Mi blog en catalán
Churinga o bramadera de los aborígenes australianos
Cautiva y flautistas. Fotografía de Juan Francisco Cerezo
Australia, Kuranda. Rainforestsation Parque Natural. Aborigen demostrando el didgeridoo
Una función similar la cumplían los didgeridoos, enormes trompetas de madera que emitían un sonido rítmico, no melódico, que sin duda compaginaba con el zumbido de la churinga y que ayudaba a crear u ambiente propicio para la ceremonia de unión con el antepasado totémico.
La explicación a este tipo de comportamiento por parte del hombre podríamos encontrarla en que es la manifestación o expresión arquetípica de la lucha innata entre el hombre y la mujer. Para otros sería una expresión arquetípica de la complementariedad entre los sexos como algo imprescindible para el correcto funcionamiento de todo lo conocido, pues el mundo se divide en elementos masculinos femeninos (sol-luna, dioses-diosas…). Una tercera hipótesis afirma que esta lucha es una simple descripción de hechos históricos: en el pasado existió una “Edad de Oro” del culto a la Diosa que fue suplantado por culturas patriarcales que impusieron sus divinidades masculinas. Refleja una serie de conflictos políticos históricos, el combate entre las antiguas ciudades-estados de Sumeria, asentadas en una llanura de aluvión muy vulnerables a las invasiones extranjeras, y la irrupción por parte de Babilonia que impuso, hacia el 1700 a.C. a su dios Marduk sobre la diosa Tiamat, asunto que hemos estudiado en Tiamat de Babilonia: la derrota de la Diosa.
El rapto de la Diosa, la violación y la envidia sexual
Esta lucha entre diosas y dioses, entre lo masculino y lo femenino tiene un tema derivado que es el del rapto de la diosa por parte de un dios, tema mitológico que se interpreta como la descripción de una lucha por el poder entre el poder patriarcal y el matriarcal. El conquistador viola a las mujeres de los hombres vencidos, como sus dioses “violan” a las diosas de los perdedores, lo que se traduce en el debilitamiento de la identidad nacional o cultural del vencido. También los mitos narran las violaciones que sufren las hijas de los reyes vencidos por el dios vencedor. De esta forma, el dios foráneo dejaba su huella genética en las dinastías existentes y establecía el derecho de sus sucesores a gobernar.
Murales de Diego Rivera en el palacio nacional de México
La envidia sexual la sienten los hombres hacia la capacidad reproductora de la mujer, lo que se traduce en los mitos que hablan de la conquista sexual de la mujer por parte del hombre, de los mitos que narran las diversas formas en que los hombres superan a las mujeres, los mitos que afirman que el hombre está mejor dotado para asumir las competencias sociales y políticas… etc.
El rapto de las hijas de Leucipo. Rubens
Todos estos mitos apuntan a una situación originaria en la que el dominio político estaba en manos de las mujeres. A veces los hombres pretenden suplantar la capacidad generadora femenina, al menos de forma simbólica. Los mitos sobe la conquista sexual, el rapto y la violación en las antiguas culturas parecen reconocer el miedo o la envidia que los hombres experimentan ante la capacidad dadora de vida de las mujeres.
El rapto de Europa, de Martín de Vos
El rapto de la antepasada de los pitjantjatjaras (Australia), representa el rapto de la diosa antepasada por un varón, al que las mujeres mutilan. El papel del hombre lo representa una mujer infértil. La antepasada es Kalwadi, una mujer sagrada, de cuya capacidad generadora se han apoderado los hombres y que participa en los ritos de iniciación masculinos: se traga a los adolescentes y los regurgita convertidos en hombres y, en alguna ocasión, debido a su debilidad por comer, se convierte en una caníbal que devora niños. Los hombres la buscaron, la mataron y, cuando la abrieron, se dieron cuenta de que los niños no estaban en su estómago, sino en su útero, a la espera de renacer. A pesar de su inocencia, los hombres asumieron parte de su poder y actualmente presiden las ceremonias de iniciación en las que los jóvenes son untados con sangre y colocados en un agujero del suelo al que llaman el “útero deKalwadi”.
"Mandiwala "ceremonia de iniciación en Borroloola (Territorio Norte de Australia), los niños son pintados con ocre rojo
La esencia femenina. Kali
Los Tantras–textos místicos indios del siglo VII- difundieron la idea de sakti, la energía femenina pura, poder primordial sin el cual los dioses (concretamente, Siva) no podían funcionar. Según el tantrismo, saktiemana de la fuerza central y universal del gran poder o Maha-Kali (Kali, para abreviar). Es el receptáculo del cosmos, incluido los dioses. Un cuadro muestra a Sivasentado sobre el cráneo de Kali, a Visnú en sus pechos y a Brama en su vulva (ver la trimurihindú: Brama el creador, Visnú el conservador y Siva el destructor). Gracias a su fuerza prodigiosa, la Diosa es la energía esencial y universal que activa y protege las divinidades masculinas, muchos tantras la definen como Mahavidya o gran sabiduría.
Kali y Brahma copulando
Las imágenes más conocidas de shakti–casi siempre personificadas por Kali- corresponden a la supremacía sexual. Aparece con un pie apoyado en el pecho de Siva, su marido, mientras gira vertiginosamente en plena danza destructiva, o monta sobre su consorte en medio del éxtasis sexual. El texto sagrado Kalika Purana abunda en relatos fantásticos de los combates eróticos de Kali con su esposo Siva, lo que demuestra que disfruta con los juegos sexuales. Los Shaktas–fieles seguidores de shakti- veneran su vulva o yoni como el gran útero. Hay saktas que se castran para imitar el aspecto de shakti. En algunos ritos, los shaktas de la secta vamachari beben sangre menstrual para absorber la energía cósmica de shakti.
Shiva y Shakti creando el Universo
Una escultura de piedra arenisca de Lajja Gauri o Aditi, también llamado uttānapad ("la que se agacha con las piernas abiertas"), c. 650 CE (Museo Badami, India).
Kali adopta su aspecto más temible cuando se dirige a exterminar las fuerzas demoníacas antes de que pongan en peligro el orden cósmico. Es el modelo perfecto del carácter equilibrado femenino: poderosa, activa y positiva en lugar de inútilmente agresiva. Devuelve a las mujeres las tres virtudes que históricamente la mayoría de las culturas les han negado: la fuerza moral y física; el intelecto y el conocimiento y la autonomía sexual.