramas el vellocino con la ayuda de Medea. De la misma manera, Teseo sólo puede vencer al Minotauro y regresar el laberinto con la ayuda de Ariadna; y, de forma similar, Perseo logra vencer a Medusa solamente con la ayuda del ojo de las tres viejas sabias, las Grayas. La diosa Atenea guía a Ulises durante su largo viaje de vuelta a Ítaca. La presencia de la diosa se revela plenamente tan solo una vez que el héroe se ha reunido con Penélope, su esposa. Sus “iniciaciones” son impartidas por dos mujeres semidivinas, Calipso y Circe. Históricamente, el héroe pudo haber sido un rey que, en la antigua cultura de la diosa, reinaba como su hijo-amante. El héroe puede cumplir su misión sólo con la ayuda de su “madre”, la diosa, que en muchos relatos se convierte en su novia.

      Sin embargo hay relatos en los que lo femenino se incorpora exclusivamente como lo malvado. Es el caso del Antiguo Testamento, donde alcanzar la sabiduría almacenada en la experiencia arcaica de la psique (la “madre”) resulta imposible. El héroe se queda sin inspiración y sólo le queda su frágil racionalidad para afrontar la terrorífica imagen del padre que exige ser obedecido. La respuesta natural a esta imagen es el miedo, que obstaculiza el entendimiento y el cambio.

      El dragón, en última instancia, personifica el miedo, mientras que el héroe es el valor capaz de superar ese miedo. Así el mito del héroe se convierte en un drama simbólico del conflicto interno entre valor y cobardía, y es válido para los hombres y mujeres, en todo momento y lugar en el que predomine el estado de sometimiento inconsciente al miedo. Pero el mito del héroe narra siempre las hazañas de quienes vencen al dragón, no es el mito del que perece en sus garras, ni el que le huye. Es el mito del hombre que alcanza la confianza en sí mismo, al apropiarse de lo que le amenazaba desde dentro.

El gran dios padre.

      El deseo de poder, junto con el miedo -siempre presente- a ser atacado, explica en gran medida la necesidad de un dios cada vez más poderoso. Este dios ha sido en todas partes un padre celeste que gobierna desde las alturas del cielo. La llegada al poder de dioses celestes en Babilonia, Anatolia, Persia, Canaán, Grecia, India védica… se debe a los arios. Sus armas eran el fuego, el viento y la tormenta, el rayo y el rugir del trueno. Marduk, Azur, El, Baal, Yahvé y Zeus personifican estas fuerzas que los cazadores paleolíticos respetaban y tenían.

El tiempo cíclico y lineal.

      Según el modelo lunar de la diosa madre el tiempo era cíclico. La diosa (la luna) acogía de vuelta a los muertos en la oscuridad de su útero  a fin de que renacieran con la siguiente luna creciente.

      El dios padre no podía acoger a los muertos en su interior, ni devolverlos a la tierra para que renaciesen (aunque en Egipto podía llevárselos consigo a los cielos, como estrellas). Por lo tanto, el tiempo se volvió lineal a los ojos de la humanidad: tenían un comienzo en el nacimiento y un final en la muerte. Esto ocurrió, posiblemente, por primera vez en Persia entre el 600-400 a.C. También la creación tenía un comienzo y un final definitivo, que coincidiría con el triunfo de la luz sobre la oscuridad. Es posible que estas ideas fuesen asumidas por los hebreos que permanecieron en Babilonia y que, por lo tanto, se sometieran a la influencia de los persas una vez terminado el cautiverio en Babilonia.

      La historia se concebía como la voluntad del dios creador desplegada linealmente en el tiempo; era necesario que el dios creador se hallase fuera o más allá del tiempo y la creación. La humanidad tenía un comienzo y un final definitivo. Este modelo lineal puede aún subyacer al “Mito de la creación” científico del siglo XX, según el cual el “big bang” marcó el inicio de la vida; y es posible que también esté detrás del temor contemporáneo al “big crunch” apocalíptico que marque el final.

      El dios de la mitología hebrea, Yahvé-Elohim, no se relaciona con diosas, ni tiene relación alguna con la naturaleza, ni siquiera como fuerza con la que hay que lidiar. Yahvé es un dios tribal y gobierna únicamente a su tribu, sin embargo, terminó por convertirse en el único, supremo y universal padre del judaísmo, del cristianismo y del islam.


Diosas de Grecia

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        La diosa minoica y micénica no se perdió con la desintegración de estas culturas en el 1200 a.C. y unos 400 años después volvió a emerger entre los griegos indoeuropeos, como si hubiesen desenterrado los vestigios de la cultura que había ocupado anteriormente esas tierras. En el siglo VIII a.C. aparecen diosas con las manos alzadas (gesto de epifanía) y en Atenas aparece una diosa serpiente como si, para la psique humana, 400 años hubieran sido un solo día.


Los pueblos del mar

      Las tribus indoeuropeas invadieron Grecia desde el 2500 a.C., sin embargo, la destrucción de las culturas minoicas y micénicas se debió a un pueblo desconocido al que denominaban “pueblos del mar”. Es conveniente recordar lo dicho en La Diosa en la Edad del Bronce. Oficialmente provenían de la península anatólica y de las islas del mar Egeo. Ha habido dos menciones de invasiones de Pueblos del Mar en Egipto: una en el 1250 a.C., en la que Menephtamenciona a los eqwesh, tursha, luka, sherden y sheklesh; otra en el 1191 A.C  con los Peleset, Tjekker, sheklesh, denen, weshesh. La denominación "Pueblos del Mar”  se debe al vizconde  Emmanuel DeRouge, conservador del Louvre y sucesor de Champollion en la cátedra de arqueología egipcia del Collège de Francia, que la utilizó a mediados del siglo XIX para englobar a los distintos pueblos que aparecían en algunos  textos egipcios descubiertos por  Jonh Baker Greene, en Medinet Habu, de fines del Reino Nuevo, que hablaban de una gente “procedentes de las islas de en medio del mar”.

       En las últimas investigaciones se pone en duda la existencia de los llamados “Pueblos del Mar", que posiblemente no sean  más que una de las "leyendas" acuñadas por los investigadores de los pasados siglos XIX y XX, similares a la historia de Tartessos  o Troya por citar solo algunas (Dotan, T.-Dothan, M: Los Pueblos del Mar. Tras las huellas de los filisteos, Bellaterra  Arqueología, Barcelona 2002). Parece que al referirse a los pueblos del mar, ahora “pueblos del norte”, se referían a los pueblos que tenían su asentamiento original en algunas de las tierras devastadas de Anatolia y Siria. De hecho, habían sufrido una gran derrota (producida por invasores del Egeo) en sus propios países, y tuvieron que emigrar hacia las fronteras egipcias e invadir Palestina. Sus enemigos (o los verdaderos atacantes en el norte) eran micénicos. Los agresores del norte eran, principalmente, los aqueos o micénicos, quienes además de destruir Troya VIIa conquistaron algunos territorios en Chipre y en otras zonas del litoral anatolio, como lo demuestra que entre los refugiados se encontraba precisamente un grupo de troyanos (los "tjeker" o teucros). Podemos también contar entre los desplazados a los peleset (o filisteos) y a los denyen, que eran los llamados danuna o danunim de la zona de Adana, en Cilicia (y no los dánaos de Grecia, como algunos han creído). Ver el tema en C. J. Moreu, "The Sea Peoples and the Historical Background of the Trojan War", en Mediterranean Archaeology 16, 2003, p. 107-124.



Relieve egipcio del templo de Medinet Habu que refleja las luchas con los "pueblos del mar"




Batalla del Delta entre Ramsés III y los Pueblos del Mar en el siglo XII a. C. 



 Ramsés III  guerrea contra los Pueblos del Mar


      Durante la Edad Oscura–entre el 1200 y el 800 a.C.- no se construyeron edificios de piedra, ni hubo pinturas, esculturas, ni figuras de arcilla. Sin embargo, se preservaron costumbres antiguas en Chipre y Creta y en Beocia (continente) a donde emigraron muchos habitantes de Micenas. De aquí proceden las diosas de rostro con pico de ave, con zigzags que recorren la parte delantera de la túnica y el tronco, tal vez representando raudales de lluvia.



Terracotas micénicas del 2000-1000 a.C.


      La tradición de la diosa se mantuvo en las canciones y cuentos que se pusieron por escrito en el siglo VIII a.C. con el nombre de Himnos Homéricos. Los himnos homéricos son una colección de treinta y dos (o treinta y cuatro, según otros cálculos) poemas épicos cortos griegos, que en la antigüedad solían atribuirse a Homero. En la actualidad, se considera que el más antiguo de ellos, el dedicado a Deméter, fue escrito en el siglo VII a.C., en tiempos de Hesíodo, algo más tarde que la fecha normalmente atribuida a Homero. Esto les sitúa entre los más antiguos monumentos de la literatura griega.

       El himno a Apolo Pítico cuenta que el dios buscó por toda la tierra un lugar donde construir un templo para su oráculo. Cuando llega a Telfusa –el lugar de la diva de las aguas que fluyen- la diosa lo convence para que no construya su templo, pero el dios se siente engañado. Mata a la dragona y cubre con su templo los arroyos sagrados de la diosa.



Apolo y la Pitón, cuadro de Cornelis de Vos pintado entre 1636-37

       Otro himno titulado “A la madre de los dioses” (Rea-Cibeles) recuerda los rituales minoicos de la montaña: la diosa ama el sonido de tambores, flautas y crótalos que, resonando en las montañas, se hacen eco del aullar de los lobos y del rugido de los leones de ojos resplandecientes.






William-Adolphe Bouguereau, Ninfas y Sátiro (1873)


      Los mitos de Homero y Hesíodo sitúan los orígenes de los dioses y diosas griegos en Creta. Esto es una evidencia de la existencia de una transmisión cultural a lo largo de muchos siglos procedentes de la isla hacia el continente.  La gran Diosa se convierte en muchas diosas separadas, como si cada una de ellas personificase un aspecto diferente de su totalidad:

La serpiente a Atenea, Deméter, Hera, Higia.
El cereal a Deméter y Perséfone
Las amapolas a Deméter y Perséfone
Las aves a Atenea, Deméter y Afrodita
La Paloma a Afrodita y Perséfone
Animales salvajes a Ártemis
El perro a Hécate
El olivo a Atenea
Árboles frutales a Deméter

      Todas las diosas griegas son diosas lunares:

-Doncella (Perséfone) y virgen (Ártemis), como cuarto creciente
-Madre (Deméter) y esposa (Hera) como luna llena
-Vieja (Hécate), como luna menguante y luna nueva

       Las ceremonias minoicas del matrimonio sagrado entre la vaca lunar y el toro solar vuelven a estar presentes en la  Hera“de ojos de vaca” y su consorte, el Zeus toro. Zeus constituye la diferencia distintiva, puesto que ya no es el niño sobre las rodillas de la madre o el dios joven que saluda a la diosa, sino el gran padre de todas las diosas y dioses.



Zeus y Hera, representando el matrimonio sagrado

      Para Jane HarrisonProlegomena to the Study of Greek Religión” la mitología clásica manifiesta una degradación y trivialización de la cultura derrotada que no hace justicia a un modo de vida que se basaba en una innata armonía con la naturaleza. Así la gran diosa Hera se convierte en una esposa celosa y vengativa; Afrodita, la sobrecogedora diosa de la fertilidad, se convierte en la frívola ganadora de un concurso de belleza; Atenea, diosa de la serpiente y el escudo, se convierte en la hija masculinizada del intelecto, nacido de la frente de Zeus; Pandora, que se alzó de la tierra con dones para todos, se convierte (como Eva) en el origen del trabajo, el dolor y la muerte de los hombres; y Ártemis, diosa indomable de los animales salvajes, se ve reducida en estatura frente a su hermano Apolo, cuyas doradas flechas de luz dan muerte a la oscuridad desde lejos.



Jane HarrisonProlegomena to the Study of Greek Religión” y Robert Graves. Los mitos griegos

      Sin embargo, un estudio más profundo nos demuestra que no es tan fácil impedir laimportancia a los poderes de las diosas, como veremos a continuación.

Gea: la Diosa Madre

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    Hemos hablado hasta ahora de la Diosa y como fue desplazada en la Edad del Bronce por un único dios masculino. Nos hemos ocupado de todas sus formas, incluso de la virgen María, que sin tener el status de divinidad, recibe un culto fervoroso y sus representaciones iconográficas superan la del mismo Jesucristo. A sus diferentes manifestaciones locales los creyentes le atribuyen milagros de toda clase, muchos de ellos relacionados específicamente con la protección y la sanación.

     La Gran Madre o Diosa, aparece en la antigüedad con diferentes nombres: 


Civilización
Diosa
Sumer
Innana o la sacerdotisa de Enheduanna
Babilonia
Isthar
Canaán
Anath
Fenicia
Astarté
Egipto
Isis
China
Un Kua
Grecia
Artemisa, Atenea, Minerva, Circe, Medea Afrodita
Escandinavia
Freya
Australia
Kunapipi
India
Kali


      Conviene recordar como la Diosa estaba vinculada a la domesticación de las plantas y de los animales, con lo que se intentaba hacer referencia a que fueron las mujeres quienes descubrieron la agricultura puesto que fueron ellas las que empezaron a enterrar las semillas en el suelo. También se suele asociar a la Diosa la sabiduría, el poder sanador y el descubrimiento de las artes y los sistemas de escritura. Nuestra entrada actual se ocupa de los nombres que recibió en Grecia la Diosa, pero antes, sólo como recordatorio, vamos a ver lo que expusimos sobre el origen de la religión, que algunos encuentran en el consumo de drogas.


Las drogas y la religión

    Otros investigadores encuentran la imagen de la serpiente Ofión-en cuyos dientes tiene su origen la humanidad, en este mito tan enigmático- presente en todas las mitologías y en todas las imágenes del paraíso o reino celestial de culturas tan diferentes y distantes como las meso-americanas, polinesio y hebreas. 


Ondas serpenteas, fosfenos y visiones producidas por el consumo de la ayahuasca

      En las experiencias que cuentan los que han consumido hongos, se afirma que durante esas sesiones, las experiencias psicotrópicas incluyen la visión de imágenes muy brillantes y ondulantes, similares a serpientes. También se ven seres diminutos  como los que se describen en el Génesis, los llamados Querubines que vigilan las puertas del paraíso. Al final del viaje son corrientes ver  jardines con árboles y frutos brillantes como joyas y universos de puntos de luz de colores fulgurantes.



Fresco del siglo XIII que representa a Adan y Eva junto al árbol de la vida en forma del hongo Amanita muscaria. Iglesia de Plaincourault (Francia)

     Para saber más sombre hongos alucinógenos visita La Velleta Verda



Iglesia Románica de Sant Sadurní d’Osormort en la comarca de Osona. Vemos comiendo a Eva lo que parece un pedazo de Amanita muscaria

      En La Velleta Verda puedes observar las siguientes entradas donde ampliar información sobre la religión y su posible relación con  el consumo de sustancias alucinógenas.


      Al parecer, estas imágenes se producen, efectivamente, por una disminución del aporte de oxigeno al cerebro como consecuencia de la introducción de las sustancias psicotrópicas en la sangre. Algunos investigadores han sugerido que el cerebro produce en estos casos imágenes que recordarían una especie de holograma de la molécula de ADN. Estos mismos efectos son producidos por las sustancias químicas conocidas como alcaloides que están presentes en ciertos hongos, y también puede producirse por prácticas ascéticas que incluyan hambre, frió, aislamiento prolongado, etc. Esta ultima forma de producir los contactos místicos con la divinidad fue mas utilizada a partir del momento en que las recolecciones indiscriminadas y abusivas de plantas "mágicas" o la tala e incendio de bosques, puso al borde de la extinción determinados hongos y otras sustancias psicotrópicas o espirituales.

      En un cierto momento de la historia en el Mediterráneo se produce un acontecimiento de singular importancia para la religión, la diosa Deméter decide dar a conocer a la humanidad el cultivo del cereal y envía a su ministro Triptolemo para que comunique ese progreso a los humanos. Al parecer cuando sucede este acontecimiento la recolección de las plantas mágicas, hongos alucinógenos principalmente, resultaba ya difícil, con el consiguiente perjuicio de los cultos extáticos. Así pues, el descubrimiento del cereal que narra esta versión, no perteneciente al Himno Homérico a Deméter, no se refiere al trigo comestible que ya estaba siendo cultivado muchos miles de años antes en toda Asia menor y Mediterráneo oriental, sino de un cereal muy especial, el centeno, portador de un hongo parásito conocido como "cornezuelo", que produce efectos similares al hongo Amanita Muscaria y es fácil de cultivar y recolectar. Así pues, este es conocimiento difundido por Triptolemoentre las comunidades de devotos de Deméter.



Triptolemo representado en el Gran Friso de Eleusis, Museo de Eleusis, Grecia, siglo V a.C.



Triptolemo representado en una cerámica griega de figuras rojas, Getty Museum, attr. Syleus Painter. Atenas, c. 470 a.C.

      En Centroamérica otra situación similar se dio con el descubrimiento de los poderes intoxicantes y alucinógenos del sudor de las glándulas superiores del sapo Tlaloc, la bufotenina. Esta misma sustancia química se encuentra en los puntitos blancos de la seta roja, la Amanita Muscaria, residencia de duendes, gnomos y otros seres fantásticos en todas las leyendas populares.



El sapo se asocia con Tláloc. También las ranas que se consumían como alimento ritual, ya que eran las anunciadoras de la lluvia. Esta escultura conserva restos de pintura azul y roja, y destaca por su realismo. México-Tenochtitlan. Imagen del Museo del Templo Mayor, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México.
Gea

     En nuestros días, coincidiendo con la crisis del medio ambiente (un término para designar a la naturaleza que no significa más que “alrededor”) vemos un resurgir del nombre de Gea-Gaia en la obra titulada la “hipótesis de Gaia” del físico James Lovelock, quien defiende que el planeta tierra es un sistema autorregulado; la “consciencia Gaia” que insta a que la tierra y sus criaturas sean consideradas como un todo, o simplemente el término “Gaia” utilizado por aquellos que reverencian al planeta como ser vivo del que depende toda la vida. 



Gea, por Anselm Feuerbach (1875). Fresco del techo de la Academia de Bellas Artes de Viena.

      La teoría de la evolución de Darwin suponía que a lo largo de la historia, la vida se ha ido adecuando a las condiciones del entorno fisicoquímico. Lovelock proclamaba justamente lo contrario: la biosfera es la encargada de generar, mantener y regular sus propias condiciones medioambientales, en otras palabras la vida no esta influenciada por el entorno, es ella misma la que ejerce un influjo sobre el mundo de lo inorgánico, de forma que se produce una coevolución entre lo biológico y lo inerte.  En 1971 Lovelock detecto que las algas costeras liberan a la atmósfera el dimetil sulfuro (DMS), un gas que estimula la formación de núcleos de condensaciónpara el vapor de agua, lo que a su vez eleva la concentración nubosa que oscurece la superficie permitiendo que desciendan las temperaturas. Pero, del mismo modo que el calor hace crecer y multiplicarse las algas en los océanos, el frío dificulta su proliferación, por lo que disminuye la producción de dimetil sulfuro, se forman menos nubes y comienza una nueva escalada térmica. 




      Este es uno de los ejemplos de cómo Gaiautiliza sistemas de autorregulación, otros ejemplos los pone Lovelocken la permanencia constante de la salinidad de los mares, la cual si fuera alterada causaría la muerte de los océanos; o en la cantidad autorregulada de oxigeno en un 21% del aire que respiramos: si aumentase, por ejemplo al 25% el detritus húmedo del suelo de la selva tropical ardería como una tea al caer un solo relámpago. ¿Soportará la Tierra las bofetadas que en la actualidad recibe con la destrucción de la capa de ozono, la lluvia ácida, el efecto invernadero, etc.?

      En la teoría Gaia y entre sus defensores subyace la idea de que sólo una personificación del planeta puede devolverle a  la misma una identidad sagrada, a fin de que sea posible establecer una relación entre los seres humanos y el mundo natural.  No es coincidencia que el siglo XX y XXI se utilice el término griego, puesto que en occidente la última diosa de la tierra fue Gea. Sin embargo, en esta mitología la diosa ya  no tenía la misma posición de madre suprema de todo ser vivo, pero incluso en la filosofía, continuó siendo un ser vivo (“zoon” para los platónicos). Esta es la consciencia que se perdió en las herencias judía y cristiana: de ahí que tratemos a la Tierra como si “eso” fuese materia muerta. Incluso Maria, la diosa madre no reconocida de la iglesia cristiana, ha adquirido todos los atributos de las antiguas diosas madre excepto el de diosa de la tierra.



Ara Pacis, el Altar de la Paz de Augusto se halla en Roma y fue construido entre el 13 y el 9 a. C. Fotografía de Ramiro Sánchez-Crespo

      En el siglo VIII a.C. la realidad de una sola Diosa Madre (unidad de la tierra y el cielo) había pasado a la historia, la Diosa se había fragmentado en múltiples diosas, y los dioses comenzaron a reinar a su lado y a menudo en su lugar. Homero y Hesíodo, recordando lo que sus madres les contaron, evocan a Gea como “madre universal”, pero también aparece convertida en esposa del estrellado cielo. Esquiloen Las Coéforasla recuerda como la diosa que alimenta a todo lo que hay en el mundo, y la que da la vida y la arrebata.



Nuestra Señora de la leche y el buen parto. Capilla San Isidro Labrador, Malagasang, Imus (Filipinas). La segunda virgen es Nuestra Señora de la Soledad de Porta Vaga, La Luz de Filipinas y Reina de Cavite. Galería de ♫`ť¤ŷÖмаŋŞΐ™´♪




La Virgen De La Leche y Buen Parto de Lumban, Laguna. Fotografía de Yayish_0124
Las mujeres no han dejado de pedir su intercesión para logran un buen parto. 



Retablo de la Virgen de la Leche. Antonio Peris (ca. 1410). Museo de Bellas Artes de Valencia




Fragmento Retablo de la Virgen de la Leche. Antonio Peris (ca. 1410). Museo de Bellas Artes de Valencia


Fragmento Retablo de la Virgen de la Leche. Antonio Peris (ca. 1410). Museo de Bellas Artes de Valencia


Peter Paul Rubens (1577–1640), El nacimiento de la Vía Láctea (1636). Museo del Prado

      Aunque ahora formalmente estaba sometida a la ley de Zeus, la gente continúa consultando los oráculos de la Diosa, donde hay sacerdotisas sentadas bajo el sol ardiente junto a grietas abiertas en la tierra, como si fuese la entrada al útero de la divinidad (Ver Parpalló).

      Los dioses de Delfos sabían que allí se había adorado antes a la Diosa: la sacerdotisa de Apolo, la Pitia(nombre procedente de Pitón, el dragón que Apolo mató) siempre abría los rituales délficos con una invocación a Gea.

       El mito, según Joseph Campbell es la abertura secreta a través de la cual las energías inagotables del cosmos se vierten sobre las manifestaciones culturales humanas. En Grecia tenemos cuatro mitos de la creación principales: el pelasgo, el homérico, el órfico y el olímpico, y todos ellos reflejan la transición de la gran Diosa hasta el dios.

El mito pelasgo de la creación

      Hemos visto como antes de las invasiones arias, en el norte del Mediterráneo, no existía ni sacerdocio masculino ni dioses. Entre los pueblos que habitaban las riberas del Mediterráneo había una cierta uniformidad de creencias alrededor del culto a la Diosa Madre o Madre Celestial. Todo lo existente se atribuía a una creación de esa Gran Diosa Madre que llamaban los primitivos habitantes de Grecia Eurinome (que literalmente puede traducirse por "la que se desplaza en la eternidad"). En los tiempos en que se formó este mito se pensaba que el hombre, o el macho en general, no era necesario para que se produjera el embarazo de las hembras; se pensaba que las hembras quedaban embarazadas por efecto de cosas como el viento norte o "Boreas", también por engullirse algún insecto, o bien por la gracia de alguna diosa. Por ejemplo, se creía que el Viento Norte, Bóreasu Ofióntenía el poder de fertilizar a los animales; por ello las yeguas volvían con frecuencia sus cuartos traseros al viento y, poco después, parían potros, sin ayuda de un semental. En estas sociedades las mujeres, o mejor dicho las Madres, tenían carácter sagrado y se las debía, en consecuencia, el mayor de los respetos, obediencia, etc.




Boreas y Oritia, Paul Rubens

      Veamos el mito de la creación que se atribuye a los pelasgos, uno de los pueblos primitivos que según la tradición habitaron Grecia. En él se advierte una evidente postura matriarcal basada en la concepción primigenia de una Diosa Madre, que se generalizaría en el mundo mediterráneo Oriental, dice así:

      En el principio Eurínome(la que recorre grandes distancias, como la luna), la diosa de todas las cosas, surgió desnuda del Caos pero no halló nada sólido donde apoyar los pies, así que separó el mar del cielo y, sola entre las aguas, dio origen al mundo a través de la danza. Bailó hacia el sur y  hacia el viento del norte (Boreas), que se puso en movimiento tras ella, como algo nuevo y separado de lo demás con lo que comenzar la obra de la creación. 



Eurynome Creates the Cosmos de Elsie Russell. Imagen La Velleta Verda

      El baile produjo el movimiento de aquella materia caótica y desordenada, que poco a poco adquirió una forma ondulante o serpenteante que se conoció como la serpiente Ofión. Sin embargo, otra versión afirma que la diosa cogió el viento del norte, lo frotó con las manos y lo convirtió en una gran serpiente llamada Ofión que excitada por su danza, copuló con ella, dejándola embarazada de la VidaDespués se transformó en paloma y se posó sobre las olas y a su debido tiempo puso el Huevo Universal. A petición suya Ofión se enroscó siete veces alrededor del huevo hasta que se empolló y dividió en dos.



Ofión se enroscó al Huevo Universal


 

Eurínome y Ofión (1986). El mito Pelasgo. Arte y Cómic

     De esta relación engendro un gran huevo que se conoce con el nombre de Huevo Cósmico. Lo dejó a cargo de la serpiente Ofión para que lo incubase y, a su debido tiempo, aquel huevo eclosionó saliendo todos los seres y elementos que componen el Cosmos: el sol, la luna, las estrellas, la tierra con sus montañas, ríos, mares y lagos, sus árboles, hierbas y criaturas vivientes. Eurínome y Ofión fijaron su morada en el monte Olimpo. Cuando Ofión irritó a su compañera, arrogándose el título de autor del Universo, ésta le pegó tan tremendo puntapié que le arrancó los dientes, arrojándolos, junto con Ofión, a las oscuras cavernas situadas bajo la tierra. De los dientes nacieron los primeros hombres (los llamados "hombres sembrados"), primeros habitantes de Grecia conocidos como "pelasgos", de los  que se decía que eran hijos de la serpiente prodigiosa. Esta es la primera imagen del origen vegetal de la primera humanidad, del paso del estadio puramente animal al consciente humano. El golpe en la boca que según el mito origina la humanidad también resulta sugerente de que la ingestión de alguna sustancia estuviera ligada a esa transformación fundamental.

      Es posible que los "pelasgos” hubiesen llegado a Grecia procedentes de Palestina y norte de África alrededor del 3500 a.C. debido a la desecación del Sahara, que lo convirtió en inhabitable. Eran adoradores de los Titanes o dioses celestes.  Por eso el mito afirma que seguidamente la diosa Creó siete potencias planetarias y colocó una Titánide y un Titán en cada una, guardadores todos de la sucesión del tiempo, y se fue organizando la religión de fusión entre la Diosa Madre y los Titanes, para lo cual se emparejaron a cada Titán una diosa, ahora llamada Titánide. El emparejamiento fue evolucionando hasta producir divinidades de doble carácter masculino y femenino, como una especia de seres andróginos de doble naturaleza sexual. En esta teología, a cada pareja de Titán y Titanide le correspondía un día de la semana, un planeta y una especialización en el orden cósmico:

      Especialización-Titán- Titanide- Planeta

1.- La iluminación. Domingo. Hiperion-Tia.  Sol
2.- La magia. Lunes. Atlante-Febe. Luna
3.- La fuerza. Martes.  Crio-Dione. Marte
4.- La sabiduría.  Miércoles. Ceo-Metis. Mercurio
5.- La ley.  Jueves. Eurimedonte-Temis. Júpiter
6.- El amor. Viernes. Océano-Tetis. Venus
7.- La paz.  Sábado. Cronos-Rea. Saturno

      Sin embargo, en esta armoniosa “creación” faltaba el hombre, y entonces apareció Pelasgo, brotado de los dientes de Ofión enterrados en los abismos de Arcadia y precursor de otros que lo aclamaron como jefe culturizador, pues de él aprendieron a construir chozas, a alimentarse de bellotas y a coser túnicas de piel de cerdo. Dioses y hombres se hallaban sometidos a sus oponentes sexuales femeninos y todos, en definitiva, rendían culto a la Gran Diosa Madre. La mujer constituía así el sexo dominante y el hombre aparecía como su víctima asustada. Semejante concepción mitológica debía ser imaginada por una sociedad matrilineal en la que se atribuía el papel engendrador, no al varón, sino al viento o a la ingestión de habichuelas por la futura madre o bien a la deglución de un insecto.

       En este caso Eurínome actúa como Creadora, como hará  Yahvé en el Génesis, sólo que aquí en lugar de un dios asexuado único y supremo es una diosa. Por su parte las culebras, símbolos de Ofión, son consideradas como reencarnaciones de los muertos. 



Diosa Pájaro Serpiente Creadora, cerámica encontrada en Hungría, 5000 a. C.


La Diosa y los mitos griegos

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El mito homérico.

      Está reflejado en la Iliaday comienza con Océano, el curso del agua que circunda el mundo (como hacía Orión con el huevo) y nombró a Tetiscomo “madre de sus hijos” que, como Eurínome, reina sobre el mar. Esta pareja original es similar a la babilónica, formada por Apsu y Tiamat. Homero consideraba que todos los dioses y seres vivientes surgieron del Océano que circunda el mundo y que Tetis fue la gran madre universal.


Océano y Tetis. Mosaico deI siglo I-II a.C. Gaziantep Museum, Gaziantep, Turquia

4. El mito órfico

      La teogonía órfica no es conocida por unos pocos fragmentos que se conservan en citas de filósofos neoplatónicos y fragmentos de papiro recientemente desenterrados. Uno de estos fragmentos, El papiro de Derveni, demuestra actualmente que al menos en el siglo V a.C. existía un poema teogónico-cosmogónico de Orfeo. 



El papiro de Derveni

      Propone como arquetipos de lo masculino y femenino al Viento y a la diosa de la noche de alas negras (diosa por la que incluso Zeus sentía un temor reverente), la cual fue seducida por el Viento y puso un huevo de plata en el útero de la Oscuridad, de donde salió Eros(el amor) a quien algunos llaman Fanes (el sol) el de alas doradas, que puso en movimiento al universo. Eros tenía cuatro cabezas (las cuatro estaciones), alas doradas y doble sexo. A veces rugía como un león, mugía como un toro, balaba como un carnero o silbaba como una serpiente. Eros vivía en una caverna con la diosa Noche, que también era Orden y Justicia. Fuera de la caverna se sentaba Rea, tocando el tambor y llamando a la humanidad para que escuchase los oráculos de la triple diosa. Aunque Eros (o Fanes) creó la tierra, el cielo, el sol y la lunar, era la triple diosa quien gobernaba el universo hasta que su cetro pasó a Urano.




La barca de Caronte, Sueño, Noche y Érebo, por Luca Giordano. Caronte era el hijo de Nix y Érebo. De 1684-1686
Fresco del Palazzo Medici-Riccardi. Florencia



Diosa celeste de la que emana leche de sus pechos. Detalle de La barca de Caronte, Sueño, Noche y Morfeo, por Luca Giordano



La Diosa de la Noche, detalle de La barca de Caronte, Sueño, Noche y Morfeo, por Luca Giordano



Verge Dels Dolors. Església arxiprestal Mare de Déu de l'Assumpció de Peg


Nut, “La Grande que parió a los dioses”, es la diosa del cielo, creadora del universo y los astros. Nut, diariamente paría al Sol que viajando sobre su cuerpo llegaba hasta su boca, desapareciendo en el interior (o en la Duat), renaciendo al día siguiente.


La Teogonía de Hesíodo

      El relato más ampliamente aceptado del comienzo de las cosas tal como lo recoge la Teogoníade Hesíodo empieza con el Caos, un profundo vacío. Según Hesíodo después emergió Gea (la tierra) de ancho pecho, morada perenne y segura de los seres vivientes, surgida del Tártaro (el Abismo) tenebroso de las profundidades, y Eros (el Amor), el más bello de los dioses. Del Caos nada podía esperarse, hasta que de la acción de Eros, principio vital, salieron Érebo(el inframundo, las tinieblas), cuyos dominios se extendían por debajo de Gea en una vasta zona subterránea, y Nix (la oscuridad o la noche). Érebo y Nix tuvieron amoroso consorcio y originaron al Éter (Espacio) y Hemera (el Día), que personificaron respectivamente la luz celeste y terrestre. Por lo tanto, la fuente es el Caos y no la diosa madre. Sin ayuda masculina Gea comenzó a engendrar sola y así mientras dormía surgió Urano(el Cielo Estrellado), un ser de igual extensión que ella, con el fin de que la cubriese toda y fuera una morada celestial segura y eterna para los dioses,  y entonces la fertilizó. Gea crea la Naturaleza: las montañas, para albergue grato de las Ninfas, que escogieron para ello frondosos bosques y el estéril piélago (Ponto). Después de crear el mar se unió con su hijo Urano y engendraron las demás formas de la naturaleza (Variación de la diosa madre y su hijo-amante).




       La pareja primigenia, el Cielo y la Tierra, es propia de muchas mitologías y se encuentra en lugares tan remotos como Nueva Zelanda, donde aparecen respectivamente como Rangi y Papa, y el relato sigue una línea semejante al de Hesíodo. Urano contempló tiernamente a su madre desde las elevadas cumbres y derramó una lluvia fértil sobre sus hendiduras secretas, naciendo así las hierbas, flores y árboles con los animales y las aves, que formaron como un cortejo para cada planta. La lluvia sobrante hizo que corrieran los ríos y al llenar de agua los lugares huecos se originaron así los lagos y los mares, todos ellos deificados con el nombre de Titanes: Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto, Crono; y Titánides: Temis, Rea, Tetis, Tea, Mnemósine y Febe; de ellos descendieron los demás dioses y hombres.

       Pero como si Urano y Gea quisieran demostrar que su poder estaba por encima de todo, crearon otros hijos de horrible aspecto: los tres Cíclopesprimitivos, llamados Arges, Estéropes y Brontes, quienes tenían un solo ojo redondo en medio de la frente y representaban respectivamente el rayo, el relámpago y el trueno y eran inmortales (uno de los descendientes fue astutamente engañado por Ulises, tal como lo cuenta la Odisea), y muchos de éstos ya mortales fueron muertos por Apolo para vengar la violenta desaparición de Asclepio del mundo de los vivos (sus espíritus habitaban las cavernas del volcán Etna en Sicilia). Finalmente, engendraron a los Hecatonquiros o Centimanos, tres hermanos con cincuenta cabezas y cien brazos cada uno que se llamaron Coto, Briareo y Giges.




Fragmento de crátera del siglo VII a.C. Museo de Argos. El cíclope Estéropes y Ulises.





A la izquierda un Hecantonquiro. Apolo y Ártemis atacando Gigantes. Relieve en mármol del Tesoro de Sifnians en Delos, c. 525 a.C.





      Por su parte la Nochepor sí sola había engendrado a Tánatos (la muerte), a Hipno (el sueño) y a otras divinidades como las Hespérides, celosas guardianas del atardecer cuando las tinieblas empiezan a ganar la batalla de la luz diurna, fenómeno que se repite cada día; las Moiras(Parcas), defensoras del orden cósmico, representadas como hilanderas que rigen con sus hilos los destinos de la vida; Némesis, la justicia divina, perseguidora de lo desmesurado y protectora del equilibrio.  




Las Hespérides. Pintura griega clásica atribuida al pintor Meidias. 410-420 a.C.



El Triunfo de la Muerte o Los Tres Destinos.Tapiz flamenca, probablemente de Bruselas, ca. 1510-1520). Victoria and Albert Museum, London

       Cronoel más joven, de mente retorcida, el más terrible de los hijos de Gea, castró a su padre y se convirtió en el gobernante de los dioses con su hermana y esposa Rea como consorte y los otros Titanes como su corte. Este tema de conflicto padre-hijo se repitió cuando Crono se enfrentó con su hijo, Zeus, que le desafió a una guerra por el trono de los dioses. Al final, con la ayuda de los Cíclopes (a quienes liberó del Tártaro), Zeus y sus hermanos lograron la victoria, condenando a Crono y los Titanes a prisión en el Tártaro.




Cronos mutila a Urano. Según una pintura de Vasari y Gerhardi

      Vimos en Creta cómo era necesario sacrificar al hijo-amante (o su sustituto, el toro, a veces el árbol o “tronco de Atis”) para renovar la fertilidad estacional. Sin embargo, en esta variación del mito de la diosa madre y su hijo-amante, la creación queda detenida hasta que el hijo-amante es castrado: este sacrificio genital inaugura el reinado de Cronos, es decir, el comienzo del tiempo, la puesta en marcha del tiempo.

      Algunos estudiosos lo conocen como el mito de la sucesión, el cual comprende, en sentido estricto, la vida de Urano, Crono y Zeus, los tres sucesivos ocupantes del trono de los dioses. Comienza cuando Gea y Urano dieron a luz tres gigantes violentos, insolentes y feos, con cincuenta cabezas y cien brazos. Su padre los aborreció al verlos y los escondió para que no vieran la luz. Enfadada, Gea urdió un malvado plan: construyó una hoz enorme y exhortó a sus hijos para que matasen a su padre. Crono aceptó el reto. Cuando llegó Urano y se acostó sobre Gea, ansioso de amor, salió Urano de su escondite y logró alcanzarle con la mano izquierda, empuñó con la derecha la prodigiosa hoz, enorme y de afilados diente, y apresuradamente segó los genitales de su padre y luego los arrojó al mar tirándolos a su espalda, gesto quizá entendido por Hesíodocomo ritual o mágico, y en cierto modo semejante al lanzamiento antropogónico de piedras por Deucalión y Pirra, a la prohibición de mirar atrás que se impone a Orfeo como condición para la resurrección de Eurídice, y al lanzamiento por Ulises, también a sus espaldas, del velo de Leucotea.

      No en vano escaparon aquéllos de sus manos. Pues cuantas gotas de sangre salpicaron, todas las recogió Gea. Y al completarse un año, dio a luz a las poderosas Erinias, a los altos Gigantes de resplandecientes armas, que sostienen en sus manos largas lanzas, y a las Ninfas que llaman las Melias sobre la tierra ilimitada(Robert Graves en “Mitos griegos”).

Las Erinias

       La castración de Urano resulta fecunda. Las gotas de sangre que manan de la herida caen sobre la Tierra, que las recibe y, andando el tiempo, engendra tres grupos de seres: las Erinias, los Gigantes y las Ninfas Melias. Las Erinias o Furias son diosas, las diosas encargadas de castigar sobre todo a los parricidas (por eso puede ser simbólico su nacimiento de las gotas de sangre del padre mutilado por su hijo); su aspecto es horrible, con cabellera de serpientes y blandiendo en las manos látigos que son también serpientes; son tres (aunque Hesíodo no precisa el número), y sus nombres (que tampoco Hesíodo menciona) son Alecto, Tisífone y Megera. En Esquilo son hijas de la Noche, lo que sugiere alguna equiparación con las Ceres de la Teogonía, que son hijas de la Noche y «que castigan sin compasión».



Orestes perseguido por las Furias de William Adolphe Bouguereau (1862).



El Nynphaeum de Adolphe Bouguereau, 1878


Los Gigantes

      El segundo grupo de seres que brotan de las gotas de sangre de Urano es el de los Gigantes, seres colosales, de poder semejante al de los dioses, pero mortales en todo caso. Casi nada dice de ellos Hesíodo, aparte del indicado origen; pero fuera de Hesíodo hay muchos más datos, concentrados sobre todo en torno a la lucha de los Gigantes contra los dioses llamada Gigantomaquia. Los Gigantes, en efecto, no son dioses, sino una especie en cierto modo intermedia entre dioses y hombres: próximos a los dioses por sus fuerzas, pero mortales como los hombres. Parecidos a los Gigantes son, por otra parte, los Lestrígones (griego Λαιστρυγόνες, Laestrygónes, eran una tribu mitológica de gigantes antropófagos. La tradición sitúa a los lestrigones en Sicilia oriental o en la costa sarda) y los Feacios. Las más antiguas alusiones a la Gigantomaquiaque poseemos están en Píndaroy los relatos más detallados en Apolodoro y en las dos Gigantomaquiasde Claudiano. En estos relatos y en otras fuentes se menciona un gran número de nombres individuales de Gigantes (Encélado, Alcioneo, Porfirión, Mimante, Efialtes, Éurito, Clitio, Palante, Polibotes, Hipólito, Agrio, Toon, Óbrimo, Reto, Peloro, Énfito, Teodamante, Asco, Oromedonte, Damástor, Paleneo, Equíon, Ctonio, Peloreo, y varios otros). En cuanto a datación, la Gigantomaquiaes posterior a la Titanomaquia (con la que a veces indebidamente se confunde, así como los Titanes en general, o algunos de ellos en particular, son a veces llamados Gigantes).



Ilustración de John Flaxman para La Odisea (1810). Antifate, rey de los Lestrigones, masacra a un gran número de compañeros de Ulises.




Los lestrigones,  pintura de la pared de una casa en la colina del Esquilino, Roma, finales del siglo I a.C.




Ulises en la corte de Alcinoo, rey de los Feacios. Por Francesco Hayez (1813–1815)

Las Ninfas Melias

      El último grupo de seres que brotan de la Tierra al caer las gotas de sangre de Urano es el de las Ninfas Melias, que apenas tienen actuación alguna, tanto en Hesíodo como en las pocas menciones posteriores. Por su nombre parecen ser ninfas de los fresnos  o bien de los árboles en general, semejantes a las Dríades. En la mitología griega, las Hamadríades (en griego antiguo Ἁμαδρυάδες Hamadryádes) o Adríades(en griego antiguo Ἀδρυάδες Adryádes) son las ninfas de los árboles. Son parecidas a las Dríades, salvo porque están relacionadas con un único árbol y mueren si éste se corta. Por esta razón, las dríades y los dioses castigaban a los mortales que dañaban a los árboles.




Mosaico de Pan (a la izquierda) y una hamadríade, encontrado en Pompeya

      Si tal conexión arbórea llegara en las Ninfas Melias, como en las Dríades, a una cierta identificación con la naturaleza arbórea, podría verse en la génesis de las Melias una cierta semejanza con el nacimiento de un almendro de los genitales de Atiso de un granado al caer a tierra los órganos genitales y la sangre de Agdistis. No tienen nombres individuales las Ninfas Melias, ni en Hesíodo ni en los otros textos, al menos en cuanto tales componentes del grupo; hay una Oceánide Melia, madre de Foroneo; y una Melia, madre de Folo, de Sileno y de Egialeo, de quien no consta si es la Oceánide, si pertenece al grupo de las Melias de que estamos tratando, o si se trata de otro personaje; todavía más inidentificables con cada una de las dos Melias mencionadas por Calímaco.




La gruta encantada de Boichard. Las Oréades son las ninfas que custodian y protegen las grutas y las montañas.

       Las ninfas representan los espíritus femeninos de la naturaleza, a veces unidos a un lugar u orografía particular. Según la mitología griega solían acompañar a varios dioses y diosas, y eran con frecuencia el objetivo de sátiros lujuriosos. En realidad, representan a la Diosa y sus diversas manifestaciones. El hogar de las ninfas está en las montañas y arboledas, en los manantiales y ríos, en los valles y las frías grutas. Con frecuencia son el séquito de divinidades superiores: de Artemisa la cazadora, de Apolo el profeta, del juerguista y dios de los árboles Dionisio, y también de dioses rústicos como Pan y Hermes, dios de los pastores.




Las Ninfas en el Lago, de Ulpiano Checa

      A modo de resumen, definiremos los diferentes grupos, entre las que encontramos las Nereidas (hijas de Nereo; del mar mediterráneo), las Dríades de los bosques; las Alseides de las flores; las Hamadríades de los árboles; las Náyades del agua dulce; las  Auloníades de los pastizales; las Océanides (hijas de Océano; cualquier agua, normalmente salada); las Oréades (montañas, montes; forman el cortejo de Artemisa); las Hespérides de los jardines; las Limnátides de los lagos; las Trías (ninfas proféticas de la miel) y las Corícides o Coricias (cuevas, son las musas clásicas).


      Las Erinias, los Gigantes y las Ninfas Melias son, pues, los seres que brotan de la Tierra al caer en ella las gotas de sangre de Urano. Pero mucho más importante es otra consecuencia directa de la castración de Urano: sus órganos genitales caen al mar, vagan flotantes durante largo tiempo, y junto a ellos se forma una blanca espuma, brotada de los miembros inmortales, sobre la que a su vez se forma o emerge una joven que será nada menos que la excelsa diosa del amor y de la belleza, Afroditao Venus, que  pasa junto a Citera, isla al sur del Peloponeso que en tiempos históricos poseyó un famoso santuario de Afrodita, y por último llega a Chipre, donde establece su residencia principal. Hesíodoexplica por estas conexiones los otros dos nombres usuales de Afrodita, a saber, Citerea y Cipris. Por haber brotado de la espuma, el de Afrodita (afroj`espuma', pero dejando sin explicar la segunda parte del nombre). En latín no se emplea nunca Afrodita, sustituida, como es común en casi todos los dioses de primera fila, por una traducción o equivalencia con una divinidad itálica, Venusen este caso; son, en cambio, muy usuales en latín las transcripciones indicadas de Citerea y Cipris. Añade Hesíodo, entre otros datos, el de que la acompañaban el Amor y el Deseo, tanto en el momento de su nacimiento como al marchar a unirse a la muchedumbre de los dioses. Esta genealogía hesiódea de Venus, así como la forma de su nacimiento así descrita por Hesíodo, es inconciliable con la genealogía homérica y con un dato que es muy célebre, pero que no está ni en Hesíodo ni en texto alguno anterior a Plauto: el de que Venus nació de una concha, o bien que, una vez nacida en el mar, navegó en una concha.




Sandro Botticelli, Nacimiento de Venus, h. 1484- 1486.
Temple sobre lienzo 172,5 x 278,5 cm.
Galería de los Uffizi, Florencia.

      Esta historia es similar a la del Enuma Elish, donde Apsu, el padre original, antaño hijo y ahora esposo de Tiamat, planea destruir a sus hijos porque le molesta el griterío que hacen. Apsu (Urano) es depuesto por Ea (Cronos). ¿Cómo surgieron estos seres feos y destructivos que molestaban al dios padre? El Enuma Elish, sin dar las razones, dice que el hermano mayor de Ea creó grandes vientos que agitaron a Tiamat y ésta dio a luz una camada monstruosa de serpientes venenosas, la mayor de la cual comienza una guerra contra los dioses, quienes destruyen a Tiamat (su madre original) guiados por Marduk y la creación, por así decirlo, vuelve a empezar, un mundo creado que se había ido corrompiendo y emponzoñando con el tiempo.

      Tampoco el mito griego nos da ninguna razón que explique la creación de estos monstruos, pero en ambos mitos su llegada significa el fin del antiguo orden. La diferencia en el mito griego es que la diosa madre tierra no es destruida, seguramente por influencia minoica.

      En la versión del mito de la creación de Hesíodoes Gea, la diosa madre, quien ayuda a Rea, la madre de Zeus, para engañar y detener al enloquecido Cronosque está devorando a sus hijos. Fue también ella quien dio a Zeus el trueno y el relámpago que habitaban en el interior de la tierra. La Diosa madre (la Tierra) nunca fue olvidada como fuente de todas las cosas, y los griegos siguieron honrando a Gea como presencia viva y sagrada, cuyas leyes regían toda la creación.

      Por consiguiente, para los griegos el orden de la naturaleza (la ley de Gea) era un orden moral que no debía ser perturbado por el comportamiento inmoral de los seres humanos. En los “Trabajos y los días” de Hesíodoel pueblo justo es recompensado con abundantes sustentos. En “Edipo rey” de Sófocles la tierra de Tebas comienza a morir por el pecado antinatura cometido por Edipo asesinando a su padre y el incesto involuntario con su madre. Todo se vuelve infecundo y surge la polución, la impureza, como consecuencia de haberse cometido un crimen humano contra el orden divino (la ley de la Tierra), Así cuando Edipo descubre que es el asesino de su padre y abandona la ciudad, la tierra comienza a vivir de nuevo.

Zeus y Hera

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      En la época clásica Hera será conocida como la esposa de Zeus. Pero no fue así con anterioridad. En Olimpia el templo de Hera existía mucho antes que el templo de Zeus, donde el dios aparece de pie, como guerrero, al lado de la diosa sentada en su trono. En una metopa del siglo V a.C. (Templo de Hera en Sicilia) la diosa se alza por encima de Zeus, con el brazo levantado mientras él se inclina hacia atrás relajándose.


Hera y Zeus (metopa, siglo V a.C. Templo de Hera, Sicilia)

       Hera significa “Señora” y su nombre no es indoeuropeo, como el de Zeus. Las imágenes de serpientes, leones y aves acuáticas que le acompañan le otorgan un linaje más antiguo. Herodoto pensaba que los griegos habían tomado a la diosa Hera de los pelasgos del norte de Grecia.

      Gimbutas sugiere que, al igual que Atenea, con la cual aparece a menudo en las leyendas, Hera podría remontarse a la diosa serpiente del Neolítico que gobernaba sobre las aguas celestiales. Tanto Homero como Platón relacionan su nombre con el aire. En la Iliadaes llamada “reina del cielo” y “Hera del trono dorado”. También es llamada “diosa de blancos brazos”, una imagen romántica de los rayos de luna que se extienden por el cielo nocturno. A Selene se le da el mismo epíteto y se la describe formalmente como diosa de la luna. De hecho, todavía se asignan a Hera las tres fases de la gran diosa de la luna de antaño (aunque interpretadas ahora en relación con su papel de esposa, como corresponde a un punto de vista patriarcal), bajo la forma de los tres templos que se le construyeron en Estinfalo: la niña, la realizada y la separada. El mismo mito lunar conforma el ritual en el que su estatua se bañaba cada año en un arroyo, en el momento preciso de la luna creciente, para renovar su doncellez y para que pudiera ir al encuentro de Zeus como en los orígenes, simbólicamente virgen, “una en sí misma” como la luna renacida.



La diosa  Selene  conduciendo el carro de Pegaso en una pintura (kylix de figuras rojas) de un vaso griego del siglo V a.C., Antikensammlung, Berlín



Hera,  representada en una cerámica ateniense (lehythos de figuras rojas) del siglo V a.C., Rhode Island School of Design

      Por otro lado, el epíteto que Homeroda a Heraboopis, que significa “de ojos de vaca”- sugiere que era también una diosa de la tierra, cuya imagen siempre fue la vaca desde las épocas más antiguas: la Ninhursag sumeria y la Hathor egipcia, por ejemplo, por no mencionar las consortes anónimas de la larga serie de toros fertilizadores. El hogar de Hera también estaba en las llanuras fértiles, recorridas por manadas de ganado. En sus templos se sacrificaba ganado. Diosa de Argos y Samos se apropió de los templos micénicos y su culto se extendió por toda Grecia, adorada como diosa del yugo y “rica en bueyes”. A las espigas de trigo se les llamaba “flores de Hera” y se las esparcía sobre los altares cuando se sacrificaba el ganado.

      Tras el carácter demoníaco de algunos de sus hijos también se halla la misma historia. Así Hera da a luz de manera autónoma, como toda diosa de la tierra (según la óptica de los dioses celestes), al dragón Tifón. La unión de Tifón y su novia Equidna, con cuerpo de serpiente, produjeron a los monstruos más horripilantes de la antigua Grecia, como la Quimera, una monstruosidad con cabeza de león; y el dragón Ladon, feroz protector del jardín de las Hespérides y sus doradas manzanas. También estaban Ortos, un temible perro cazador con dos cabezas y su hermano Cerbero con tres cabezas. Pero ninguno era más horrífico que la Hidra, el miembro más temido de esta vil prole que se cobijaba en la fría y húmeda cueva de Lerna,  desde donde la odiosa criatura estaba matando a la población del distrito y arruinando sus campos, transformándolos en un lúgubre páramo pantanoso.



Tifón, fresco etrusco de la “Tumba de Tifón” en Tarquino



Atenea, Heracles, mordido por el cangrejo enviado por Hera, la Hidra y Yolao



Heracles y Ladón. Terracota romana.


      En una vasija de arcilla “pithos” (Tebas 680-670 a.C.) se ve a Hera como gran diosa coronada, de la que surgen serpientes de las que cuelgan uvas. La diosa levanta los brazos en señal de epifanía. Dos leones se alzan hacia ella recordándonos a las diosas minoicas de la montaña y a la puerta micénica (umbral del “más allá” chamánico). Dos sacerdotisas cuidan su túnica, que tiene aspecto de red y que está cubierta de puntos que recuerdan a un tiempo la semilla sembrada en los campos y las estrellas que salpican los cielos. Bajo el cuello del recipiente aparece una procesión de ciervos moteados con cabezas delicadamente finas. Ésta es la figura de una reina por derecho propio; muy lejos queda la imagen de la esposa mezquina de la Iliada.



Relieve cicládico en un pithos de arcilla 680-670 a.C. de Tebas, donde se ve a Hera coronada entre dos leones de la que surgen serpientes de las que cuelgan uvas

       En Beocia se rendía culto a la diosa de la tierra llamada Platea, en cuyo honor se organizaba una fiesta especial que se celebraba cada setenta años. Se simulaban los festejos de una boda con figuras de madera de la novia y de su dama. Se sacrificaba una vaca para Hera y un toro para Zeus. Al final, todo ello se quemaba según nos explica Marija Gimbutas en “The Goddeses and Gods of Old Europe”.

     Esto nos recuerda el matrimonio sagrado que representaba el antiguo ritual del casamiento entre el cielo y la tierra, que bendecía y regeneraba la tierra. En muchos lugares de Grecia se celebraba la boda sagrada entre Hera y Zeus, pero su significado ya no era el del acontecimiento divino que unía los principios complementarios del universo para regenerar, sino servir de modelo para la mujer en el cumplimiento de los deberes del matrimonio patriarcal (En la Iliada se nos mostrará una Hera mezquina y un matrimonio desavenido) en una sociedad en la que las mujeres estaban excluidas de la democracia. Hera se convirtió en la diosa de las bodas y del matrimonio, mientras que el amor, la belleza y el deseo pasaron a Afrodita. El cuidado de la casa se encomendó a Hestia, diosa del fuego del hogar. Ártemisse convirtió en diosa de la virginidad, el parto y la maternidad.

      Hera ha contraído matrimonio a la fuerza, pero nunca es realmente esposa de Zeus, al que considera un inferior, según Jane Ellen HarrisonProlegomena to the Study of Greek Religión”. La Diosa Madre nunca acepta  el dominio del dios ario. Zeus siempre se acerca a Hera con engaños: un relato sobre su matrimonio cuenta que durante una tormenta Hera queda separada de los otros dioses, sentada en una montaña. Zeus se transformó en un cuco, mojado y maltratado por la lluvia, y se posó sobre el regazo de Hera. Sintiendo lástima por el pobre pájaro, la diosa lo cubrió con su túnica, momento en el que Zeus se revela.

      En su transformación en diosa olímpica la historia oficial nos cuenta que Hera tuvo por sí sola dos hijos, Hefesto y Ares (según Homero) o un hijo, Ares (según Hesíodo), ninguno de los cuales triunfó. Su progenie no es lo que cabe esperar de una pareja tan divina: uno feo, contrahecho y vengativo (Hefesto, el herrero, al que su madre arroja a la montaña; él luego la apresará en un trono mecánico), el otro es un cobarde desvergonzado y salvaje (Ares, al que Zeus odia más que a ningún otro dios). El implacable ascoso al que Hera sometía a Zeus, a causa de sus escarceos amorosos, convierten algunos fragmentos de la Iliadaen una parodia cómica, con una madrastra malvada, una esposa manipuladora y una madre terrible. Otras leyendas hablan de que Hera tuvo de Zeus a tres hijos: Ares, dios de la guerra, Hebe, ayudante de los dioses y Eilethuia, diosa del parto.


      En la comedieta se nos habla de la intensa vida sexual de Zeus y sus múltiples conquistas, de muchas mujeres que le rodeaban. Zeus era el hijo de Cronos y Rea, convertido en rey de los dioses tras liderar la batalla contra los Titanes.  Hera fue su hermana y esposa aunque a lo largo de la existencia de Zeus las conquistas sexuales fueron muchísimas, lo que hacía incrementarse los celos de su esposa. Las amantes de Zeus no solo fueron divinas sino también humanas.

      El primer amor de Zeus fue Metis, una ninfa del mar, la cual intentó escapar de Zeus usando diferentes formas pero aun así se quedó embarazada. Gea, diosa de la tierra, profetizó que Metis daría a luz a una niña y después a un niño que se convertiría en el soberano de los cielos. Zeus temiendo la profecía se comió a Metis y a su hijo nonato, adquiriendo así su sabiduría. La niña, Atenea, nació de la cabeza de Zeus.




Nacimiento de Atenea (Metis aparece alegóricamente bajo el asiento de Zeus). Trípode de figuras negras, c. 570–560 a. C., Museo del Louvre (CA 616).

    Otra conquista significativa del casanova homérico fue Temis, una titánide que dio a luz a las Horas y las Moiras; le siguió  Eurónime una ninfa del mar que dió a luz a las Gracias y Mnemósineotra titánide que se convirtió en la madre de las nueve Musas. Todas estas uniones esporádicas quedaban escondidas tras un matrimonio estable con Hera.



Temis y Egeo. Pintor de Codros, 440-430 a.C.
     
       El matrimonio con Hera fue tormentoso y ella lo abandonó, pero Zeus consiguió que regresara a su lado construyendo una estatua de una mujer con un velo nupcial a la que presentó como su nueva esposa. Hera acudió furiosa y comprobó que todo era una farsa. Cuentan las leyendas que en una ocasión Zeus encadenó a Hera con yunques en los pies para que no pudiese dejarle.

      Hera perseguía a las amantes de su marido constantemente. Zeus dejó embarazada a Leto de Apolo y Artemisa, Hera prohibió que ningún lugar la acogiera por lo que tuvo que refugiarse en Delos. Hera transformó a las amantes de Zeus, Calisto e Io en un oso y una vaca.

      Famosos fueron los disfraces de Zeus para seducir a las mujeres: llegó a la cama de Alcmene disfrazado de su esposo y engendró de esta manera al héroe Heracles. Con Europa, se convirtió en toro; cuando Danae fue encerrada en una cámara de bronce, Zeus se disfrazó de lluvia de oro. Para seducir a Semele tuvo que pasar por un simple mortal.  



Rapto de Europa de Félix Valloton

      En la historia no oficial vemos a un Zeus furioso contra la diosa, una diosa del inframundo, que puede viajar por el mundo subterráneo, una Hera en el papel de luna menguante, capaz de mover a los dioses del Aqueronte en su favor (Virgilio en la “Eneida” 7), una diosa que sostiene, como Perséfone, una Granada. Porque Hera, aunque Homero no se lo reconozca, es la gran diosa de los tres reinos: cielo, tierra e inframundo.

      En su relación con el héroe Heracles, cuyo nombre significa “gloria a Hera”, alude a su antiguo papel de gran diosa. Hera le impone doce trabajos (doce meses del recorrido anual del sol). El héroe es el sirviente o hijo-amante de la diosa y el relato simboliza o recuerda el antiguo ritual en el que el sol se unía con la luna llena. En un espejo etrusco aparece la imagen de Hércules (Heracles) como hombre adulto que mama del pecho de Hera, que recuerda a los faraones mamando del pecho de Isis en su papel de hijos-amantes de la diosa. La leyenda cuenta que Zeus durmió a Hera y Hermes puso a Hércules en su pecho, pero -como héroe que era- la mordió y la despertó y, mientras la diosa se lo sacudía, la leche se derramó por los cielos dando origen a la vía láctea.



Rubéns. La Vía Láctea. Hera amamantando a Hércules en una vasija griega, Lecito Ca. 360 a.C.

Zeus

      Es el hermano-esposo de Hera. En la mitología olímpica la diosa pertenece a su marido y su gobierno prevalece sobre el de Hera. Esto ocurrió con la mayoría de las diosas griegas. Zeus (hermano de Hera y Deméter) es padre de Ártemis, Atenea y Perséfone (hija de Deméter). Afrodita es su hija en un mito, y en otro es hija de Urano (padre de Zeus).

      Zeus, al engendrar o casarse con las diosas, añadía los poderes de éstas a los suyos, o se los apropiaba. Era la cabeza de la familia olímpica. La sociedad se ha vuelto patriarcal: Zeusy sus hermanos Poseidóny Hadesgobiernan las tres dimensiones del mundo: cielo, mar e inframundo, como An, Enlil y Ea (Enki) en Sumeria. La división lunar de antaño, las tres fases se las reparten los hijos de Crono. Los reyes reciben la soberanía de Zeus, igual que antes la recibían de la diosa.




Zeus arrojando un rayo (estatuilla, c. 460 a.C., 15 cm. de altura. Dodona)

      Aunque Zeus se convirtió en un dios universal, continuó haciendo gala de una personalidad distinta con frecuentes ataques de furia, lujuria, compasión por los mortales… Por lo tanto la distancia entre la condición divina y la humana no se hizo tan grande como en el judaísmo.

      En las leyendas sobre su infancia podemos ver la transformación de hijo-amante a gran padre. En un sello minoico c. 700-600 a.C. (Beocia) aparece un niño en las rodillas de su madre, dando la bienvenida a los adoradores, lo cual nos habla de un nacimiento divino. Este niño que recibe a sus adoradores con la manos levantadas se convertiría en el kouros(joven dios) divino, cuyo nacimiento y muerte se celebraban en Creta como renovación de la vida.




Kouros griego

Nacimiento de Zeus

      Una vez mutilado Urano por su hijo Crono, éste ocupa el poder supremo, la «dignidad regia entre los inmortales” (Hesíodo).  Se casa a continuación con su hermana Rea, tiene seis hijos (tres hembras, Hestia, Deméter y Hera) y  tres varones (Hades, Poseidón y Zeus), e imita a su padre, pero con mayor dureza aún hacia sus hijos, a los que devora conforme van naciendo. Así sucede con los cinco primeros; pero cuando está a punto de nacer el último, Zeus, su madre Rea, que estaba desolada, pide ayuda a sus padres, Urano y Gea, quienes le aconsejan que se vaya a la cueva del monte Dicte (Dictaean Cave), en Creta, para dar a luz al más joven de sus hijos. Así lo hace Rea y, después de dar a luz a Zeus, lo esconde en una profunda cueva del monte Egeo, y a Crono le da a comer, en lugar del niño, una piedra envuelta en pañales. 



Pelikede figuras rojas, Rea entrega la piedra a Crono, ca. 475 - 425 a.C.

      Hesíodo no dice dónde dio a luz Rea a Zeus, pero ApolodoroDiodoro dicen que Zeus nace en Creta, en una cueva del monte Dicte. Tampoco el monte Egeo, así llamado en Hesíodo, es localizable; la tradición posterior habla de Dicte, como en Apolodoro y Diodoro, para el nacimiento, o del Ida, más o menos confundido con el Dicte, montañas, ambas, muy conocidas de Creta; las demás fuentes mitográficas se reparten entre el Dicte y el Ida, bien distintos en la mayoría de ellas.



Fco. de Goya y Lucientes (1746-1828), "Saturno devorando a uno de sus hijos", Museo del Prado. P. P. Rubens, 1636-1637, "Saturno devorando a sus hijos" Museo del Prado

       La crianza de Zeus tiene lugar en Creta, y sobre ella hay numerosos detalles y variantes, ajenos todos ellos a la Teogoníay contados en Apolodoro, Higino y muchos otros textos. Protegido por los Curetes, que armados ejecutan ruidosas danzas para que el llanto del niño no llegue a oídos de Crono, Zeus es criado con leche de la cabra Amaltea, o bien es criado por la ninfa Amaltea con leche de cabra; otros nombres de nodrizas de Zeus son Adrastea, Ida, Melisa, Temis la Titánide y Cinosura (que será caracterizada en la Osa Menor). En Apolodoro y Zenobio son unas Ninfas, llamadas Adrastea e Ida, hijas de un Meliseo del que nada más se dice, las que se cuidan de criar a Zeus con leche de la cabra Amaltea; en  la Ilíada es a Temis y a Amaltea, «que era cabra», a quienes confía Rea la crianza del niño. Ovidiollama Náyade a Amaltea, y ninfas cretenses en general a las nodrizas de Zeus; Higinoy Lactanciola llaman ninfa, sin mayor especificación. En cuanto a la cabra, dicen Eratóstenese Higinoque era hija del Sol y de aspecto pavoroso; Eratóstenes y Lactancio añaden que con su piel se fabricó Zeus después su famoso escudo llamado égida y que uno de sus cuernos era el Cuerno de la Abundancia.




J. Jordaens, Infancia de Zeus, ca. 1640, Museo del Louvre   



Curetes haciendo ruido mientras la cabra Amaltea amamanta a Zeus. La ninfa Amaltea amamanta a Zeus, relieve romano de la época de Augusto.

      Otro mito dice que Zeus nació en una caverna consagrada a las abejas, que lo criaron con miel. Esto lo relaciona con el culto de la diosa abeja de los sellos micénicos,  con un ritual de muerte y renacimiento del año y con el dios de la vegetación. Esta versión se encuentra en los Himnos Órficos, XXX: A Dioniso, 8-9, al cual hace hijo de Zeus y Perséfone, es decir de la nieta, la hija y la esposa del dios. La historia contaba que cada año una gran llamarada surgía de esta caverna, anunciando que la sangre del parto de Zeus había caído sobre la tierra. Sobre los orígenes antiguos de Zeus dan fe relatos en los que Zeus aparece como una serpiente para unirse a Perséfone mientras ella está sentada en una cueva tejiendo los hilos del destino. El resultado fue el nacimiento de Dionisio, el dios que en Creta equivalía a Zeus. Esta aparición del dios como hijo-amante de la diosa en una cueva, así como en su imagen de sobrecogedora serpiente que era adorada en santuarios dedicados a Zeus, nos muestran a un dios que  está lejos del dios padre de los cielos de la Iliada.

      Walter Otto en su libro Los Dioses de Grecia, nos dice de este dios:

      Su espíritu arde con la bebida embriagante que se denominó la sangre de la tierra; sensualidad primitiva, delirio, disolución de la conciencia hasta lo ilimitado sobreviene a los suyos como un huracán; los tesoros de la tierra se abren a los extasiados. También los muertos se reúnen alrededor de Dionisio, vienen con él en la primavera, cuando trae las flores. Amor y frenesí salvajes, estremecimiento frígido y bienaventuranza se hallan lado a lado en su séquito. Todos los primitivos rasgos de la deidad de la tierra se acrecientan en él hasta lo ilimitado, pero también hasta la profundidad del pensamiento. Homero conoce muy bien la admirable figura divina. Denomina al dios el "delirante".




Zeus con el cetro y el rayo. Ánfora panatenaica, ca. 480 a.C. Zeus con el águila y el rayo. Museo del Louvre, París.

      El nombre de Zeuses indoeuropeo y deriva de la palabra deiwos, que significa “cielo”, el mismo nombre aparece en el Diespiter (Júpiter) romano, en el dios indio del cielo Dyaus Pita, y en el término germánico Tuesday (dia de Thor). La misma raíz aparece en el griego eudia (buen tiempo) y en el latín, deus, diosy dies(día). Zeus aparece aquí junto otros, como el padre cielo, bajo la imagen del luminoso cielo diurno. A esta se añaden imágenes de tormenta: la de aquel que reúne las nubes, la de aquel que amaba los rayos y los truenos. Todas sus epifanías son espectaculares: brilla como el sol, cae como lluvia dorada, arroja sus rayos, hace resplandecer sus relámpagos y junta las nubes negras al fruncir el ceño. El águila que vuela en las alturas manifiesta su presencia como el halcón manifiesta la de Horus. Este espectacular rasgo de “fogosidad” vinculaba, para los griegos, a Zeus no con el inicio del mundo, sino con el inicio de su propio tiempo, el nuevo tiempo que los definía como griegos. Por de pronto, la victoria de Zeus sobre los gigantescos Titanes supone ponerle límites a la inmensidad; es una imagen de la mente humana estableciendo frontera en torno a espacios innombrables como condición necesaria para que una civilización determinada se una y crezca.

La Titano y la Gigantomaquia

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      Para convertirse Zeus en dios supremo de los griegos primero tuvo que vencer a la Tierra (Metáfora del combate contra la Diosa, como los mantenidos por Marduk y Yahvé). La batalla comienza contra los Titanes, luego contra un dragón, y por último contra los gigantes. Derrotados los Titanes con la ayuda de Gea, Zeus tuvo que vencer al dragón, es decir, al hijo menor de Gea, Tifón,  un híbrido gigantesco, medio hombre y medio bestia, de cuyos hombros crecían cien serpientes. En la última batalla contra los gigantes, Geaserá su adversaria. La victoria de Zeus estableció el gobierno de los cielos sobre y contra el gobierno de la tierra.


Typhon - Le Mercure des Philosophes, Della transmutatione metallica, Giovanni Battista Nazari, Brescia, 1589

      Zeus va creciendo en Creta y, una vez llegado a la edad adulta, consigue que Cronovomite a sus hermanos (después de haber vomitado la piedra que había deglutido creyendo ser Zeus, piedra que Zeus coloca en la tierra de Pito, la futura Delfos, donde, como tal pretendida reliquia, se enseñaba todavía en el siglo II d. C., según cuenta Pausanias), ya sea mediante un vomitivo que le administra la Oceánide Metis, ya mediante alguna otra estratagema, no especificada. Libera también Zeus a los Cíclopes y Hecatonquires que, encadenados por su padre Urano, permanecían todavía en las entrañas de la tierra.



P. P. Rubens, "La caída de los Titanes" 1636-1637

       A continuación, inducido por Gea, emprende Zeus, juntamente con sus hermanos, y con la ayuda, al parecer, de algunos otros dioses (probablemente la Oceánide Estige y sus hijos la Gloria, la Victoria, la Fuerza y la Violencia, (aunque esto está sólo en la Teogonía y de un modo muy impreciso, sin seguridad de que se refiera a la Titanomaquia), una encarnizada guerra contra su padre Crono, guerra llamada la Titanomaquia por estar Crono asistido en ella por al menos algunos de los otros Titanes, si bien no consta con claridad quiénes fueron, de entre los Titanes y Titánides, los que según la tradición de la Titanomaquia tomaron parte en la lucha al lado de Crono. Hesíodo no lo dice en absoluto; pero tampoco hace excepción alguna al mencionar a los Titanes e incluirlos en la lucha en su la totalidad (Titanes, Titánides y Crónidas), ni tampoco después al referir su castigo, por lo que parece como si se refiriera siempre a los doce. Sin embargo, hay algunos de ellos frecuentemente excluidos en las otras fuentes, como es el caso de Océano y de Helio; hay otros que aparecen como los principales combatientes, como Ceo, Crío, Hiperíon, Crono y Iápeto, además de algunos de sus descendientes como Menecio y Atlas.



Suttung amenazando a los enanos. Louis Huard

      Los Titanesluchan desde el monte Otris; los Crónidas, desde el Olimpo, con lo que parece Hesíodo dar a entender que las batallas tendrían lugar en la llanura tesalia que se extiende entre ambas montañas. Que Zeus y sus hermanos ocupasen el Olimpo expulsando de allí a los Titanes, lo que significó la declaración de guerra que inicia la Titanomaquia, es algo no especificado claramente en ningún sitio, pero sí sugerido al menos en la Teogonía; en todo caso, la ocupación del Olimpo será definitiva, y desde entonces Zeus, sus hermanos y sus hijos (no todos, sino los más importantes) se llamarán los Olímpicos. La descripción de la Titanomaquia y de sus resultados ocupa los vv. 629-733 de la Teogonía; la lucha dura diez años, hasta que al fin la intervención de los Hecatonquiros, que se sabía sería decisiva según profecía comunicada por Gea a Zeus (y entonces es, según Apolodoro, cuando Zeus los libera, dando muerte para ello a una tal Campe que era su carcelera), la resuelve a favor de Zeus, que depone del trono a su padre y le sucede en el gobierno del mundo, que conservará ya a perpetuidad (gracias al trueno, relámpago y rayo que le han proporcionado los Cíclopes, Zeus «reina sobre mortales e inmortales»: Teogonía, v. 506; según Apolodoro, los mismos Cíclopes proporcionaron también a Plutón el casco y a Poseidón el tridente). Crono y los otros Titanes (sin excepción explícita en Hesíodo, pero es probable que haya que exceptuar al Océano y a otros) son expulsados del cielo y encadenados y encerrados bajo la custodia de los Hecatonquiros en las profundidades de la Tierra, en el Tártaro, tan distante, por debajo, de la tierra, como ésta del cielo.

      Con el definitivo establecimiento de Zeus en el trono supremo de los dioses y el mundo termina el mito de la sucesión. Hesíodo no menciona el reparto del mundo por sorteo, que aparece ya en la Ilíada, entre los tres hermanos Zeus, Poseidón y Plutón, que reciben así, respectivamente, la soberanía del cielo, el mar y el infierno. Sólo después de la Titanomaquiaes donde, por una especie de también imprecisa elección o aclamación de los dioses vencedores, Zeus pasa a ser, explícitamente, el rey y soberano de los inmortales. Pero aun así, una vez terminada la Titanomaquiay expulsados del cielo por Zeus los Titanes, la supremacía de Zeus será ya definitiva e inalterada; pero hay, sin embargo, varias ocasiones en que Zeus está a punto de perder esa supremacía, en tres de ellas por tener que enfrentarse con temibles enemigos, y en otras dos con motivo de apetencias eróticas suyas. Las primeras son la Gigantomaquia, la Tifonomaquiay la lucha con los Alóadas Oto y Efialtes.



Los Gigantes, Dante Alighieri - Inferno - Plate 65 (Canto XXXI - The Titans) 1857. Gustave Doré.

La Gigantomaquia

      Se encuentra narrada en Apolodoro y Claudianocomo la guerra de los Gigantes contra Zeus y los otros Olímpicos. Instigadora de esa lucha es, en la mayoría de las fuentes, la madre de los Gigantes, esto es, la Tierra (Gea-Gaia) quien los había concebido de Urano, la cual quiere ahora vengar la derrota y prisión de los Titanes. La lucha, encarnizada y terrible, se desarrolla en los campos de Flegra (nombre mítico de Palene, la más occidental de las tres penínsulas que componen la también península de la Calcídica, en el NE. de Grecia), y durante ella los Gigantes acumulan unas sobre otras las montañas más importantes de Grecia, intentando escalar así el cielo. Un oráculo había indicado que era condición imprescindible para la victoria de los dioses contra los Gigantes que al lado de aquéllos combatiese un mortal (así en Apolodoro), o según otros, dos semidioses. La condición se cumple, en el primer caso, en la persona de Hércules; en el segundo, en las de Hércules y Baco; este último aparece como combatiente en varias otras fuentes que no mencionan el oráculo. Con la ayuda, pues, ya sea de Hércules solo, ya de Hércules y Baco, los dioses consiguen una victoria total, dando muerte a los Gigantes, algunos de los cuales quedan sepultados debajo de islas o de montañas.



Gigantomaquia en un ánfora de figuras rojas, ca. 400- 390 a.C. Museo del Louvre. Hércules en el centro.



Illustration from Harry Thurston Peck, Harpers Dictionary of Classical Antiquities (1898)



Litografías de Bernard Picart 1673-1733. Los Gigantes preparan el ataque al Olimpo

       Esta grandilocuente lucha conocida como la Gigantomaquia, aunque posterior a la creación del hombre, se coloca generalmente aquí por ser la confirmación del poder de Zeus y sus compañeros. En ella no faltó lo anecdótico y lo imprevisto, como cuenta Eratóstenes,  que al aparecer los Gigantes asustaron el asno del sátiro Sileno y sus rebuznos fueron tan enormes que impidieron el primer asalto de aquéllos, ya que quedaron perplejos ante los extraños sonidos, creyendo que provenían de algún terrible animal. Esta historia de Eratóstenes también dice que participó el asno de Dioniso, mientras que otras refieren que este suceso ocurrió cuando Tritón empezó a hacer sonar su trompa marina.




Relieve anónimo del siglo I a.C, que representa a Sileno en su asno

      Para Eratóstenes fueron dos asnos montados por los dioses Dionisio y Sileno en su batalla contra los Titanes. Los asnos comenzaron a rebuznar con tal fuerza que los Titanes se asustaron, y así los dioses pudieron vencer en la batalla. Los asnos obtuvieron como recompensa un lugar en el Cielo junto con el cúmulo El Pesebre.



M44 es el Cúmulo de la Colmena (Beehive Cluster para los angloparlantes), pero también, más comúnmente, el Pesebre (latín Praesepe). Este nombre se debe a que está situado entre dos estrellas que tienen nombre de asnos: Al norte se encuentra Asellus Borealis (Gamma Cnc), el asno del norte, una estrella blanca de tipo espectral A1 (blanca) y magnitud +4.7 distante 155 años-luz del Sistema Solar; al sur de M44 localizamos a Asellus Australis (Delta Cnc), el asno del sur, que es amarillenta, tipo espectral K0 de magnitud +3.9 y a la misma distancia de 155 años-luz. Fuente: La Bitácora de Galileo


       Sea como fuere, aunque salta a la vista la ingenuidad de tales relatos como un intento de explicar una fantástica derrota, en Mitología (y la griega no es una excepción) hemos de acostumbrarnos a encontrar lo grandioso y lo terrible mezclado con lo infantil, reflejo subconsciente del modo de ser de los pueblos antiguos creadores de los mitos. La Gigantomaquiafue un tema favorito de la plástica, y así podemos contemplarla en muchos frontones conservados de los templos clásicos (algunos de los cuales son guardados celosamente en los museos más importantes del mundo). Los cuerpos de los monstruos, rematados en serpientes, se prestaban admirablemente a rellenar los ángulos de los frontispicios y terminar así artísticamente una composición.



Detalle del frontón del antiguo templo de Atenea en la Acrópolis, ca. 520 a.C. Atenea se enfrenta a un Gigante. Atenas, Museo de la Acrópolis.



Gigantomaquia en un friso del Tesoro de los Sifnios (525 a.C.) en Delfos, Museo Arqueológico de Delfos


La Tifonomaquia y los Alóadas

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      Una vez terminada la Gigantomaquia, Gea (la Tierra) engendra al espantable Tifoeo o Tifón, y tiene lugar la feroz contienda entre Zeus y los Olímpicos por una parte, y ese único adversario por otra. Hesíodo, que no menciona la Gigantomaquia, coloca inmediatamente después de la Titanomaquiala lucha de Tifoeo contra los dioses (llamada, aunque no en la Antigüedad, Tifonomaquia), que describe a lo largo de sesenta versos. La descripción física de Tifoeoestá sobre todo en Apolodoro: Tifoeo superaba en estatura a los más altos montes, tocando los astros con la cabeza; de las manos le salían cien cabezas de serpientes y sus extremidades inferiores estaban formadas por anillos de víboras; todo el cuerpo lo tenía provisto de alas.


Reproducción de una vasija griega que representa a Zeus contra Tifón

       El pánico que Tifoeo provoca en los dioses es tal (aunque no en Hesíodo), que emprenden todos la huida a Egipto y allí se metamorfosean: Zeus en toro, Hera en vaca, Apolo en cuervo, Baco en macho cabrío, Ártemis en gata, Afrodita en pez, Hermes en ibis (así en Ovidio) Pero, independientemente de esas metamorfosis, se produce un encuentro decisivo entre Zeus y Tifoeo. Zeus lo fulmina y llega con él a las manos en el monte Casio de Siria, pero Tifoeo lo enlaza con sus extremidades viperinas y le corta los tendones, tras de lo cual se lo carga a cuestas y lo lleva a la cueva Coricia (de Cilicia, en Asia Menor), entregando los tendones, para su custodia, al dragón hembra Delfine, monstruo híbrido de mujer y serpiente. Pero Hermes y Egipán logran hacerse con ellos a hurtadillas, y se los colocan de nuevo a Zeus, que, recobrando su fuerza, persigue de nuevo a Tifoeo, quien llega a Tracia y se defiende descuajando montañas enteras, que arroja contra Zeus. Huye después a Sicilia, donde por fin es definitivamente vencido por Zeus, que lo aprisiona echándole encima el volcán Etna, cuyas erupciones y sacudidas se explicaban a veces como convulsiones de Tifoeo, aprisionado pero no muerto (con alguna confusión con Encélado, gigante mencionado en la Gigantomaquiay en ella aprisionado debajo de la isla de Sicilia, sin más especificación). Hay que indicar, por último, que Tifoeo es hijo de Hera, sin padre, en una versión que aparece en el Himno homérico a Apolo.




Cerámica griega. Hidria etrusca. Museo de la Villa Giulia. Roma. Siglo VI a C.
Figura negra sobre fondo rojo. Arte arcaico. Zeus, metamorfoseado en toro, nada entre peces y delfines con Europa en su lomo firmemente asida. Fuente: Mitología y Arte



Mosaico. Hermes (o Eros) montando a Egipán. Palazzo Massimo alle Terme, Museo Nacional de Roma. Imagen de detroit_import

Los Alóadas

      La tercera ocasión de peligro bélico para Zeus (y para los otros Olímpicos) es contada con menos dramatismo o como peligro más leve: se trata del intento de escalar el cielo para luchar con los dioses por parte de los Alóadas. Eran los Alóadas dos muchachos (hijos de Poseidón y de Ifimedía, sobrina y esposa de Aloeo) dotados de tan vertiginoso crecimiento, que a los nueve años de edad medían ya casi dieciséis metros de estatura y cuatro de anchura. Después de haber tenido prisionero a Ares durante trece meses (a quien libera Hermes, avisado por Eribea, madrastra de los Alóadas), o bien antes (en Apolodoro), colocan el monte Osa sobre el Olimpo y el Pelio sobre el Osa (acción también atribuida, a veces en orden inverso, a los Gigantes en la Gigantomaquiaordinaria) con el propósito de llegar al cielo y atacar a los dioses; pero Apolo (en la Odisea) acaba con ellos, al parecer antes de que logren alcanzar el cielo, y antes, en todo caso, de que llegasen a la pubertad. En cambio, en la Ilíaday en Apolodorolos Alóadasmueren víctimas de una estratagema de Ártemis, a quien quería violar Oto, a la vez que a Hera lo intentaba Efialtes: pone Ártemis una cierva entre ambos, y al intentar ellos cazarla disparándole sus dardos se matan el uno al otro.



John Flaxman (1755-1826) Oto y Efialtes guardan a Marte encadenado


Zeus, esposo de la Diosa

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Apetencias eróticas de Zeus: Metis y Tetis.

      Si recordáis lo que estamos comentando, el valiente Zeus casi se muere del susto al enfrentarse con los gigantes, según menciona la Gigantomaquia, o con los Titanes de la Titanomaquiay la lucha de Tifoeo contra los dioses llamada Tifonomaquia.Sobre las otras ocasiones de peligro para Zeus que habíamos comentado, ambas ocurren con motivo de las apetencias eróticas suyas. La primera amenaza contra su poder surge de su relación (matrimonio según Hesíodo) con la OceánideMetis, pues Urano y Gea le habían profetizado que el hijo que naciera de esa unión derrocaría a su padre como él había hecho con su padre y éste con su abuelo. Ellos mismos le aconsejan que, para evitarlo, devorase a Metis y así lo hace, pues ella estaba ya en avanzado estado de gestación. Poco después nacería de la cabeza de Zeus el fruto de esta unión, la diosa Atenea.


Kylix de figuras negras: Hefestos abre la cabeza de Zeus con un hacha para que surja Atenea.  La Diosa armada naciendo de la cabeza de Zeus, con Ilitía (?) a la derecha. Detalle de la cara A de un ánfora ática de figuras negras, 550–525 a. C.


       La segunda es simplemente una profecía que no llegó a cumplirse: Zeus pretendía a Tetis, hasta que un oráculo le predijo que el hijo que naciera de ella sería más fuerte que su padre, profecía que le disuadió de tener un hijo con ella; Zeus entregó a Tetis como esposa a Peleo, y efectivamente se cumplió el oráculo, pues el hijo de Tetis fue el temible héroe Aquiles.



Ingres, Jean-Auguste-Dominique "Júpiter y Tetis", 1811. Esta pintura enuncia una concepción sobre la Diosa más acorde con la visión semita que con la griega, pues expresa claramente el dominio masculino sobre lo femenino

      Sin embargo, en ninguna de las cinco ocasiones que hemos visto, llega a consumarse la amenaza, como tampoco en varias rebeliones, al parecer no muy peligrosas, de diversos dioses como Prometeo, Hera, Poseidón, Apolo y otros y el poder de Zeus se considera en la mitología como eterno e inquebrantable.

      Por fin Zeus, cuya última evolución de las creencias lo identifican con la potencia universal que encarna el Cosmos, pudo dedicarse a organizar su reino, terminadas las grandes guerras contra Titanes y Gigantes. Se relata que en la morada terrenal del Olimpo y en la cúspide de tan alta montaña erigió el padre de los dioses una ciudadela. Los mitólogos historicistas quieren ver en Zeus a un rey helénico o indoeuropeo, quien apostado con sus súbditos en la fortaleza olímpica rechazó varios asaltos de pueblos invasores, así como de malvados bandidos. Intentan dar así una explicación real y humana, en especial a la Gigantomaquia, para justificar esta deidad. El nombre de Olimpo no solamente se dio a la parte del Cielo donde Zeus estableció su morada y al monte tantas veces mencionado, sino también en sentido más metafórico, a la reunión de dioses que deliberaban en asamblea.



De izquierda a derecha: Zeus, Atenea, Hermes, Artemisa, Apolo, Afrodita, Dionisio



Detalle de la Infancia de Zeus de Nicolas Poussin


      Los dioses estaban sujetos como los hombres a la necesidad de alimentarse, pero no con los mismos elementos. En el banquete divino se servían como manjar la ambrosia y el néctar como bebida, ambos destilados de los cuernos de la cabra Amaltea, que alimentó a Zeus cuando era niño. Los dos elementos recreaban los sentidos, embalsamaban el ambiente, otorgaban la juventud y la dicha y aseguraban la inmortalidad. La ambrosia era nueve veces más dulce que la miel, de forma que comiendo miel se prueba la novena parte del placer que se sentiría tomando ambrosia. Según Homero, el néctar era de color rojo y no menos aromático y grato al paladar. Las dinastías de Urano y Crono significaron la época de los grandes cambios y trastornos en la naturaleza, período de formación de los elementos en que nada podía ser estable ni duradero. El gobierno de Zeus -tercera dinastía divina- es el período de la estabilización. La Tierra ha alcanzado la madurez y el aire y el mar han llenado los espacios vacíos dando a la naturaleza los principios vitales, germen de nuevos seres que habían de poblar el mundo terrestre. Pero Zeus no puede con todo y decide el reparto del Universo. Dos son los hermanos que más han ayudado al triunfo final: Poseidón, a quien cederá el gobierno del mar, y Hades, al que confiará las profundidades terráqueas. La nueva organización está ya en marcha y ya nadie podrá destruir el mito del invencible Zeus, de sus hermanos y de los olímpicos: Hera, Atenea, Apolo, Ártemis, Hermes, Hefesto, Hestia, Leto, Deméter, Ares y Afrodita... además de Dionisio, divinidad errante terrestre.




Generaciones de dioses griegos. Fuente: Josamotril

      Según los tratadistas de mitologías comparadas, existieron unos trescientos dioses en los panteones de los pueblos que pueden identificarse con el Zeus helénico. Los cretenses, ya en la antigüedad, no se contentaban con mostrar el lugar donde, según ellos, había nacido el dios, sino que también mostraban la “tumba de Zeus” en Cnosos con la inscripción Ci git Zan (aquí yace Zan = Zeus), lo que producía una gran curiosidad entre la mayoría de la gente que iba a visitarla y un gran escándalo para los mitógrafos y poetas.

      Teniendo en cuenta esta importancia, se comprenderá que quizá los fragmentos mitológicos helénicos más extensos se hallen dedicados a la figura de Zeus, que aparece en casi todos los relatos. De éstos probablemente los más conocidos sean las innumerables aventuras amorosas que tuvo con sus esposas y amantes, unas divinas y otras mortales. Los escarceos amorosos de Zeus describen el proceso de absorción de este dios de los poderes de las diosas que lo antecedieron. Los numerosos hijos e hijas de Zeus, concebidos con estas diosas reflejan una capacidad mayor de orden en la psique de aquella época. Todos los dioses antiguos se convierten en hijos del dios todopoderosos.

      James Hillman(“And Huge is Ugly” en Jhon Button (ed) “The Green Fuse”) propone que la imagen de Zeus en relación  con los Titanes es la de poner orden y medida en el exceso. Los gigantes de sexo masculino y femenino de los cuentos de hadas reflejan las emociones desatadas que amenazan con pisotearlo todo, que deben ser engañadas mediante la astucia, la previsión y la estrategia por el nuevo orden de consciencia. Hermes, llamado argofonte(el que mata a Argos Panoptes, el gigante de múltiples ojos) es el prototipo de este arte en el reino de los dioses, como Ulises lo es entre los mortales, al engañar al cíclope Polifemo al llamarse a sí mismo “Ninguno”. También encontramos la misma moraleja en el Sastrecillo Valiente o David frente a Goliat.




Hermes matando a Argos Panoptes. Colección del Museo: Museum fur Kunst und Gewerbe, Hamburgo, Alemania. Figura roja ática, atribuida al pintor Eucharides, ca 490 AC. Período: Arcaico

      Pero el “exceso” (los gigantes y dragones) no se identificaría erróneamente con lo femenino, como lo fue en la tradición judeocristiana. Zeus nunca perdió por completo su relación con el modo de ser femenino, ni con la Diosa, como lo demuestra su matrimonio con Hera. Marduk-Elohimno se relacionó nunca con lo femenino, sino era para destruirlo.

      Las dificultades de la relación entre Hera y Zeus son símbolo de lo difícil que resulta unir las tradiciones lunares y solares en la psique humana. La percepción solar y lunar no se personifican de manera invariable como diosa y dios en todas las culturas. En Alemania y Japón hemos visto como el sol se concibe como femenino y la luna como masculino.



Artemisa

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      Es la diosa cazadora, la hermanan carnal de Apolo, con su arco de oro y sus flechas, que deja a su paso a los animales aullando y a la tierra estremeciéndose, es la diosa de la naturaleza salvaje y virgen y de los lugares inviolados de la tierra donde los humanos no se atreven a penetrar. Ella comprende la naturaleza de los animales. Tiene unas siervas que se llaman Ninfas, las divinidades que moran en los arroyos y en las flores, el alma viva de la naturaleza toma forma de doncella, que baila y canta como las voces susurrantes de los arroyos, el murmullo de la brisa y de las flores rumorosas.


Artemisa, lekythos figuras rojas V a.C., Museo Estatal del Hermitage

      Según la leyenda más generalizada y que sólo de un modo muy somero recordaremos aquí, Artemisa fue la hermana gemela de Apolo y ambos hijos de Zeus y de Leto, quien los alumbró en la isla de Delos (la Brillante), después de superadas numerosas dificultades, todas derivadas de la persecución implacable a la que la sometió la celosa Hera quien, además, no consentía en enviar a su hija Ilitia, la diosa de los partos, en su auxilio.

      El doble alumbramiento se produjo, por fin, en la ladera meridional del monte Cintio, bajo una frondosa palmera datilera, a la que se abrazó Leto haciendo presión en el suelo con las rodillas, para facilitar el parto. La primera en nacer fue Artemisa o Ártemis quien, recién nacida, ayudó a venir al mundo a su hermano, aunque en otras versiones del mito se dice que nació en la isla de Ortigia (la codorniz), actualmente identificada con Rinia, islote situado al occidente de Délos, punto central de las Cícladas, protegida por Míkonos al este y por Tínos al Norte.



Cerámica griega representando el nacimiento de los gemelos Artemisa y Apolo

      En la isla de Rinia se acogían tanto a los muertos como a las mujeres a punto de dar a luz (lo que es muy significativo), ya que en la de Délos, dotada por los dioses de la inmortalidad, se evitaban tanto los nacimientos como las muertes. Estos trances supremos estuvieron siempre en manos de la Diosa de la fecundidad y de la tierra, divinidad de raíces neolíticas que, en forma de ídolos alabastrinos, pobló, como segura y última compañía, las tumbas de los pueblos marineros de las Cícladas. Esta misma diosa era, asimismo, pariente indiscutible de las ancestrales divinidades anatolias de Çatal Hüyük y Haçilar, de las que fueron sus principales descendientes, ya en tiempos históricos, la Magna Mater (la Cibeles frigia), y la Artemisa Efesia.




Antefija Afrodita. El rostro de Afrodita, arcáico y con peinado hathórico (decorado con la cabeza de la diosa hathor), centra este amuleto inspirado en las antefijas griegas.



Artemisa Efesia. Anónimo, siglo II, en alabastro y bronce. Italia, Campania, Nápoles: Museo Arqueológico Nacional.

      En Tínos, el 15 de Agosto, la fecha consagrada especialmente a la Virgen (la Virgen de Agosto) en la cuenca mediterránea, aún se celebra la gran fiesta de la Panaghia, de la Tiniotissa, la de las curas milagrosas, por la que toda Grecia y pueblos de los Balcanes, sienten una gran devoción. Sin embargo, lo que existió en Tínos fue uno de los santuarios de curación más conocidos del mundo antiguo, dedicado a Poseidóny Anfitrite. Es decir, un centro salutífero consagrado a este dios de origen indoeuropeo, que o bien se sobrepuso o compartió culto con una divinidad femenina anterior. Sin embargo, es muy probable que, en un remoto pasado, la divinidad venerada fuera esa poderosa patrona del mar y de los marineros con los que navegó de Oriente hacía Occidente, y a los que acompañaba, incluso, en el mundo del más allá, en forma de geométricos ídolos yacentes sobre barcas de alabastro o de terracota, tal y como han aparecido en algunas en tumbas de las islas Cícladas, correspondientes a la Edad del Bronce. El vocablo griego más sentido por el pueblo heleno, Qavlassa(la mar), fue un término preindoeuropeo y de género femenino. En numerosos sellos minoicos ya aparecen representadas procesiones marineras –lo que demuestra un innegable culto a Señora del mar– semejantes a las que se siguen celebrando en muchos puntos costeros del ámbito mediterráneo.



Iglesia de la Panaghia (virgen) de Kera (Creta), del siglo XIII, dedicada a la Dormición de la Virgen. Imagen de la virgen (panaghia) del siglo XIV




Día de la Asunción en la isla de Tinos las Cícladas, en la iglesia de Panagia Evangelista, tradicionalmente visitado por miles de peregrinos. Fotografía: Hara Kaminara



Los Boliches, Fuengirola. © www.jddallet.com

      Sobre la fiesta de la Virgen del Carmen, dice la revista digital Andalucía de viaje: Andalucía huele a mar y sal esta semana con motivo de la festividad de la Virgen del Carmen. El día de la patrona de multitud de pueblos y barrios andaluces es este sábado 16 de julio, un día grande para la infinidad de devotos de la Virgen marinera que hay en la comunidad. Los marineros hacen sonar las sirenas y engalanan sus barcos para una procesión digna de ver y disfrutar. La "Salve Reina de los Mares” suena en cada rincón de cada municipio marinero.

    La presencia diferenciada de Artemisa se encuentra ya documentada en el mundo creto-micénico, haciendo su aparición en el ámbito griego, como una diosa cazadora identificable, tal vez, con la Dictina prehelénica, vestida con falda corta, idónea para practicar la actividad cinegética, o como Povtnia Qhrwvvn(pótnia therón)(señora de los animales), acompañada de serpientes, ánades o aves acuáticas, peces, ciervos, molosos, leones, etc. De hecho, en la Puerta de los leones de Micenas, lo que se representó fue una cratofanía (piedras fetiches de carácter mágico o religioso) de la Diosa-Madre, es decir un betiloo columna sagrada (tal vez un meteorito tallado), flanqueada por dos felinos, custodios de la realeza.



Artemisa, Theron Potnia. Pintura de cerámica etrusca, siglo VI a.C. Colección del Museo Archeologico Nazionale di Firenze, Florencia, Italia. Figura ática negra sobre crater. Pintor Kleitias. Fecha: ca 570 a 560 aC. Detalle de Artemisa, aquí representado como la Theron Potnia (Señora de las Bestias. La diosa alada agarra una pantera (o leona) y un ciervo por el cuello.




Placa calada de bronce, posiblemente de un bocado de caballo, representando a una pótnia therón o "señora de los animales", probablemente Astarté, como pensó A. Blanco. Peinado hathórico y una fecha entre 625-525 a.C., con muchos paralelos en otros puntos del Mediterráneo. De los agujerillos del borde inferior colgarían cadenitas con campanillas, como en otros ejemplares más completos.

      Artemisa se convirtió en diosa de los animales salvajes, heredando esta función de la diosa paleolítica. Las diosas neolíticas, como la diosa oso, la diosa pájaro y la diosa hilandera de los usos de la vieja Europa pueden redescubrirse en las historias y en las imágenes que la rodean.



Diosa pájaro alada, posteriormente conocida como Artemisa con pájaros (placa de marfil de una horquilla de pelo, mediados del siglo VII a.C. Santuario de Artemisa Ortia -órthios, erguido, alto- en Esparta). Potnia Theron o Artemis alada con dos leones. Pequeño terracota, de Tarentos o Locrae




Artemisa Orthia de una placa de marfil, ex-voto encontrado en su santuario de Esparta.


      Con el paso de los siglos, y conservando siempre su condición de diosa lunar y cazadora, Artemisa pasó a ser venerada bajo múltiples advocaciones: Pitia, Hymnia, Brauronia, Aktaía, Paralia, Limena, Táurica, Ortia, diosa de los muertos (por lo general alada), de la salud, de las aguas termales y de los manantiales, etc. Como señora de los animales aparece también en una urna procedente de Arcades, en Creta (Museo de Heráklion). En este caso está representada con un ánade a cada lado, lleva una peluca semejante a las egipcias y viste un peplos ajustado, ceñido por un ancho cinturón, semejante al que lleva la Dama de Auxerre, destacando su capelina o toca sobre los hombros y el peinado de tirabuzones dispuestos en pisos y, como tocado, un alto polos o birrete.



Urna de Arcades. Artemis con dos ánades. Siglo VII a.C. Museo de Iraklión o Heráklion. Diosa de Prinias (Creta) siglo VII a.C

      De aspecto similar es la figura de caliza de un relieve que decora la parte inferior del conjunto escultórico denominado Diosa de Prinias, en Creta (Museo de Heráklion), decorado con cérvidos pasantes y en el que se encuentra una divinidad femenina entronizada (67 cm. de altura) (fig. 12). La fecha propuesta para dicho conjunto escultórico ha sido la de mediados del siglo VII a.C.




Dama de Auxerre , arte dedálico, del 640-630 a.C. Creta, y Diosa de Prinias siglo VII a.C.




Diosa de Prinias, en Creta (Museo de Heráklion)

      El nombre de Ártemis no es griego. Se encuentra por primera vez en las tabillas escritas en lineal B de Pilos, lo que la relaciona, a través de los micénicos, con la antigua diosa minoica de Creta, donde se le transfieren las leyendas de las diosas Dictina(la de la red), Britomartis(la dulce virgen) e Ilitía, la diosa del parto. En las fiestas de primavera de Éfeso en Anatolia los ritos de sacrificio en su honor incluían una especie de corrida de toros, que recuerda las fiestas minoicas del toro.

      También recibe el nombre de Ártemis en Grecia y Asia Menor la imagen de toda diosa alada y de pie entre dos aves o animales salvajes, normalmente colocados de forma simétrica.




La diosa Artemis en un plato corintio del 590 a.C.

Diosa de la caza.

      Es la diosa de la caza y de los cazadores, lo que supone que el mito nos pida que entendamos como la que es madre de sus animales es, al mismo tiempo, quien les de muerte. El cazador afortunado colgaba la piel y los cuernos de su presa de un árbol o columna consagrado a la diosa como señal de agradecimiento, y en el templo de Despeina en Arcadia su estatua estaba cubierta por una piel de ciervo.



Collar de placas de oro de Rodas mostrando la alada Artemis con leones. Este estilo de la diosa entre animales rampantes se originó en el oeste de Asia y se extendió a la región del Egeo en el siglo octavo.


      Pero como señora de los animales a menudo camina junto a un ciervo o gamo, o conduce un carro tirado por dos ciervos, o incluso aparece ella misma como gama u osa, puesto que los animales salvajes son la diosa misma encarnada en forma animal.



Artemisa en su carro. Cerámica de Italia del 430 a.C.


      En el Paleolítico matar a un animal equivalía a deshacer un vínculo sagrado, y la unidad primigenia tenía que restaurarse para que el pueblo pudiera vivir en armonía con la naturaleza, lo que al mismo tiempo significaba vivir en armonía con el propio ser. La pureza del cazador es un ritual de caza muy antiguo, como lo es el ritual de restitución de la vida arrebatada consistente en sacrificar alguna parte del animal muerto o reconstruirlo a través del arte.  Pero si el animal cazado como la persona que lo caza están bajo la protección de la diosa (o son dos aspectos de la propia diosa que representan las dos dimensiones necesarias de la vida), el orden sagrado no puede realmente vulnerarse, porque es la diosa quien da y quien arrebata, y el animal humano sólo puede tomar en su beneficio y por el consentimiento de la diosa a los otros animales.

Diosa virgen del parto. Diosa de los instintos.

      La mujer desea que Ártemis la asista en el parte porque la diosa es conocedora de los instintos animales, los cuales reaparecen en el drama del nacimiento y relacionan la madre con el recién nacido. Ártemis enseñaba a la mujer que daba a luz a abandonar sus conocimientos culturales y a permitir que la guiase la sabiduría del cuerpo, más profunda. La imagen leonina de Ártemis vuelve a expresar el miedo ante el abandono a las fuerzas de la naturaleza, que –especialmente en el parto, con su necesario momento de entrega- `puede experimentar como don o como maldición.

      Este salvaje grito que resuena a lo lejos anuncia la llegada de Ártemis, escribe Ginette Paris, indicando de forma muy bella el significado de Ártemis durante el nacimiento de un niño (Ginette ParisPagan Meditations”. Ver también su discusión sobre el aborto como sacrificio a Ártemis). Como reconocimiento, las ropas de las mujeres que morían durante el parto, abatidas como fieras por las flechas de oro de la diosa, se presentaban como ofrenda a Ártemis en Braurón.

      Como “madre osa” la diosa también cuida del recién nacido, puesto que la lactancia de las crías de toda especie pertenece a la esfera de los instintos de la naturaleza. La osa que está criando a sus pequeños es el animal más fiero del mundo. Las jóvenes danzaban en honor de Ártemis ataviadas con máscaras y disfraces de osos, explorando así la libertad de su propia naturaleza de oso, por lo que se las llamaba arktoi“osas”. En la Creta contemporánea, María, en su papel de madre, sigue siendo adorada como “virgen María del oso”.

      Y sin embargo, Ártemis no era madre. Era la virgen intacta cuya túnica corta y ejercitada musculatura le daban el aspecto de un muchacho. Como diosa de las chicas solteras y de las madres parturientas, Ártemis media entre dos polos opuestos y expresa la ambivalencia en que la mujer experimenta los cambios vitales que dejan atrás la libertad indomable e irresponsable de la niña, que se sustituye por la dedicación constante que se necesita para cuidar a un hijo. El hecho de que una sola diosa gobernase ambos aspectos de la vida ayudaba a las niñas a mentalizarse para el cambio de un estado al otro. Es probable que sirviese como recordatorio en las relaciones de pareja que también la niña independiente y autónoma está presente, incluso si se tiene un hijo.



Gaston Casimir Saint-Pierre (1833-1916), Diana (Artemisa) cazadora

      El Hipólito de Eurípides dramatiza la relación auténtica de Ártemis y Afrodita. La primera encarna la soltería libre y orgullosa, la segunda el anhelo de unión Hipólito se ha dedicado exclusivamente a Ártemis, a pesar de las advertencias de su viejo criado para que no ignore a Afrodita. Finalmente, esta diosa le da muerte. El mito sugiere que es imposible ser completamente fiel a ambas realidades simultáneamente, y también que entregarse de forma demasiado exclusiva a cualquiera de las dos significa sacrificar la posibilidad de alcanzar la totalidad.

Ártemis y el sacrificio.

     Ártemis era quien recibía los sacrificios más cruentos. Se le arrojaban toda clase de animales salvajes que eran quemados en una hoguera. Parecía que la diosa personifica el lado salvaje de la naturaleza, las fuerzas que están más allá del control de los seres humanos, y el miedo que produce el que, sin darse cuenta, el hombre pueda violar esas leyes y que las fuerzas terribles recayeran sobre ellos. Se creía posible que la propiciación de la diosa podía aplacar estas fuerzas terribles de la naturaleza

      El poema épico sobre la guerra de Troya (la Iliada) comienza con la muerte de un ciervo por Agamenón en una arboleda consagrada a Ártemis, por lo que la diosa le exige el sacrifico de su hija Ifigenia. Su tío Orestes sacrifica una gama en su lugar, pero la imagen de la diosa necesita sangre humana, por lo cual Orestes carga la estatua de la diosa y la lleva a una fiesta donde se derramaba sangre de la garganta de un hombre: la fiesta de Ártemis taurópolos. De esta manera se creía vengada la sed de venganza de la diosa por la desobediencia de sus leyes.



Tetradracma de Macedonia. Busto de Ártemis  taurópolos.

Ártemis y Hécate: diosas de la luna creciente y de la oscura luna nueva.

      Como virgen Ártemis personificaba la luna creciente que renacía. Hécate personificaba la oscura luna nueva y Selene (a veces Deméter) era la luna llena. La reina de la noche (Hécate) lleva una diadema brillante y sujeta en sus manos dos antorchas, los ojos le resplandecen en la oscuridad. Es la imagen de la intuición que presiente la forma de las cosas que todavía no son visibles. Por eso, junto a Hermes (dios de la imaginación) es la guardiana de los cruces de caminos, donde aún no se sabe cual dirección tomar. Sus compañeros son los perros, animales que encuentran y siguen los rastros “ciegamente”. Nos recuerdan al chacal de Anubis del inframundo egipcio y a Cerbero, el perro de tres cabezas que guarda el inframundo de la antigua Grecia.

      Hécate se identifica con la faceta oscura de Ártemis, cuando ocultaba su luz se convertía en un ser infernal. La diosa originaria de la luna contiene el aspecto oscuro y luminoso en una sola unidad. Aunque finalmente, durante la Edad del Hierro, la oscura luna nueva se separa, asumiendo personalidad propia (Échate) Ya en época cristiana se consideraba a Hécate una diosa terriblemente amenazadora.

Artemisa de Éfeso

      Efeso, en Asia Menor, fue el hogar de la diosa madre anatolia que daba a luz apoyada en sus leopardos. Allí se le dio el nombre de Ártemis a una inmensa estatua, ennegrecida, con el cuerpo cubierto de cabezas de animales y enormes pechos en forma de huevo. Es probable que se tratase de una representación de Cibeles, a la que luego los griegos dieron el nombre de Ártemis. También en Éfeso, mil años más tarde, María, madre de Jesús, fue proclamada theotokos madre de dios”.



Artemisa de Efeso

Artemisa y Apolo. Versión olímpica.

      La versión olímpica nos dice que Zeus y Leto tuvieron como hijos a los gemelos Ártemis y Apolo, siendo la diosa la primera en nacer. Se convirtieron en la luna y el sol. Pero en realidad Ártemis es la diosa y Apolo su hijo-amante. El santuario de Delos, que se convertiría en santuario de Apolo en torno al 700 a.C., pertenecía a Ártemis. Harrison dice que Ártemis, como madre, tenía un dios varón o hijo como consorte, al igual que Afrodita tenía a Adonis, pero cuando el patriarcado expulsó al matriarcado la relación de la pareja se concibió como una relación estéril de hermana y hermano (Harrison “Themis”)

 La diosa y su hijo-amante

      El mito de Ártemis como gran madre que se une a su consorte para después sacrificarlo en el rito del matrimonio sagrado puede observarse más claramente en el relato de Acteón, cazador que vio desnuda a Ártemis mientras se bañaba, lo que la diosa consideró como una intrusión humana en sus ritos sagrados y una profanación y lo castigó convirtiéndolo en ciervo que despedazaron sus propios perros. Su madre Autónoe asumió el papel de Isis y reconstruyó su cuerpo desmembrado, volviendo a unir los huesos de su hijo.



Acteón metamorfoseado en ciervo. De Pietro Francesco Albana, 1617



Artemis y Actaeon (crátera ática de figuras rojas del 470a.C.)



      Esta sería la versión más moderna del relato que narraba el matrimonio mítico entre Ártemis como cierva y su hijo-amante como ciervo (Acteón se vestía con una piel de ciervo para acercarse a Ártemis disfrazado). Lo cual recuerda la fiesta minoica del matrimonio sagrado entre el dios toro y la diosa vaca, celebrados por el rey y la reina o sacerdotisa al reunirse el sol y la luna.

      Tácitoen su “Germanía” afirma que el baño de la diosa sólo podía ser visto por hombres condenados a morir. Los sacerdotisas de Ártemis llevaban máscaras con rostro de perro cazador, lo que sugiere que quizás el desmembramiento era escenificado o imitado por las sacerdotisas (Barbara WalterThe Woman’s Enciclopedia of Myths and Secrets”).



Diana y Acteon de Rembrandt



Giuseppe Cesari, Diana y Acteón (1603-1606), Szépmûvészeti Múzeum, Budapest


      El paso del matriarcado al patriarcado implica mucho más que el simple hecho de que los hombres arrebatasen el poder a las mujeres. Lo que se perdió fue una historia que articulaba una percepción intuitiva de la psique. Afirma Cassirer que el hombre sólo puede llegar a descubrir y adquirir conciencia de su propio interior, pensándolo en conceptos mitológicos e instruyéndolo en imágenes mitológicas (E. CassirerThe Philosophy of Sybolic forms”). Cualquier disminución en las imágenes de los dioses provoca una disminución aún mayor de la capacidad de  los seres humanos de conocerse a sí mismos. La historia del matrimonio sagrado de la diosa y el dios es la historia de la unión de “zoé” y “bíos” escenificada la relación entre la vida infinita y la finita, entre las partes divinas y humanas de la psique.





François Boucher, El baño de Diana (1742), Museo del Louvre, París

      Ártemis, como alma de lo salvaje, simboliza el lugar de la psique donde la humanidad se siente libre de las preocupaciones humanas, y abierta a los inmensos poderes indómitos de la naturaleza.


Atenea

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      En el arte griego se representa a Atenea de dos maneras diferentes: la figura más familiar es la diosa severa, con yelmo y cinto, de paso firme y enorme escudo, pero existe otra imagen más antigua de una diosa salvaje y sobrecogedora, coronada de serpientes, donde las áspides se enroscan en torno a sus cabellos y rematan los pliegues de su túnica. La diosa sujeta firmemente una cabeza erguida del reptil en su mano izquierda.


Estatua de Atenea (c. 520 a.C. Del frontón de la Gigantomaquia en el templo de época arcaica de la Acrópolis)

      Cuando la diosa guerrera aparece sola, se nos recuerda su origen arcaico con una cabeza de Gorgona sobre su escudo. A este escudo se le da el nombre de égida(piel de cabra), pues según algunos, dicho escudo fue antaño una cabra a la que la diosa mató y despellejó, otros nos cuentan que fue una monstruosa Gorgona a la que mató Perseo con la ayuda de Atenea, siendo entregada la cabeza a la diosa como tributo.

      Estas imágenes arcaicas nos muestran a la descendiente directa de la diosa de las serpientes minoica, que con mirada absorta sostenía en sus manos las serpientes de la vida y de la muerte.



Anfora de figuras rojas representando a Atena. Pintor de Berlín, 490 a.C.; Antikenmuseum de Basilea. Foto: Suiza

El nacimiento de Atenea

      Hesíodo en su Teogoníanos cuenta que la pareja primigenia Océano y Tetis (equivalente a Apsu y Tiamat en Mesopotamia) tuvieron una hija llamada Metis, que se convirtió en la primera esposa de Zeus, pero él descubrió que si su segundo hijo nacía, perdería su poder, por lo que el dios se tragó a Metis, que estaba embrazada de Atenea, y de la cabeza de Zeus parió a la diosa Atenea.



Trípode exaleiptron con la representación arcaica del nacimiento de Atenea en la que el dios Hefestos no tiene el protagonismo, pues se hallan allí presentes otros dioses como Poseidón
Vaso ático (ca -570/-565) de figuras rojas atribuido al pintor C). Museo del Louvre. Imagen de La Fuente Egeria

     Este nombre complicado del jarrón se refiere a una taza del baño femenino. Su nombre deriva de la palabra griega que significa "ungido" y servía para guardar ungüentos y otros aceites perfumados. El borde plano de la vasija está decorada con un friso que representa a varios hoplitas peleando. Después de tragarse a su hija, con el tiempo, Zeus se queja de un dolor insoportable en la cabeza, por lo que Hefesto le separó el cráneo con su hacha, naciendo Atenea completamente armada.

     En torno a Zeus, dos diosas binoculares, entre la que reconcemos a Ilithyes la diosa del parto y del gobierno. También está Hefestos, el dios herrero, sosteniendo la doble hacha y Poseidón con el tridente. Finaliza, dos diosas menos fácilmente identificables. Otras diosas menos identificables podrían ser: a la izquierda Afrodita y Anfitrite a la derecha. Las otras dos figuras representan el juicio de Paris y una procesión de la boda, imagen que nos sugiere que el envase puede ser un regalo de bodas.



El nacimiento de Atenea. Pintor de Omaha, siglo VI a.C. Ánfora de figuras negras. Museo del Louvre

      De la cabeza de Zeus nace, con yelmo, la pequeña cabeza de Atenea. La diosa Ilitheys, con las manos enmarcando el rostro de Zeus, está ayudando en el nacimiento. Entre los dioses que se reunieron alrededor del trono de Zeus, podemos ver a Dionisos con su cuerno para beber (izquierda), quizás acompañado por Hera, Poseidón con su tridente, seguido por tres figuras femeninas superpuestas difícil de identificar: nereidas, dioses del mar, o las memorias, que rigen el destino de cada uno. Bajo el trono de Zeus, una figura de pie pequeño sigue siendo enigmático: ¿es un elemento escultórico de la decoración de la silla, o un genio esfuerzo menor que acompaña el maestro de Olympus?



Jarra con dos asas (ánfora) que representa el nacimiento de Atenea. Período Arcaico, alrededor de 540 a.C. Cerámicas áticas de figuras negras. Museo de Bellas Artes de Boston. Imagen de La Fuente Egeria



El nacimiento de Atenea. Ánfora de figuras negras áticas del 540 a.C. Imagen de La Fuente Egeria



El nacimiento de Atenea. Ánfora de figuras negras del siglo VI a.C. Paris, musée du Louvre. Imagen de La Fuente Egeria

     El dios se sienta en una silla con respaldo sosteniendo un rayo en su mano izquierda. Dos Eileithyiai, diosas del parto, aparecen de pie a cada lado con los brazos levantados para liberar al niño. A la izquierda está Hermes con su varita de heraldo y Hefestos con el hacha utilizada para partir en dos la cabeza del dios. Junto a él se observa sólo la cabeza y barba de Dionisio.

      Según Johann BachofenMyth, Religión and Mother Right” todo esto simboliza la época en la que el “derecho del padre” se impuso al de la madre, porque el acto de engullir a la madre embarazada y el de nacer de la cabeza del padre albergan la misma disonancia incómoda que el nacimiento de Eva de la costilla de Adán.  Atenea y Eva se asocian ambas a la serpiente. En ambos mitos la “madre” naturaleza pierde fuerza y el macho se apropia de sus poderes como dadora de vida.

      En la tercera parte de la trilogía de Esquilo, Las Euménides, Apolo presenta el modo en que nació Atenea como la razón por la que todos los niños están emparentados exclusivamente con el padre. “No es la que llaman madre la que engendra al hijo, sino que es sólo la nodriza del embrión  recién sembrado. Engendra el que fecunda, mientras que ella sólo conserva el brote…”.



Atana Potinija (Señora del Aliento Primordial). Figura de la cultura minoica del
Palacio de Knossos en Creta. Diosa de las serpientes, Palacio de Knossos,
Creta, 1700-1400 a.C.
  
      En esta revisión deliberada no quedan rastros de la magnificencia y poder de la Diosa que, junto a Deméter, es la conexión más clara con la antigua gran diosa de Creta, la Señora de las Serpientes. En los escritos en lineal Bde Cnosos aparece una “Atana potinija” que significa “Señora de Atana”. En el palacio de Micenas se levanta un templo donde existía una pintura al fresco de una diosa con yelmo, es decir, Atenea, lo que nos sugiere una conexión con la cultura micénica. El olivo de los sellos micénicos también es el regalo que hizo la Diosa a los atenienses. En griego “A Thea” significa “la diosa”, lo que sugiere que la ciudad de Atenas recibió el nombre de la diosa, y no al contrario.




El Juicio de París (1599) de Hendrick van Balen the Elder (1573–1632) Atenea aparece con el yelmo en el centro de la imagen


     La ciudad de Atenas recibió el nombre de la Diosa que en toda Grecia es la doncella amada que guarda la ciudad de enemigos exteriores y la organiza desde el interior. En un jarrón del siglo VI a.C. Atenea aparece sentada en su carro y detrás de ella, posada sobre los caballos, se halla un ave con cabeza de mujer, identificada como un colimbo (HarrisonProlegomena”) También es conocida su asociación con la lechuza. Esto nos revela que Atenea desciende de la diosa neolítica de las aves, cuyo equivalente era la serpiente cósmica.



Ariballo (vaso griego) protocorintio en forma de búho, ca. 630 antes de Cristo.

      Para Gimbutas esta diosa pájaro, pacífica como las del neolítico se convirtió en diosa de la guerra de los atenienses a lo largo de dos milenios de influencias orientales e indoeuropeas en Grecia, con sus invasiones y guerras, que acabaron envolviendo a la protectora de la ciudad en la guerra.



Imágenes de El Mito de la diosa. Anne Baring y Jules Cashford. Ediciones Siruela


Atenea como “diosa de la sabiduría: Metis.

      La serpiente y el yelmo simbolizan dos realidades completamente opuestas que convergen en la imagen de la diosa, donde quedan plasmadas la fusión del matriarcado minoico con las ideas patriarcales de los arios. El resultado es el sometimiento de la naturaleza y del instinto, a la disciplina y la organización, por lo que se habla de “sabiduría” de Atenea, lo que se traduce en las habilidades que la diosa enseña a los atenienses, como tejer, la carpintería y todas las artes manuales cuyo éxito depende de la capacidad de tener en mente una imagen de finalidad. La unión del yelmo y la serpiente simbolizan el proceso de control del instinto, la acción de refrenar su urgencia con el fan de canalizarlo de un modo más efectivo.



Imágenes de El Mito de la diosa. Anne Baring y Jules Cashford. Ediciones Siruela

     
      En un significativo contraste, las fuerzas descontroladas de los elementos, donde la fuerza se constituye en derecho, se convierten en el territorio de los dioses, mientras que Atenea se convierte en la dominadora de estas fuerzas. Poseidón suministra el caballo; Atenea lo embrida y construye el carro. Poseidón gobierna las olas, mientras que Atenea construye el barco que cabalga sobre ellas.  La diosa mantiene el control incluso en la guerra, en claro contraste con la furia salvaje e indiscriminada de Ares, a quien fácilmente derrota. Acude al lado de Aquiles cuando el héroe necesita autodisciplina y al de Ulises cuando necesita previsión y estrategia.


Carro con Atenea y Artemisa. Boda de Peleo y Tetis, y la procesión de los dioses en el palacio de Peleo. El carro es conducido por Atenea, con Artemisa como con su compañera. Artemisa lleva un peplo decorado, sin capa, y tiene un arco; Atenea, una capa, pero sin égida ni otro atributo. Detrás de los caballos caminan tres Moiras. Figura negra ática del período arcaico. Pintor Sophilos, 580 a.C.
Londres, British Museum


      Atenea es la reflexión dentro de un enfrentamiento entre impulsos, es la epifanía de la victoria del héroe sobre sus instintos desatados. La diosa encarna la virtud de la contención y de la inteligencia lúcida (“ojos refulgentes”) que pueden ver más allá de la satisfacción inmediata. Es la encarnación de la capacidad humana de prever el futuro como consecuencia de las acciones presentes. Ofrece a sus protegidos el buen consejo, la previsión y la capacidad de reflexionar. A esta virtud se la denomina Metis, nombre derivado de la diosa noche, y que puede traducirse como “consejo” o “sabiduría practica” a veces con pinceladas de astucia y picardía, de maña.

Atenea y Medusa. Guardianas del otro mundo.

      Hemos visto los orígenes serpentiformes de esta diosa, que también se revelan en la leyenda de Medusa, la reina de la gorgonas, cuyo cabello estaba formado por serpientes y la mirada de sus ojos convertía a los hombres en piedra. Originalmente, Medusaera una nieta de Gea (la diosa tierra) y su nombre significaba “señora” o “reina”. Su rostro, más que griego, parece melanesio, con sus ojos abiertos, la lengua hasta la barbilla, los brazos levantados… se asemeja al guardián del otro mundo de los cultos melanesios. El efecto terrorífico de su mirada es el mismo que el de todos los guardianes cuya función es espantar a los no iniciados (leones paleolíticos, monstruos  que guardan las puertas del más allá…) Medusa habitaba en los límites de la vida, en una cueva más allá del borde del día; es guardiana del árbol de las manzanas de oro, llamadas Hespérides, nombre que deriva del oeste, donde el sol se pone.





Perseo y Atenea con la cabeza de Medusa

      Para Campbell, Medusa y las demás diosas griegas de la antigua generación de los Titanes (anteriores a Zeus) se establecieron en Grecia y en las islas mucho antes de la llegada de los dorios, teniendo un origen mesolítico, época en la que se detecta un contexto cultural que reúne las imágenes de la luna, de la serpiente y del cerdo. Dicho contexto se representa en los mitos de Melanesia y el Pacífico, y también en los de la Irlanda Celta (Joseph CampbellOccidental Mythology”). 




Gorgona en el Museo de Terracota de Siracusa, c. 625-600 a.C.

      Recordemos que no estamos hablando de mitología griega, sino que estamos tratando de localizar el rastro de la Gran Diosa Madre. Todas las entradas sobre la diosa hacen referencia a ella y, por si lo has olvidado, te refrescamos el concepto de Diosa Madre con las palabras de MarijaGimbutas, The Goddesses and Gods of Old Europe 6500-3500 BC, Myths and Cult Images1974-1982 pp. 195-6 dice:

      “La gorgona Medusa, una de las tres hermanas gorgonas, era la Gran Diosa que existe desde hace por lo menos cinco mil años antes de la aparición de la civilización griega clásica. Las comunidades aldeanas la han adorado hasta nuestros días bajo la apariencia de la Virgen María. El concepto de la diosa en forma de oso estaba profundamente arraigado en el pensamiento mítico a través de los milenios y sobrevive en Creta contemporáneo como "Virgen María de la Osa”. En las creencias populares europeas, todavía se cree que se mueve dentro de las mujeres embarazadas en la forma de un útero errante o un sapo. Cada uno de sus aspectos femeninos, la virginidad, el parto y la maternidad, así como su aspecto de Madre Terrible, está bien representada en las figurillas del arte del Neolítico y Calcolítico de la Vieja Europa.

     Bajo la forma de mujer serpiente, ave, huevo, pez la diosa jugó un papel en los mitos de la creación, convirtiéndose la diosa femenina es el principio creador. La Diosa Serpiente y diosa pájaro crearon el mundo, lo cargaron con la energía, y nutrieron la tierra y sus criaturas con el elemento que da vida,  concebido éste como el agua. Las aguas del cielo y la tierra están bajo su control. La Gran Diosa surge milagrosamente de la muerte, del toro sacrificado, y en su cuerpo comienza la nueva vida. Ella no es la Tierra, ni una mujer humana, pero es capaz de transformarse en formas muchas formas de vida: una cierva, un perro, el sapo, abeja, mariposa, árbol o pilar.

      La tarea de mantenimiento de la vida era el motivo dominante en el imaginario mítico de la vieja Europa, por lo que la regeneración es una de las manifestaciones más importantes. Nagturally, la diosa que fue responsable de la transformación de la muerte a la vida se convirtió en la figura central en el panteón de los dioses. Ella, la Gran Diosa, se asocia con medias lunas luna, diseños cuadripartitos y cuernos de toro, símbolo de la creación continua y del cambio”. (Gimbutas, op. cit.pp 236-7)     


      Es posible que la Medusa fuese originariamente sólo una cabeza cubierta con una máscara colocada a la entrada de los santuarios. En el templo de Ártemis en Éfeso, la señora de los animales tiene cabeza de Gorgona. Dicha cabeza también aparece en los santuarios de Deméter…. Lo que sugiere que la Gorgona tuvo antaño naturaleza de función en relación con todas las diosas, y que sólo más tarde se identificó exclusivamente con Atenea.



Gorgona artemision. Detalle del frontón del templo de Artemisa en Corfú. Gorgona con caduceo en el vientre, siglo VI a.C.



 Florero con gorona. Figuras negras áticas, periódo arcaico, ca. 600 a 650 a.C. Colección del Musée du Louvre, París, Francia. Fotografía de Theoi

      Harrison dice que el objeto ritual viene primero; luego se concibe al monstruo para explicarlo; prontamente se crea al héroe para explicar la muerte del monstruo (HarrisonProlegomenea”) El chamán intoxicado ve fosfenos extraños, que intenta explicar como monstruos, a los que debe vencer si quiere convertirse en un héroe para alcanzar el paraíso.




Ilustración. Ánfora Panateneas de figuras con la Gorgona corriendo. Ático, ca. 500-490 a.C. Staatliche Antikensammlungen und Glyptotek, Munich. Fotografía. Universidad de Arkansas

      Atenea hereda la cabeza porque la diosa de la consciencia autodisciplinaza es capaz de convertir el terrorífico rostro del instinto en un escudo protector. Perseo es salvado de la petrificación gracias al espejo que le da Atenea, mediante el cual evita mirar directamente a Medusa, aunque puede verla reflejada en el espejo. La forma de dominar y afrontar el objeto que está en el exterior es estudiando su reflejo (la percepción de la imagen en el “ojo” de la mente) y nunca dejarse llevar por un “identificación” instintiva inmediata de lo que vemos. El objeto exterior que produce el miedo es, en último término, un miedo interior. 



Perseo da muerte a Medusa, que tiene un caduceo en el vientre, con ayuda de Hermes (cerámica pintada, pintor de Amasis, c. 560-525 a.C.) Fotografía de Shelton.berkeley.edu

 Medusa y el caballo

      Poseidón, hermano de Zeus, llamado Hipios (“equino”) tomó la forma de caballo y se apareó con Medusa en forma de yegua (como hizo también con Deméter). Medusa concibió un caballo alado Pegaso y un gemelo humano Crisaor. La antigüedad de este relato debe ser posterior al 2000 a.C. porque el caballo llegó a Grecia entre el 2100 a.C. y el 1800 a.C. de las manos de los invasores indoarios, que lo trajeron de Anatolia. En una “phitos” de Beocia del siglo VII a.C. se ve a Perseo que da muerte a Medusa, que tienen cabeza de gorgona y cuerpo de caballo. Cien años después Medusa ha perdido la parte de caballo y ha adquirido las serpientes que cubren su cabeza y su cuerpo. Tiene grandes alas y pies alados.



Perseo da muerte a Medusa, que tiene cabeza de gorgona y cuerpo de caballo (detalle del cuelllo de un pithos, siglo VII a.C. Beocia)


      La sangre de las venas de su lado derecho e izquierdo le fue dada a Asclepio, dios de la curación. Con la sangre de la izquierda mata y con la de la derecha cura. Se trata de un ejemplo antiguo de la concepción del lado izquierdo como algo siniestro “sinister”. Los dos flujos sanguíneos de la vida y la muerte, unidos a la corona de serpientes de su cabello y a las serpientes que se aparean en su vientre, nos devuelven a las dos serpientes de la vida y la muerte de la diosa minoica.

      Robert Graves afirma que los helenos saquearon los principales templos de la Diosa, despojaron a sus sacerdotisas de sus máscaras de gorgonas y se apoderaron de sus caballos sagrados. Una representación primitiva de la diosa con cabeza de gorgona y cuerpo de yegua se ha encontrado en Beocia.



Representación primitiva de la diosa con cabeza de gorgona y cuerpo de yegua. Detalle del cuello de un pithos, siglo VII a.C. Beocia



Atenea y Poseidón.  Cratera de figuras rojas. Pintor Nazzano. C. del 360 a.C.

La diosa y el hijo amante

      Hefesto parte el cráneo de Zeus con su hacha y libera a Atenea y sale huyendo. Burkert señala que el hachazo y la huida eran realidades culturales en el sacrificio de bueyes a Zeus que tenían lugar en la Acrópolis.




El Nacimiento de Atenea. Se observa como Hefestos, después de pegarle el hachazo a Zeus sale corriendo, Antikenmuseen, Berlín, Alemania
Figura Negra Ática. Ánfora del Tirreno atribuída al pintor Kyllenios, de ca 570 a 560 a.C. Imagen de La Fuente Egeria


        A menudo se representa a Hefesto huyendo con su hacha tras haber ejecutado el acto, como si hubiese cometido un crimen merecedor de castigo. Las autoras (1)  piensan que el relato arriba referido en realidad significa que Hefestos mató a Zeus para que naciera o renaciera Atenea, lo que nos devuelve al sacrifico del consorte o hijo-amante. Zeusera el consorte de la diosa, al que se sacrificaba anualmente para propiciar el renacimiento de la vida, es decir, de la Diosa (a él, o a un toro en su representación). Las autoras dicen que Zeus, antaño el hijo-amante en Creta, se convertiría en la Grecia patriarcal en el padre poderoso, y las posiciones de supremacía quedarían invertidas.




Nacimiento de Atenea de la cabeza de Zeus, con la ayuda de Hefesto (cerámica pintada, pintor de Frino o Phrynos, c. 560 a.C.) University of Haifa Library



(1) Al hablar de "autoras" me refiero a esta obra que he utilizado para resumirla e introducirme en el tema. El Mito de la diosa. Anne Baring y Jules Cashford. Ediciones Siruela


La diosa en Israel

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      Hacia el 1200 a.C. se supone que los hebreos invadieron la tierra prometida de Canaán. En realidad esto nunca ocurrió, simplemente los hebreos son el pueblo cananeo evolucionado. Los primitivos hebreos tenían mitos y prácticas religiosas muy semejantes a los de Sumeria y Babilonia. Entre los dioses cananeos destacan Asherah (la “madre de los dioses” y su hija Astarté (llamada Ashtorethpor los hebreos posteriores) y su hijo Baal (dios padre) asimilado con Yahvé-Elohim. La religión popular israelí mantuvo la idea de que las deidades existían en tanto amantes o matrimonios, como Astarté y Baal.


La diosa egipcia Hathor (la Ashtorteh cananea) en una placa de piedra c1250 a.C. British Museum. Otras imágenes de la diosa Ashtoreth


 

Figura en barro hallada en Israel. Representa a la diosa Ashtoreth. Siglo VI a.C.



Figurilla púnica que representa a la diosa Ashtoreth con timpanon (instrumento musical) del siglo VI a.C. Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera © Ministerio de Cultura

      La esposa de Yahvé era Ashtoreth, aunque la clase sacerdotal impuso la idea de que la esposa era el propio Israel -el pueblo israelita-, que al volver al culto pagano fue descrito por los sacerdotes como prostitutas que corrían tras dioses extraños. Los profetas hebreos libraron una encarnizada batalla contra las diosas cananeas. La clase sacerdotal intentó aumentar su poder achacando a las diosas cualquier desastre que sufría los hebreos. Estos sacerdotes inventaron la leyenda de  Salomón, un rey legendario que ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los santuarios de las montañas. Se afirmaba que alguna de sus setecientas esposas, hacia el 1000 a.C. introdujo en Jerusalén el culto de Asherah. Se afirma que una imagen de madera de Asherah permaneció cerca de tres siglos en el templo de Salomón hasta que el rey Exequias la retiró. Así la heterodoxia de Salomón provocó la partición del reino: al norte Israel y al sur Judá, que lucharon entre sí hasta el 721 a.C. cuando los asirios expulsaron de su territorio a las tribus de Israel y los deportaron a Asiria. Dicha deportación se atribuyó a los cultos paganos.  Judá mantuvo el culto a la reina de los cielos Astarté. Cuando a principios del siglo VI a.C. el pueblo de Judá huyó a Egipto, el profeta Jeremías lo acusó de idolatra.




Astarté era un diosa siria de la fertilidad que se equiparó a Isthar y los griegos llamaron Afrodita, se demonizó curiosamente con nombre masculino: Astaroth o Ashtoreth


Figurillas fenicias que representan a los hijos de El o Elhoim, Baal y Astarté


      Los teólogos cristianos reanudaron sus ataques contra Astarté o Ashtoreth, la satanizaron y la convirtieron en agente del diablo. La Biblia condena la existencia de imágenes esculpidas o ídolos, así como su adoración. Las imágenes de Astarté-Istar se introdujeron en el ritual judío como querubines, es decir, los ángeles que Yahvé apostó en la puerta este del Edén. También para proteger el arca de la Alianza se utilizaron los querubines en tiempo de Moisés. En el templo de Salomón aparecen tallados junto a bueyes y leones, símbolos de la antigua diosa.




Arte románico. Querubines de Santa Maria d'Aneu, Catalunya. Las imágenes de Astarté-Istarse introdujeron en el ritual judío como querubines, es decir, los ángeles que Yahvé apostó en la puerta este del Edén

      Otro elemento importante de la religión del pasado era la sexualidad sagrada, el Jehová misógino y sexofóbico (que siente horror por las mujeres y el sexo) que nos ha acostumbrado la redacción actual de la Biblia es un Jehová bastante "moderno", no surge hasta después del Éxodo, por influencia del culto solar que se origino tras la reforma radical patriarcal de Akenaton en Egipto. El Jehovámas antiguo, anterior al periodo egipcio del pueblo hebreo no despreciaba a las mujeres, quizás por influencia cananea o hitita (dos pueblos que habitaban Asia menor y que eran matriarcales) , y esto se refleja en el Cantar de los Cantares que Salomón compuso en honor a Ashima "la hija del Faraon", de quien estaba enamorado. Aquí a los censores del ultra y anti-feminista rey Josias se le escaparon pasajes con claras alusiones a la sexualidad sagrada, es decir a la prostitución sagrada y a las orgías ceremoniales. La prostitución sagrada, tanto femenina como masculina, es decir homosexual y heterosexual se practicaba en los templos israelitas tanto como en los de otros pueblos. El rey Josias prohibió la prostitución homosexual de los sacerdotes-perros o "sacerdotes calebitas", lo que demuestra su existencia en los templos de Israel.



Marc Chagall, 1957. El Cantar de los Cantares. Gallery: Musée national Message Biblique Marc Chagall, Nice, France


Asherah y sus hijas

      La diosa cananea Asherah aparece en una inscripción de 1750 a.C.  como esposa de Anu(El). Su nombre significa “bosquecillo” y se solía representar como el árbol de la vida, aunque también se conocía como “dama que cruza el mar” y “madre de los dioses”.



Asherah o Asera fue una diosa semita, la consorte de Yahvé. Era conocida como "La Reina del Cielo". Fue tan respetada que uno de sus epítetos era Allat (Elat/illat), que era simplemente el femenino de "Dios" (cf. Allah, El, Elohim). Obsérvese el parecido con Astarté, la diosa siria de la fertilidad.

      Astarté era ampliamente venerada en los siglos VI o V a.C. Era llamada “reina del cielo”. El significado original del nombre es “útero”, es decir, era una diosa de la fertilidad. En la ciudad costera de Sidón era conocida como la “virgen del mar”.




Kadesh  o ou Astarté , Siglo VII a.C.  Rockfeller Museum

La diosa semita y el dios de la lluvia

      La religión cananea la podemos comprender por las tablillas de Ugarit (1400 a.C.) encontradas en Siria y las de Palestina, que se encontraron a partir de 1929. Casi todas las narraciones giran alrededor de las divinidades masculinas El y Baal, representados en el conocido como “sello de Ugarit” del siglo XIV a.C. Aunque Baal (el “señor”) tiene que ver con el cuidado de las ciudades, la diosa Asherah es su protectora. El es el padre de los dioses, pero está precedido por Asherah, también llamada Atirat.



Baal, lápida encontrada en Ras Shamra en 1932

      El mito más famoso de las tabillas habla de Baal–dios de la lluvia, el rocío y la fertilidad- y de su hermana y esposa Anat, es una imagen más de la batalla de las estaciones en la que la fertilidad (Baal) se enfrenta con la sequía (Mot) en un ciclo que garantiza la vida eterna, como ya ocurría en Egipto con el enfrentamiento entre Osiris-Horus (la fertilidad) y Set (la sequía).

      Baal y su mujer Anat como protectora y guía de su marido Baal en la lucha contra sus hermanos Yam (dios del mar) y Mot (dios de la sequía y, por lo tanto, simbólicamente, de la muerte). Anat se encarga del bienestar y de la regeneración de Baal (la lluvia), a quien guía en la lucha. Al mismo tiempo, extermina sin piedad a  los soldados enemigos. Cuando Baal se entrega a Mot y desaparece en el mundo subterráneo, Anat lo localiza con la ayuda de la omnividente diosa solar Shapsh, lo rescata y mata a Mot, a quien muele y siembra para que Baalbrote de la tierra como cereal. Baalno tiene valor para pedirle a su padre El que le conceda su propio palacio, como vencedor de la contienda, pero la llegada de Anat hace que el dios padre se acobarde y se esconda, dejando que ocupen la residencia.

      El deseo sexual deEly las cosechas es un tema de la mitología cananea de Ugarit, donde la diosa regula las estaciones y la fertilidad. El dios creador El, padre de Baal, intenta producir dos mujeres o dos diosas. Sea como fuere, su falo se inflama de deseo y quiere poseerlas a las dos: Asherah y la “niña” Anat (que en un mito posterior, aparece como esposa y hermana de Baal). Este drama se representaba después de una mala cosecha o a principios de cada ciclo de siete años, a fin de garantizar la prosperidad del siguiente. Pese a la impaciencia del dios por copular, la abundancia de los campos dependía de la respuesta de las diosas. Si le llamaban “padre” tenía que tratarlas como hijas y la tierra continuaba yerma. Si le llamaban “esposo”, El copulaba con las diosas que procreaban en abundancia, pues parían el crepúsculo, el alba y setenta “buenas y graciosas” divinidades, que manaban del pecho de Asherah y así adquirían la potestad de gobernar. Estos dioses y diosas garantizan la regulación de la lluvia, el rocío y las tormentas en las estaciones correspondientes y la agricultura prosperaba.

      La diosa Asherah es inmanente y todo lo penetra. Presenta diversas personificaciones como hermana e hija, esposa y madre de distintos dioses. La procreación y la continuación de la vida dependían de su voluntad. El dios El se limita a copular, a fertilizarla. Los dioses cananeos, nacidos de la diosa, cumplían funciones concretas a las que estaban destinados por su nacimiento, estaban encerrados en un ciclo de perpetuidad, mientras que la diosa permanecía al margen y dirigía los actos. 


La expansión fenicia por el Mediterráneo

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      Me permito utilizar el estudio de Manuel Miguel en Arte Historia Estudios, del que realizo un resúmen, para realizar una introducción al mundo de la Diosa semita y encuadrarla en su contexto histórico. Los fenicios habían iniciado su expansión por el Mediterráneo después de la caída de Troya, hacia el 1184 a.C. El mundo egeo sufría un profundo retroceso cultural y económico en dicha época.

      El conocimiento de los astros y una serie de mejoras técnicas en la construcción de barcos permitieron a los fenicios emprender un proceso de expansión que acabó configurando una verdadera talasocracia que sustituyó a la micénica. La expansión se produjo a través del entramado de islas que jalonan el Mediterráneo. Primero colonizaron la isla de Chipre, desde donde pasaron a Roda,  que fue su puerta al Egeo. Desde allí se dirigieron a la isla de Creta, que utilizaron como trampolín hacia las islas del Mediterráneo central. Malta, Sicilia, Gozo, Pantellaria y Lampedusa fueron colonizadas por navegantes fenicios. La costa norteafricana y la isla de Cerdeña fueron sus objetivos posteriores. Finalmente, los fenicios se aventuraron hasta las Baleares y de allí pasaron a dominar el Estrecho de Gibraltar, en cuyas orillas establecieron numerosas factorías.


Rutas fenicias y púnicas. Fuente Mediterráneo Sur

     La primera colonia fenicia de Chipre fue Kition, fundada por gentes de la ciudad de Sidón en época muy antigua. A esta primera fundación siguieron las de Idalion, Tamassos, Golgoi, Marion y Lapethos. Junto con Rodas, las ciudades chipriotas fueron los principales centros de producción manufacturera de cerámicas, bronces, joyas y muebles que se distribuían por todo el Mediterráneo.  

      Desde principios del siglo VIII los fenicios controlaron las rutas de navegación que conducían a las dos principales reservas de metales de Occidente: Cerdeña y Tartessos.

      Las fuentes historiográficas griegas situaron la fundación de las primeras colonias tirias en el Mediterráneo occidental -Gadir, Lixus y Útica- en torno a 1100 a.C., aunque los vestigios arqueológicos la sitúan más tarde, a principios de siglo VIII a.C. Allí las expediciones exploratorias establecieron pequeñas factorías comerciales, desde fines del siglo IX o principios del siglo VIII a.C. Más tarde, desde comienzos del siglo VII a.C., se produjo un proceso de emigración masiva de gentes provenientes de Fenicia que escapaban del terror de la conquista asiria y que procedieron al poblamiento de las antiguas factorías. Otras muchas colonias se fundaron, bien desde la propia Fenicia bien desde algunas de las grandes colonias, como Cartago o Gadir. Así, Leptis Magna o Sabratha, en la costa norafricana, o Ebusus, en las Baleares. Desde aproximadamente 600 a.C., se inició una nueva fase en el proceso de colonización, en la que las colonias fueron perdiendo progresivamente su vinculación a las ciudades cananeas orientales debido a la crisis que reinaba en aquella región. Chipre se convirtió en el principal nexo entre el Mediterráneo oriental y las colonias más occidentales.



Rutas comerciales y exploraciones fenicias. Fuente Arte Historia Estudios

      Cartago, emplazada en una península del golfo de Túnez, fue fundada, según la tradición, en 814-813 a.C. por una facción de la aristocracia tiria. Su importancia se revela ya en su nombre: Qart-hadasht, que significa capital nueva. Fue sin duda la colonia fenicia más extensa y poderosa. Su superficie urbana fue comparable a la de las grandes ciudades de Oriente. Su densidad de población fue también muy superior a la del resto de las colonias fenicias. A mediados del siglo VIII a.C., había alcanzado ya su carácter de gran metrópolis comercial debido a su posición estratégica, ya que era paso obligado de las naves que, procedentes de Gadir, regresaban a Tiro. Cartago dominaba además las feraces llanuras interiores, que constituían una de las regiones agrícolas más importantes de África.

      Cartago fundó colonias otras colonias fenicias en Sicilia y Cerdeña. En Sicilia, la colonia fenicia más importante fue la Motya; emplazada en un islote frente a la ciudad de Marsala, al este de la isla, Motya dominaba el canal de Sicilia frente a Cartago, canal que constituía un enclave vital para la navegación.  Motya tenía una necrópolis de incineración situada al norte del islote, diversas dependencias mercantiles y portuarias, un templo, y un recinto sagrado o tofet en el centro de la ciudad.

       En Cerdeña, los fenicios tenían grandes centros portuarios, como Cagliari, Nora, Bithia, Sulcis y Tharros, en el sur y suroeste de la isla, que fueron el núcleo de expansión fenicia hacia el interior durante los siglos VIII y VII, con el objetivo de controlar la producción agrícola y metalúrgica. Sulcis, por ejemplo, creó durante el siglo VII una amplia red de fortificaciones -Monte Sirai, Pani Loriga- destinada a garantizar el control sobre el territorio circundante rico en plomo y plata. La construcción de estos enclaves fortificados, fundados a veces sobre poblados devastados, sugieren que los fenicios practicaron una política de conquista violenta sobre la población autóctona.




Barco fenicio

      La manifestación cultural más conocida de las colonias fenicias del Mediterráneo central fue el tofet, un recinto sagrado situado en la periferia de las colonias, donde se practicaban sacrificios humanos y se inmolaban niños en honor de las divinidades Baal, Astarté o Tanit. Esta práctica tiene su origen en Fenicia e Israel, pero su máximo desarrollo se dio en Sicilia, Cartago y Cerdeña donde se practicaba el sacrificio de niños, sobre todo primogénitos de las familias más ilustres de la ciudad. Los cartagineses lavaban los cuerpos de sus difuntos y los untaban con aceites olorosos antes de maquillar el rostro. El cadáver era entonces presentado a los familiares y amigos, quienes organizaban un banquete y una procesión funeraria, ofreciéndole al difunto  ofrendas de comida y bebida en un altar especial. Finalmente, el cadáver era enterrado con objetos que se creía le serian útiles en la otra vida: herramientas, armas, perfumes, cerámica, etc. Amuletos y otros objetos también se introducían en la tumba, para proteger al muerto en su último viaje.



Tumbas cartaginesas en las Islas Baleares. Puig des Molins. Fuente: Historia para no dormir



Santuario púnico de Puig des Molins, siglo VI a.C.



Orantes de Puis Des Molins (Eivissa)

      En el Mediterráneo occidental, Gadir desempeñó el mismo papel que Cartago. Su influencia se extendió desde Ibiza, posiblemente una fundación gaditana de los siglos VIII-VII a.C., hasta Lixus y Mogador, en la costa atlántica marroquí. Los fenicios de Gadir se establecieron en diferentes puntos de la isla de Ibiza. El asentamiento fenicio en Gaidr estaba emplazado en la isla más pequeña (Erytheia) de un archipiélago que hoy se encuentra unido a tierra formando la península de Cádiz. Los objetivos de Gadir eran canalizar las riquezas procedentes de su territorio inmediato -Tartessos- y controlar el acceso a la ruta atlántica a través del estrecho de Gibraltar, donde los fenicios obtenían estaño, oro y marfil a través de la colonia de Lixus, que conducía directamente a unos territorios interiores ricos en marfil, oro, sal, cobre, hierro y plomo. Más al sur, la isla de Mogador estaba situada en aguas ricas en pesca y atún. Gadir mantuvo una intensa explotación de la plata tartésica, exportada a Oriente y a Grecia en lingotes. La importancia de Gadir no radicó tan sólo en su monopolio sobre la plata de Tartessos, sino también en su célebre templo de Melqart, cuyo prestigio está recogido en todos los escritores clásicos del mundo antiguo. El dios Melqart, más tarde asimilado a Herakles-Hércules, era el patrón de Tiro y, por tanto, el representante de la monarquía tiria en Gadir.



El castillo de Santi Petri, situado junto el mar  en una zona intermedia entre el término municipal de San Fernando y el de Chiclana. Aquí se supone estuvo el  Templo de Melqart en Gadir



Herakles-Melqart chipiotra. C. siglo V a.C. Museo Barracco, Rome, Italy

     La mayor concentración de colonias fenicias del Mediterráneo occidental se localiza entre Almería y el río Guadalhorce, en Málaga, situadas en las desembocaduras de los principales ríos de la Andalucía oriental, lo que permitía a sus pobladores dominar las vías de penetración hacia las vegas de Granada y Almería y explotar los valles de aluvión que garantizaban el abastecimiento agrícola. Uno de los enclaves más importantes fue el del Cerro del Villar, en la desembocadura del río Guadalhorce, en la actual Málaga. Los yacimientos arqueológicos muestran que allí se desarrolló una industria especializada en la producción de ánforas y grandes contenedores. El enclave dominaba la entrada hacia las campiñas de Sevilla y Córdoba y desarrolló una agricultura intensiva de regadío.

      Durante la Segunda Edad del Hierro (900-550 a.C.), la red de colonias fenicias se convirtió en un imperio comercial merced a su dominio sobre el tráfico del hierro. Por ello, los imperios mesopotámicos -asirios, babilonios y persas- trataron en repetidas ocasiones de someter a las ciudades fenicias orientales, con el fin de asegurarse el control sobre el comercio mediterráneo, hasta que Fenicia sufrió las invasiones de los Pueblos del Mar, que terminaron con su autonomía.

      En 875 a.C., el rey asirio Assurnarsipal II sometió a tributo a las principales ciudades fenicias, incluida Tiro, tributo que fue renovado en tiempos de Salmanasar III mediante sucesivas incursiones militares. Por su parte, Egipto, que vivía un periodo de recuperación bajo los faraones de la XXII dinastía, pugnaba por recuperar su influencia sobre Fenicia. Los faraones apoyaron la resistencia anti-asiria de las ciudades cananeas e impusieron su protectorado sobre algunas de ellas, como fue el caso de Biblos. Tras la muerte del asirio Salmanasar III, la crisis de su imperio favoreció las ambiciones de Egipto, que pudo ampliar su dominación sobre Fenicia.



Ciudad fenicia de Tiro. Área de excavación de Al Mina.

      La competencia de estos dos imperios por el control sobre las ciudades cananeas produjo graves tensiones en el interior de las mismas y surgieron dos facciones: la realeza de las ciudades y los sectores aristocráticos formaban la tendencia filo-asiria. Para esta facción, el pago de tributos a los asirios era preferible a la dependencia administrativa y política del Imperio egipcio. Por su parte, las clases urbanas de artesanos y comerciantes propugnaban la alianza con Egipto como medio de desembarazarse de los onerosos tributos debidos a los asirios, que recaían principalmente sobre el producto del comercio. Estas tensiones produjeron luchas internas en el seno de algunas monarquías, y en el caso de Tiro dieron lugar a la escisión de la dinastía. La hermana del rey de Tiro, Elisa, se alineó con la facción filo-egipcia de la ciudad y, tras luchar por el gobierno de la ciudad, se exilió junto con sus partidarios. Del periplo de Elisa surgió en 814 a.C. la fundación de Cartago, que habría de convertirse en la principal metrópolis colonial fenicia.

      Con la subida al trono asirio de Tiglat-Pilaser III se inició un nuevo periodo de sometimiento de las ciudades cananeas. Los asirios abandonaron su antigua estrategia de imposición de tributos para pasar a una política de conquista y ocupación del territorio que consiguieron en 743 a.C. Durante el reinado del asirio Senaquerib, una coalición de ciudades protagonizó una importante revuelta, a la que siguió una represión y al sito de Tiro; siguió otra rebelión apoyada por Egipto durante el reinado del asirio Asarhadón que concluyó con la destrucción de Sidón en 667 a.C. y con la anexión de los territorios aledaños a Tiro, ciudad ésta que quedó reducida a su territorio insular. Buena parte de Fenicia fue sometida a la administración directa del Imperio asirio y repartida en provincias. Desde entonces, sólo Biblos, Arvad y el islote de Tiro conservaron una cierta autonomía, aunque sometidas al pago de tributos y a la presencia de gobernadores asirios.

      La destrucción del Imperio asirio por la coalición de las fuerzas babilonias y medas en 612 a.C. supuso el fin de la dominación asiria sobre Fenicia, un período de violencia que obligó a gran parte de la población fenicia a huir de las devastaciones, convirtiendo las plazas fenicias de en auténticas ciudades.

      En las ciudades fenicias orientales, la desaparición del Imperio asirio fue seguida por el apogeo del Imperio babilónico y la dominación de Nabucodonosor II, que acabó con la monarquía y la claudicación de Tiro. Finalmente, la unificación de todo el Oriente Próximo por el Imperio persa afectó también a las ciudades cananeas, que pasaron a formar parte de una de las satrapías o unidades administrativas del imperio. La dominación persa parece que fue mucho menos onerosa para los fenicios orientales que las anteriores, puesto que no se han conservado noticias de rebeliones y las ciudades gozaron de una amplia autonomía local. Después llegarían el período helenístico y el romano.

Israel y algo de su historia

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      El conocimiento más antiguo que se tiene del nombre Israel data del año 1210 a.C., grabado en la Estela de Merenptah (en un poema dedicado al hijo de Ramsés II, el faraón Merenptah), en el cual se cita a Israel asociado no a un lugar geográfico, sino a un pueblo o grupo de gente. El nombre Israel procede de un pasaje de la Biblia, donde el patriarca bíblico Jacob, después de luchar durante toda la noche contra un misterioso adversario, y vencerlo, provocó la admiración del mensajero divino, que lo bendijo y le cambió su nombre por el de Yisra'el, es decir, «El que lucha con Dios» (Génesis, 32:28-30). Por ello, las tribus que se confederaron y se reconocieron como descendientes de Jacob se llamaron a sí mismos «Hijos de Israel» o «israelitas».


Estela de Merenptah.



Fragmento: mención a Israel.


ysyriar, según Flinders Petrie: Israel

Los príncipes están postrados, diciendo: ¡clemencia!
Ninguno alza su cabeza a lo largo de los Nueve Arcos.
Libia está desolada, Hatti está pacificada,
Canaán está despojada de todo lo que tenía malo,
Ascalón está deportada, Gezer está tomada,
Yanoam parece como si no hubiese existido jamás,
ysyriar (Israel) está derribado y yermo, no tiene semilla
Siria se ha convertido en una viuda para Egipto.
¡Todas las tierras están unidas, están pacificadas!

Fuente: Wikipedia

      Los primeros asentamientos del noroeste del Mar Muerto datan del 10.000 a.C., siendo el más antiguo el situado a un par de kilómetros de Jericó, llamado Tell es-Sultán, un verdadero “montón” o “colina” artificial producido por la acumulación consecutiva de capas por la habitación humana, que comienzan con los restos natufienses (Protoneolíticos) y continúan con el Neolítico Pre-Cerámico A (8350-7370 a.C.) con evidencias de cereales domesticados (trigo emmer -Triticum dicoccum-, cebada y legumbres). El Neolítico Pre-Cerámico B (7220-5850 a.C.) con la aparición del culto religioso de preservación de los cráneos humanos. 





Vista de Tel es-Sultan, Jericó, desde el norte. Las excavaciones de Jericó  han sido realizadas en varias épocas, y han dado lugar a muchas interpretaciones: C. Warren (1868); E. Sellin e C. Watzinger (1907-1909); J. Garstang (1930-1936); K.M. Kenyon (1952-1958). Desde el 1997 las excavaciones fueron retomadas por la Universidad la Sapienza de Roma a cargo de N. Marchetti y L. Nigro.




Trigo emmer, Triticum dicoccum

      Después viene un periodo de desocupación, pero a partir del  IV milenio a.C. Jericó es de nuevo ocupado y sus restos denotan conexión con gentes de Siria y del oeste del Eufrates. En el siglo XVI a.C. –finales del Bronce Medio- muchas de las ciudades cananeas fueron destruidas. La arqueóloga Katheen Kenyon observó quince episodios destructivos en los restos de la Edad del Bronce. Seguramente fue como consecuencia de los ataques egipcios que acabaron con la ocupación militar ce Canaán. Los egipcios abandonaron esta ocupación a finales del siglo XII a.C.

      Israel moderno surgió en el siglo XII a.C. cuando a ambos lados del Jordán se fundaron nuevas monarquías como las de Moab, Amón Filistia… etc. Según la Biblia la conquista de Canaán y sus ciudades amuralladas se produjo a finales del siglo XIII a.C. sin embargo, en esta época Jericó y Ay, las ciudades cananeas más poderosas, no sólo no tenían murallas, sino que ni siquiera existían como centros poblados, limitándose a ser pequeños, pobres e insignificantes caseríos. En realidad, ya hemos hablado de estas falsedades demostradas por los historiadores israelitas Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman (La Biblia desenterrada. Ed. Siglo XXI. Madrid, 2003) quienes afirman que los patriarcas del Éxodo, la presencia de los israelitas en el Sinaí, la conquista de Canaán, el período de los Jueces, la Jerusalén de Salomón… no son hechos históricos.

      El pueblo israelita deriva del cananeo. Los antecesores de los judíos son los propios cananeos que hacia el 1.000 a.C. habitaban las colinas que van desde la Baja Galilea hasta el desierto del Negev. 




La toma de Jericó según un grabado de Jean Fouquet

      La historiografía clásica asegura que en el siglo XII a.C. grupos heterogéneos en cuanto a su origen se van asentando en Canaán y se mezclan con la población nativa. Para Philip Davies los judíos no vinieron de fuera de Canaán, sino que fueron los cananeos aborígenes. Los textos de la Biblia son muy modernos y en su mayoría datan de la llamada época persa, al regreso de los israelitas del exilio de Babilonia (587-538 a.C.).

      Después de visto lo anterior, resulta difícil creer que en el 721 a.C., el reino del norte fue aniquilado por las fuerzas asirias. El reino de Judá obtuvo una prórroga, gracias a la guerra entre Asiria y Babilonia. Al salir victoriosos los babilónicos, su rey Nabucodonosor II conquistó Jerusalén en 587 a.C., terminando con la independencia de los hebreos. Por su parte el fastuoso Templo de Salomón, el orgullo nacional de los hebreos, fue completamente arrasado.

      A pesar de que se habla del Cautiverio de Babilonia como el destierro total del pueblo de los hebreos, parece ser que este traslado de población sólo afectó a las clases altas hebreas. Los caldeos tenían interés en impedir que resurgiera allí un poder político fuerte, y para eso, "importaron" por la fuerza a la clase dirigente capaz de liderar una revuelta. El bajo pueblo, por su parte, no parece haberse visto mayormente afectado por estos traslados forzosos de población.



Historiador israelí, Shlomo Sand, autor del libro “La invención del pueblo judío”

      Para el historiador Shlomo Sand el concepto de patria es uno de los más destructivos de la era moderna, dice en When and How Was the Land of Israel Invented?. Según Sand, la tierra de Israel no fue la patria histórica del pueblo judío, sino un invento sionista que usurpó unos territorios a finales del siglo XIX convirtiéndolos en patria de origen de los judios.

      En el libro anterior de Sand, La invención del pueblo judío (Verso, 2009, traducido por Yael Lotan) se rechazó la existencia de un pueblo judío que se hubiese exiliado hace 2.000 años y que sobrevivió al exilio. La mayoría de los judíos de Europa del Este, según él, son descendientes de sociedades o personas que se convirtieron al judaísmo en suelo europeo. Palestina jamás ha sido la cuna del pueblo judío. Sand sostiene que durante 2.000 años los judíos nunca han constituido un pueblo y que solo la religión, las creencias y la cultura los unían. ¿Pero existe un pueblo palestino? El historiador dice que no, que los palestinos son árabes que han vivido en esta región durante cientos de años. La colonización sionista fue la que forjó el pueblo palestino

    También el profesor Israel Knohl, niega el evento del Monte Sinaí, tal como se describe en la Torá, y sostiene que el éxodo de Egipto no tiene ninguna conexión con la realidad. Investigadores no israelíes y no sionistas, como Niels Peter Lemche, Philip Davies y Thompson Thomas afirman que la Biblia se escribió más o menos entre el siglo V a.C. y el siglo III de nuestra era. Se comenzó a escribir después del exilio de la élite política-intelectual de Judá a Babilonia. Al parecer, los libros de la Biblia se compusieron solo después de que muchos de los que habían estado en Babilonia regresaran a Jerusalén. Dice historiador Shlomo Sand:


      «Investigadores como Thompson ven la Biblia como una ficción teológica. De la misma manera que el Julio César de Shakespeare no es informativo en lo que respecta a la época antigua de la Roma imperial, la Biblia no nos pueden enseñar los hechos históricos. Las historias de la Biblia son la base de la civilización occidental y también la base del Nuevo Testamento y el Corán. Son textos literarios asombrosos, pero de ninguna manera son libros de historia, es por eso que yo, como historiador, hago caso omiso de ellos. Finkelstein y Herzog encontraron que nunca ocurrió la salida de Egipto y que la tierra de Canaán no fue conquistada de inmediato. En resumen, creo que el nacionalismo judío moderno -el Sionismo- tomó la teología y la convirtió en la historia».

      Niels Peter Lemche, Philip Davies, Whitelam Keith y Thompson Thomas pertenecen al denominado minimalismo bíblico, un grupo de estudiosos que sostienen que la versión bíblica de la historia no se apoya en ninguna evidencia arqueológica y, por lo tanto, no se puede confiar como fuente de la historia. Para ellos son falsos la historicidad de los relatos patriarcales  y no creen en la historicidad de figuras como Abraham y otros patriarcas bíblicos. La realidad lingüística y literaria de la tradición bíblica es folclórica en esencia, el concepto de Israel biblico no refleja ninguna entidad socio-política de ningún Estado.  


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