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Quimeras modernas

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     Antiguamente se creía que el ser humano podía cambiar de cuerpo, conseguía metamorfosearse, sin embargo, con los nuevos “envoltorios corporales” nadie se sentía a gusto, aunque les consolara el hecho de pensar que, en el fondo, aún conservaban su alma pensante.


     Con el darwinismo el hombre vino a confirmar su intuición primitiva de que era un ser superior, que ocupaba un escalón sumo en la escala evolutiva, sin embargo, el nuevo descubrimiento devino en terror e incomprensión hacia las otras vidas animales. La perspectiva de convertirse en animal condujo al ser humano, que ahora teme por su alma, al horror.


Franz Kafka: La metamorfosis. “Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos”.

     Nuestro pensamiento dualista-metafísico es propenso a confundir corporalidad con animalidad, de ahí que suframos la continua metamorfosis de nuestro cuerpo (envejecimiento) como Acteón o Lucio sufrieron su cuerpo de animal. A lo largo de la vida sufrimos constantes transformaciones “fisiológicas”: apenas recién instalados en un plácido cuerpo infantil, sufrimos los cambios de la adolescencia que nos precipitan en la angustia de la metamorfosis. El joven, ya transformado en adulto, despojado de su juventud, cae sumido en una vorágine de responsabilidades familiares. Según Laura Bossi, “su cuerpo de joven dios desaparece, sustituido por un cuerpo desconocido al que su alma no siempre quiere reconocer. Finalmente, el anciano, perplejo, se arruga y el desgaste y la enfermedad lo empujan hacia la muerte, la última y más misteriosa de las metamorfosis” (Op. Cit. Pág. 41).



Seran los dos solo una carne

     Sin embargo, la batalla que presenta el hombre actual ante estos hechos naturales -la resistencia contra el envejecimiento- es más fuertes que nunca. Mediante la cirugía estética intentamos conservar nuestro envoltorio corporal aparentemente joven. Por otro lado, las partes “desgastadas” del interior del cuerpo –dice Laura Bossi- “pueden sustituirse mediante transplantes de tejidos o de órganos procedentes de un ‘donante’ supuestamente fallecido, y a veces procedentes de un animal”. Estos xenotrasplantes (órganos o tejidos procedentes de otra especie animal) suelen saldarse con fracasos debido al rechazo del sistema inmunitario del receptor.



Mickey Rourke


Michael Jackson


Meg Ryan


Michaela Romanini


    De esta manera, la ciencia produce las nuevas quimeras, mezclas de humano y animal. Estos experimentos se iniciaron en los años 20 del siglo pasado, cuando Serge Voronoff intentó rejuvenecer a hombres, ovejas y toros, trasplantándoles testículos de chimpancés o de babuinos.




Los supuestos efectos rejuvenecedores de la técnica de Serge Voronoff eran producidos por un efecto placebo que duraba pocos días, así como por el aumento de testosterona que proporcionaban las finas láminas de los testículos que trasplantaba dentro del escroto

    La técnica moderna ha conseguido que centenares de enfermos vivan hoy con órganos, tejidos o células de cerdo. Los trasplantes de órganos de monos son menos comunes y suelen fracasar.

    Estos experimentos, según revelan las encuestas, están bien considerados por los ciudadanos, todo sea para salvar a sus parientes o a los individuos enfermos. Aunque los especialistas consideran de mayor riesgo el uso de órganos de simios, las personas prefieren sus órganos a los de los cerdos. Y en esta preferencia no influye para nada la teoría darwinistas y su afirmación del parentesco humano con los monos, sino la imagen que tienen los humanos del cerdo como un animal sucio, antropófago y promiscuo.



La piel de cerdo tiene el 78% de compatibilidad con la del ser humano

    Sin embargo, los humanos no perciben a los portadores de órganos animales como quimeras. Los órganos animales son considerados simplemente, desde una visión totalmente mecanicista, “piezas de recambio” para la maquinaria corporal, de forma parecida a las prótesis metálicas o plásticas o a los marcapaso que implantan los cirujanos.

    Mientras tanto, los laboratorios preparan otras quimeras que no serán el producto del trasplante de órganos de adultos (animales o personas) a otros adultos, sino de la manipulación de los embriones y de los óvulos. Hace tiempo que los embriólogos son capaces de fabricar animales mixtos, compuestos por células de dos especies diferentes: por ejemplo, la quimera codorniz-gallina.

        

Fotomontajes satíricos en referencia a las quimeras cerdo-humano

       Hoy en día se crean con facilidad animales “transgénicos” compuestos por células de una sola especie pero con los códigos genéticos de otras especies. Han surgido cerdos y ratones transgénicos portadores de genes humanos. Sin embargo, todavía nadie se ha atrevido a utilizar el ADN humano para fabricar una quimera humano-animal: por ejemplo, cruces entre humanos y chimpancés. Aunque la legislación prohíbe la manipulación del genoma de un embrión humano, no prohíbe en cambio la manipulación del genoma de los chimpancés.

      Aunque Jeremy Rifkin, autor de El siglo de la biotecnología (1999) sacó una patente para la fabricación de quimeras con genes humanos, la población no parece alarmada, pues continúa suponiendo que el alma humana, ahora identificada con la conciencia y localizada en el cerebro, permanece intacta a pesar de las manipulaciones. Dice Laura Bossi: “El ser humano portador de un corazón de chimpancé no se sentiría pues animal, de la misma manera que el portador de una pata de palo no se siente vegetal”.

     Sin embargo, en una auténtica quimera humano-animal, con la mitad del patrimonio genético mixto en todas las células, “dónde se encontraría el alma? ¿En la parte humana o en la animal?” A modo de entretenimiento podéis contemplar Els monstres de Travis Louie.


Sad Mr. Grimace de Travis Louie


Cursi of the Goat de Travis Louie


Retrato inspirado en el chimpancé Oliver, de Travis Louis

      Como conclusión de todos estos experimentos, vemos claramente que el ser humano no tiene una idea clara de qué es un animal y, menos todavía, de qué es un ser humano. O tal vez sea la inversa.

     La antigua y persistente creencia en la transmigración de las almas había logrado, sin embargo, tender durante mucho tiempo un puente entre el animal y el ser humano. 

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